Juan Carlos Sanz para El País:
“Sin el código QR no se puede entrar”, avisaba con seriedad el director del gimnasio Lazuz (moverse, en hebreo) a los antiguos clientes que retornaban a la sala de entrenamientos después de siete meses de clausura. “Si me pilla el Ministerio de Sanidad me cae una multa de 1.000 shequels por cabeza”. Ohad Yehuda, de 32 años, lleva desde entonces viviendo de la prestación por desempleo, al igual que los 18 empleados del centro. Gimnasios y piscinas han reabierto sus puertas, pero solo para quienes dispongan del llamado “pase verde”, un flamante certificado digital que se puede descargar en el móvil una semana después de haber recibido la segunda dosis de la vacuna de Pzifer y BioNTech, la única inoculada hasta el momento en Israel.
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Con el “pase verde” se podrá asistir también a acontecimientos deportivos, como partidos de fútbol y baloncesto, o espectáculos culturales, como obras de teatro y conciertos musicales. El uso de mascarillas y el mantenimiento de la distancia de seguridad, no obstante, siguen vigentes de forma indefinida. Tras la previsible reapertura del aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv dentro de dos semanas —cuando está previsto que comience la tercera y última fase de la desescalada— el certificado de vacunación puede ser además uno de los requisitos para embarcar en un vuelo al exterior desde la terminal —la principal puerta de entrada al país— clausurada desde el 25 de enero. Lo defiende el médico especialista en salud pública Ronni Gamzu, anterior coordinador del programa nacional para la pandemia. “El pasaporte verde servirá para allanar el camino a la recuperación del turismo”, aseguró el jueves en una teleconferencia con la prensa extranjera en Israel.