La preocupación en torno a los problemas que surgen de la vulnerabilidad social y la pobreza en Argentina aumenta día tras día. Actualmente las estadísticas nacionales se encuentran en procesos de actualización y reconstrucción. Contando con el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), podemos estimar que casi el 33% de la población se encuentra dentro de la línea de pobreza, lo que equivale a 13 millones de personas.
En el 2015, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo a nivel mundial propuso diecisiete objetivos de desarrollo sostenible para ser solucionados antes del año 2030. El objetivo número uno de este programa es erradicar la pobreza en todas sus formas. Dentro de los objetivos se abordan las causas fundamentales de la pobreza para lograr un cambio positivo que beneficie a todas las personas y a las generaciones futuras.
La existencia del programa nombrado en el párrafo anterior refleja una preocupación a nivel mundial, no solo de algunos países como Argentina. Pero ¿por qué debemos prestar atención a este tema? ¿Qué consecuencias trae consigo la pobreza? ¿Qué podemos hacer para mejorar esta situación?
¿Qué es la pobreza?
Existe la tendencia a pensar que la pobreza está relacionada exclusivamente con el sueldo de las personas; se esperaría que si un individuo gana un sueldo acorde a lo que necesita para cubrir sus necesidades y las de su familia, tiene garantizado estar fuera de la posibilidad de ser pobre. Ahora bien hay otros factores que influyen, como por ejemplo la raza, la etnia, el género, el estado civil, la edad y el lugar de residencia. Dichos datos son tomados en cuenta en las estadísticas sobre la pobreza y lo que hace que una persona o familia se encuentra en situación vulnerable (Sen, 1998).
En algunos países se encuentran diferencias significativas en los sueldos, el nivel educativo y la posibilidad de empleo según la raza o el género. Esto refuerza el punto que mencionaba antes: la pobreza no está relacionada solamente con el poder adquisitivo, debido a que el acceso a un mejor sueldo o a mejores oportunidades laborales están vinculados a los diversos factores nombrados anteriormente.
Si definimos a la pobreza sólo como la falta de recursos para satisfacer las necesidades básicas (salud, nutrición, vivienda, educación, trabajo y recreación), nos quedaríamos con un concepto muy superficial ya que el ser humano necesita además desarrollarse personalmente, aspirar a metas, autosuperarse y tener la opción de la planificación familiar, entre otras cosa (Salinas, 2016).
Según la Organización Mundial de la Salud, la pobreza se podría calificar como la enfermedad más letal del mundo. La insalubridad es consecuencia de la pobreza. Epidemiólogos expresan que las limitaciones impuestas por la pobreza son capaces de acortar la vida más que problemas como la obesidad, el alcoholismo o la hipertensión. Cuestiones características de personas en situación de vulnerabilidad, como la falta de vacunación, el no tener acceso a agua potable, la falta de alimentos básicos o la exposición a infecciones, son primordiales en la agenda pública. Si no se soluciona la situación de pobreza será imposible erradicar las muertes que la misma causa afectando directamente a la salud, sin importar qué políticas de salud se implementen.
Exclusión social
Un término diferente a la pobreza, el de exclusión social, se puede acuñar para designar a un grupo de la población que ha sido expulsado de la esfera productiva, discriminado y estigmatizado por la sociedad en la que se encuentra y no tiene acceso a recursos básicos.
La exclusión social se puede representar como un túnel en el que la persona ingresa y, una vez adentro, comienza a encontrar infinidad de barreras y dificultades para salir y acceder a una vida social plena. Tiene una serie de características específicas (Falcón, Carmen; 2011):
- Es estructural: la exclusión social no tiene una responsabilidad individual sino colectiva, principalmente de los actores gubernamentales que generan políticas que acrecientan la desigualdad de recursos y fomentan espacios de discriminación.
- Es cambiante y dinámico, es por esto que son importantes las guías de buenas prácticas para mejorar esta situación.
- Es relacional, la exclusión está aparejada con la discriminación por parte de la sociedad, ausencia de empatía y de altruismo.
