Por más seductora que sea la promesa, microdosificar LSD no parece mejorar los síntomas del TDAH en adultos más allá del efecto placebo. Esa es la conclusión directa, pero provocadora, de un ensayo clínico reciente publicado en JAMA Psychiatry, que desafía de manera frontal una narrativa cada vez más popular: que pequeñas dosis de psicodélicos pueden afinar nuestra mente como si fueran café para el alma.
Durante seis semanas, un equipo internacional de investigadores reclutó a 53 adultos con TDAH de moderado a severo y los dividió al azar para recibir 20 microgramos de LSD o un placebo, dos veces por semana. Ni los participantes ni los investigadores sabían quién estaba recibiendo qué. Al final del estudio, los resultados fueron casi idénticos: ambos grupos mostraron mejoras notables en sus síntomas, pero sin diferencias significativas entre ellos. En números concretos: el grupo con LSD mejoró 7.1 puntos, el grupo placebo 8.9.
El estudio, realizado por investigadores de University Hospital Basel en Suiza y Maastricht University en Países Bajos, había sido encargado por la empresa MindMed, interesada en explorar aplicaciones terapéuticas de los psicodélicos. Sin embargo, los hallazgos no fueron los que esperaban quienes apuestan por la microdosificación como un nuevo paradigma terapéutico.
“El LSD en dosis bajas no fue más eficaz que el placebo en pacientes con TDAH”, dijo Matthias Liechti, uno de los autores principales. “Observamos mejoras marcadas en muchos pacientes y nos sorprendió ver que estas eran igual de frecuentes en el grupo placebo”.
Lo interesante es que, al finalizar el estudio, el 80% de los participantes—independientemente del grupo al que pertenecían—creían haber recibido LSD. Aquellos que pensaban haber tomado la sustancia activa reportaron mayores mejoras en sus síntomas, sin importar si en realidad habían recibido el placebo. Es decir, la expectativa de recibir un fármaco con potencial transformador puede, por sí sola, provocar cambios subjetivos poderosos.
Este hallazgo ofrece una crítica directa a la explosión de testimonios que circulan en redes sociales y foros sobre los supuestos beneficios de microdosificar psicodélicos para mejorar la concentración, la creatividad o la estabilidad emocional. Hasta ahora, la mayoría de esos relatos han sido anecdóticos, sin controles científicos que separen el efecto farmacológico del poder de la creencia.
El TDAH afecta aproximadamente al 3% de los adultos en el mundo. Aunque los tratamientos farmacológicos como el metilfenidato o las anfetaminas suelen ser eficaces, alrededor de un tercio de los pacientes no obtienen alivio suficiente o dejan de tomarlos por sus efectos secundarios. Esto ha dejado espacio para que opciones como la microdosificación ganen tracción. Pero los datos de este estudio invitan a detenernos.
Por supuesto, el LSD no fue inerte. Los participantes que lo recibieron reportaron efectos leves pero reales: cambios sutiles en la percepción, fatiga, náuseas o insomnio. Dos personas abandonaron el estudio debido a efectos incómodos, aunque no se reportaron complicaciones graves. A pesar de ello, la dosis utilizada—20 microgramos—estuvo dentro del rango considerado seguro.
Una de las fortalezas del estudio fue su éxito en lograr lo que muchos ensayos con psicodélicos no han conseguido: mantener el “doble ciego”. En la mayoría de los estudios con altas dosis de psicodélicos, los efectos son tan obvios que los participantes saben cuándo están bajo el influjo del fármaco. Pero en este caso, con dosis más bajas, incluso quienes recibieron placebo pensaron haber recibido LSD. Eso ayuda a reducir uno de los sesgos más difíciles de controlar en este tipo de investigaciones: el de la expectativa.
¿Significa esto que los psicodélicos no tienen ningún lugar en el tratamiento del TDAH? No necesariamente. Liechti sugiere que dosis más altas, que sí han mostrado beneficios en trastornos como ansiedad o depresión, podrían tener algún efecto positivo en pacientes con TDAH que también presentan dificultades emocionales. Pero eso aún está por investigarse.
Este estudio no cierra la puerta a los psicodélicos en psiquiatría, pero sí advierte contra su uso desmedido o ingenuo. Muestra que la expectativa es una fuerza poderosa, y que incluso en un contexto clínico controlado, lo que creemos que estamos tomando puede influir tanto como lo que realmente tomamos.
El entusiasmo por los psicodélicos tiene motivos legítimos. Hay datos esperanzadores en ciertos contextos. Pero cuando se trata de afecciones complejas como el TDAH, donde la búsqueda de soluciones rápidas y mágicas es comprensible, los atajos pueden ser espejismos.
Antes de convertir una tendencia en tratamiento, necesitamos datos. Y este estudio acaba de dar un paso importante en esa dirección.
Referencia: Mueller, L., Santos de Jesus, J., Schmid, Y., Müller, F., Becker, A., Klaiber, A., Straumann, I., Luethi, D., Haijen, E. C. H. M., Hurks, P. P. M., Kuypers, K. P. C., & Liechti, M. E. (2024). Safety and Efficacy of Repeated Low-Dose LSD for ADHD Treatment in Adults: A Randomized Clinical Trial. JAMA Psychiatry.