Luis Hornstein escribió un artículo para el diario Clarín sobre la depresión y la falta de ideales. Un artículo muy bueno que merece su lectura:
Chateaubriand acuñó la expresión “mal del siglo” en el siglo XIX para referirse a una crisis de creencias y valores que impregnaba a la sociedad occidental. El siglo XX tuvo la propia: era de la “ansiedad”. El XXI va teniendo la suya: “la sociedad depresiva”. ¿Causas? El estrés, el hastío, la falta de ideales. De allí los colapsos narcisistas y las angustias desbordantes. La ilusión parece doblegarse. La búsqueda de nuevos proyectos, sobre las cenizas de los anteriores, es lo que diferencia a una persona que se siente apta para el futuro de la persona lastrada por la nostalgia.
Reconocer la diferencia entre realidad y fantasía suele implicar sufrimiento. Y mejor que no lo borremos. A menos que sea abrumador. Todo cambia. La moral y la felicidad, que eran aceite y vinagre, hoy son cómplices. Hemos pasado de valorar el deber a valorar los placeres. En vez de abnegación, escapismo; en vez de privacidad, violencia mediática y frivolidad. La dictadura de la euforia avergüenza a los que sufren.
Y concluye con este espectacular párrafo:
Hay psicólogos, médicos y psiquiatras que dialogan, que se bajan del pedestal. Ese diálogo es la oportunidad de hablar de su sufrimiento, de integrar sus síntomas y dolencias en una historia personal. Dos personas, conscientes de sus límites y en un contexto de respeto mutuo, intentan encontrar juntas la mejor cura posible.