- Implica todos los aspectos del ser humano.
A consecuencia de la exclusión social, los individuos afectados no participan en (a) la esfera económica: no hay oportunidades de empleo digno, faltan ingresos suficientes; (b) la esfera política: la ausencia de participación en cuestiones de ciudadanía; (c) la esfera cultural y social: privación de espacios comunitarios y de recreación, no hay redes sociales de apoyo para momentos críticos; (d) la esfera educativa: no hay acceso a la educación digna ni a niveles adecuados de instrucción.
El conjunto de estos aspectos da como resultado una falta de respeto a los derechos de ciudadanía. A su vez, la interconexión entre dichas esferas limita el desarrollo integral de la persona y la posibilidad de salir de la exclusión social.
¿Qué significa empoderar?
El concepto de empoderar está relacionado directamente con cambiar la relación de poder, devolviendoles a las personas el control sobre los recursos y potenciando su ideología: las creencias, valores y actitudes que tienen sobre ellos mismos.
Es importante que un programa de empoderamiento tenga en cuenta ambos aspectos para resultar efectivo. Una transformación de los recursos internos puede vencer barreras externas para obtener recursos, pero esto no siempre es suficiente, lo que puede provocar frustración y deserción. Por ejemplo, si sucede un cambio en relación al acceso a recursos materiales pero no es combinado con el cambio de conciencia adecuada, esta población puede quedar sin recursos personales para defenderse a sí mismos y defender el recurso, generando que el poder quede en manos de alguien externo y se den situaciones de dependencia, abuso y desprotección.
Los cambios que se dan son propios de cada personas. Nadie empodera a nadie. Lo que se hace es brindarle a cada individuo los recursos para que haya un crecimiento personal. No se trata de una ayuda asistencial, sino de brindar herramientas, de entrega de recursos externos (materiales) y espacios que construyan confianza y autoestima en la población.
El empoderamiento se realiza mayormente en programas grupales, pero también se producen cambios a nivel individual en el proceso (mayor autoestima, autonomía, creatividad y poder de toma de decisiones). Sería un error no evaluar estas características individuales en un proceso grupal, dado que se trabajan dichos aspectos de manera implícita. Durante este trabajo es importante que las personas recuperen la conciencia positiva sobre ellas mismas y que haya un cambio en la percepción propia que permita valorarse más y reconocer sus logros (grandes o pequeños).
Empoderamiento y pobreza
El empoderamiento sería (o debería ser) una de las principales estrategias a utilizar por parte de las asociaciones civiles y el mismo estado para mejorar la calidad de vida de la población y el nivel de pobreza.
Para armar un programa lo primero que se debe hacer es detectar cuáles son las causas subyacentes de la pobreza en la región. Es importante detectar el grupo específico al cual la pobreza está atacando: no es lo mismo si es un grupo de madres solteras, inmigrantes, indígenas o adultos mayores. En cada caso hay factores específicos a tener en cuenta, individuales, grupales y transversales, que impactan directa e indirectamente en la vida de las personas.
El vínculo entre la pobreza y la población siempre está adherido a la historia de las regiones. Hay factores característicos económicos, políticos y sociales que son los mayores responsables de que la pobreza se perpetúe en el tiempo. Es necesario buscar técnicas que afecten a todas estas dimensiones para lograr un cambio realmente positivo.
Existen en la actualidad diferentes tipos de agentes que implementan programas de empoderamiento en contra de la pobreza y la exclusión social. Un ejemplo son las Organizaciones No Gubernamentales entre cuyas ventajas podemos encontrar a la flexibilidad, el personal innovador y creativo y los vínculos estratégicos con otras organizaciones. Sin embargo, no pueden expandir sus acciones a un territorio macro sin perder parte de su autonomía, es por eso que deben trabajar en conjunto con los estados en cuanto a las políticas sociales y financiamientos.
