Nuria Gatachea para El País:
Se ha demostrado, aunque con limitaciones, una asociación inversa entre el nivel socioeconómico y el nivel de actividad física. Esto significa que las personas con mayor nivel educativo, mejores empleos y mayor nivel de ingresos presentan mayores niveles de actividad física en general. Y, por el contrario, el nivel de actividad física está más disminuido en aquellas personas con menor nivel educativo y menos ingresos. Incluso para similar exposición a los factores de riesgo, los grupos con más bajo nivel socioeconómico tienen peores indicadores de salud general; este fenómeno se conoce como hipótesis de vulnerabilidad.
Podríamos pensar entonces, en línea con esta hipótesis, que esta perjudicial asociación de bajos niveles de actividad física y gran comportamiento sedentario con efectos negativos sobre la salud es más fuerte en los grupos de bajo nivel socioeconómico. Un reciente estudio con más de 300.000 participantes de 40 a 69 años así confirma esta hipótesis de vulnerabilidad en relación con la actividad física. Este estudio sugiere que los comportamientos poco saludables, en concreto el sedentarismo, pueden causar más daños en los grupos socioeconómicos más bajos. Esta hipótesis de vulnerabilidad también se mantiene en edades más avanzadas. Por ejemplo, una revisión sistemática que analiza los efectos del nivel socioeconómico sobre cómo impacta la jubilación en la actividad física y las conductas sedentarias sugiere que la jubilación tiene un impacto más favorable en los grupos de mayor nivel socioeconómico.