Me encantó este artículo del New York Times sobre las siestas, su importancia y el horario ideal para disfrutarlas:
El mejor momento para dormir la siesta es entre seis y ocho horas después de despertarse por la mañana, dijo Sara Mednick, profesora de ciencias cognitivas de la Universidad de California en Irvine.
Hay un “bajón circadiano natural” entre las primeras horas y la mitad de la tarde, dijo Wu, porque los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y otras señales que nos ayudan a mantenernos alerta empiezan a disminuir en esos momentos.
Wu dijo que hay que tener cuidado con las siestas demasiado largas o que se hacen demasiado tarde, sobre todo si se padece insomnio: “Eso es como comer un postre muy grande antes de cenar; te quitará el apetito”.
Mantén las expectativas bajas
Puede que no te duermas durante la siesta —o al menos puede que creas que no lo has hecho— y no pasa nada, dijo Mednick. A menudo estamos “algo conscientes” en las primeras etapas del sueño, dijo, pero “sigue siendo un buen descanso”.
Mednick se refirió a un estudio reciente en el que se descubrió que entrar en la fase más ligera del sueño —una especie de zona crepuscular en la que la mente divaga como en un sueño— aunque solo fuera un minuto durante un descanso de 20 minutos generaba más creatividad y mejor resolución de problemas en adultos jóvenes.