Otros agentes son los movimientos sociales que son creados con el fin de mejorar la calidad de vida de la población, dichos movimientos se interesan por equilibrar las oportunidades y dar herramientas para que los derechos de todos sean respetados. Debido a que trabajan dentro del grupo de personas vulnerables aspirando a cambiar su situación (sus acciones tienden a llevarse a cabo en el centro de la problemática), una de las dificultades que pueden presentarse es que surja un enfrentamiento entre querer transformar la realidad y encontrarse con quienes controlan los recursos. Estos últimos responden de forma violenta y afectan al proceso directamente, aislando a los más débiles y quitándoles sus beneficios.
Por último podemos mencionar al Estado, que es quizá el más significativo ya que reúne la capacidad financiera para sostener los programas de empoderamiento, los recursos humanos calificados y los vínculos con todas las demás organizaciones. La debilidad del mismo es la presión de dar respuesta a las necesidades y los métodos que quiera llevar a cabo el gobierno, la inmensidad de la burocracia y las diferencias ópticas políticas que viven en cada partido que gobierna.
La receta ideal para combatir a la pobreza sería juntar en un mismo programa ONGs, movimientos sociales y Estado. Estos tres agentes juntos podrían realizar cambios trascendentales que beneficien a la población en riesgo y a su vez mejoren la calidad de vida de toda la región. La erradicación de la pobreza es un beneficio para todos.
Mitos sobre el empoderamiento
El empoderamiento es muy costoso
Si bien el plazo en donde se ven los cambios es más largo que en el asistencialismo, el objetivo final es que la población sea más autónoma y auto-sustentable con lo cual, a largo plazo, no dependerían de la asistencia sino que tendrían acceso a los recursos de manera directa y con herramientas que facilitarían su acceso.
La metodología es complicada
Se utiliza esta metodología en un montón de países de manera eficiente, sobretodo en programas de alfabetización, sustentabilidad y participación ciudadana. Empoderar es cambiar el pensamiento, es darle la oportunidad a la población de valorarse, de mejorar su autoestima, de entender qué es lo que realmente necesitan y darles estrategias para lograr sus metas y objetivos.
No se puede medir
Los programas de empoderamiento son medibles y evaluables con indicadores cualitativos. Al elaborar los programas, se desarrollan objetivos específicos y luego se usan los mismos como indicadores para las evaluaciones. Algunos de los objetivos que se utilizan mayormente son: salud, alfabetización, crédito, ahorro e ingresos; pero se puede adaptar dependiendo de las necesidades regionales específicas. Son importantes los datos registrados por la misma población que se está empoderando, los programas se retroalimentan constantemente con estos resultados, realizando los ajustes correspondientes para asegurarse de que siempre se está un paso más cerca de llegar a los objetivos.
Conclusiones
Para finalizar podemos pensar en el bien común que se desarrolla por prácticas como estas: dar la posibilidad a un grupo de personas de que se vuelvan a sentir incluidas en la población, escuchadas por un estado responsable, no discriminados por la situación por la que están pasando, empoderados para valorarse, ser auto-sustentables y autónomos, gestionar los propios recursos de sus tierras y tomar decisiones que afectan a sus familias, es plantar una semilla hoy para cosechar un mañana mejor. Da como resultado no solo un grupo de personas empoderado sino también una población general beneficiada a nivel económico, político y social.
Aspirar a la erradicación de la pobreza a nivel mundial es una meta ambiciosa pero si cada uno, desde su lugar, colabora, es compasivo e incluye al otro en las decisiones a tomar, con seguridad llegaremos a formar un lugar mejor.
Bibliografía
Meneses Falcón, Carmen (2011) «Pobreza y Exclusión social: buenas prácticas para la inclusión», Boletín CF+S, 49, pp. 53-56. Recurso electrónico en línea: http://habitat.aq.upm.es/boletin/n49/acmen.html
Salinas, P. J. (2006). Pobreza y salud. Un problema global, sus causas, consecuencias y soluciones. MedULA, 15(1), 17-21.
Sen, G. (1998). El empoderamiento como un enfoque a la pobreza. Género y pobreza. Nuevas dimensiones, (26).