Con toda la revolución de las redes sociales y la Internet, ya casi nadie habla de los efectos que tiene el excesivo consumo de televisión (en todas sus formas) en el desarrollo de los niños y adolescentes. Parecería que es un tema viejo, de los años 80 y 90 y superado por los investigadores.
Un estudio canadiense demuestra que el tema todavía está vivo, que hay mucho para investigar y nos alerta sobre los riesgos que pueden provocar a corto y largo plazo en los niños que ven televisión durante muchas horas.
La investigación prospectiva de la Universidad de Montreal, disponible en la revista Psychological Medicine, demuestra que los niños que ven muchas horas de televisión durante los primeros años de vida son más propensos a preferir la soledad, experimentan victimización de sus pares y adoptan conductas agresivas y antisociales hacia sus compañeros durante los primeros años de la escuela secundaria.
Estos resultados no son poca cosa, considerando que provienen de una gran muestra longitudinal que contó con la participación de los padres de 991 niñas y 1006 niños. Los padres reportaron los hábitos de sus hijos y el numero de horas que pasaban al frente de la televisión cuando tenían dos años de edad. Luego, cuando los niños cumplieron 13 años, se les aplicó una serie de escalas para que evaluaran las dificultades sociales que afrontaban. Las mismas estaban relacionadas con la victimización, aislamiento social, agresión intencional y planeada de sus padres, y conducta antisocial.
¿A qué se deben estos resultados?
Durante los primeros años de vida, muchos padres suelen ponerle diversos programas educativos a los niños, y acordes su edad. Hasta ahí está todo bien. El problema surge cuando los niños pierden horas para desarrollar actividades creativas y nutrirse con experiencias sociales que son necesarias para su óptimo desarrollo personal por estar viendo televisión.
Como dije anteriormente, la televisión forma parte de nuestra cultura y de nuestros hábitos. No estamos intentando demonizar la televisión (en todas sus formas) o cancelar cualquier programa que le gusta a un niño. A lo que se apunta es la concientización de los padres respecto de los hábitos que inculcan a sus hijos y que pueden afectarlos durante toda su vida.
Fuente: Psypost