La religión puede ser un poderoso recurso para motivar el cambio, prevenir conductas de riesgo, fortalecer el sentido de pertenencia entre grupos de personas que comparten la misma cosmovisión y propósito de vida.
¿Pero qué pasa cuando ese vinculo religioso se rompe y una persona decide abandonar su religión, su iglesia y grupo religioso?
En su último número la revista científica Psychology of Religion and Spiruality, publicó un estudio que describe algunos de los efectos psicológicos que experimentan las personas cuando pierden su religión.
La investigación evaluó durante tres años, con una serie de pruebas de personalidad, valores, creencias y escalas clínicas, a 600 personas de nacionalidad china que se denominaban protestantes cristianos. Durante el transcurso de la investigación 188 de los participantes manifestaron que ya no se consideraban cristianos protestantes. El 82% de ellos dijo haberse cambiado de religión (catolicismo, budismo, tahoismo) y un pequeño porcentaje dijo categorizarse en “otra religión”.
El proceso de salida de la fe no debe considerarse como psicológicamente similar o simplemente como una reversión de la conversión religiosa
Como era de esperarse las personas que abandonaron su religión mostraron un profundo declive en los puntajes de religiosidad (aun cuando se cambiaron a otra). No se encontraron grandes diferencias en los rasgos de personalidad. Relacionado a los valores y creencias, los participantes que abandonaron su religión mostraron un incremento en “control del destino”, una variable que puede describirse como la creencia de que el destino gobierna lo que sucederá en la vida, pero que las personas también pueden intervenir en este proceso. En cuanto a la calidad del sueño, el grupo que perdió su identidad religiosa fueron los que mejores resultados obtuvieron.
Pero la diferencia más llamativa fue la alta variación de los resultados. Cerca de la mitad de los participantes que perdieron su identidad cristiana protestante mostraron una reducción de los síntomas de depresión y ansiedad en comparación con el grupo de personas que se mantuvo en su grupo religioso. Pero la otra mitad de los que abandonaron su religión sufrieron de un incremento en la depresión y ansiedad.
Esta diferencia sugiere que no hay una tendencia especifica entre las personas que abandonan su religión y que los factores de personalidad y el estado psicológico previo podrían incrementar o reducir los efectos psicológicos que produce la perdida de la religión.
La hipótesis principal sería que las personas con una personalidad más extrovertida y con mayor capacidad de recuperación psicológica interpretan la experiencia de abandonar su religión como una oportunidad de crecimiento personal. En cambio, el abandono de la religión podría representar una experiencia más angustiosa para las personas con mayores rasgos neuróticos y mayor vulnerabilidad psicológica. Algo muy parecido a lo que sucede cuando una persona se enfrenta a una crisis vital. Algunas personas pueden verlo como posibilidad de cambio y otras como una crisis devastadora.
Los autores concluyen de la siguiente manera:
“Cualquier teoría que afirme que todos los que abandonan la fe cambian de la misma manera debe ser vista con sospecha.La desconexión religiosa no reduce la ansiedad de todos los que abandonan la fe; sin embargo, se produce una reducción para algunas personas. Esto contrasta con la investigación sobre los conversos al cristianismo que sugería una imagen más directa en la que la mayoría de las personas mostraba mejoras en los síntomas psicológicos. El proceso de salida de la fe no debe considerarse como psicológicamente similar o simplemente como una reversión de la conversión religiosa”.
Referencia del estudio original: Hui, C. H., Cheung, S.-H., Lam, J., Lau, E. Y. Y., Cheung, S.-F., & Yuliawati, L. (2018). Psychological changes during faith exit: A three-year prospective study. Psychology of Religion and Spirituality, 10(2), 103-118.
http://dx.doi.org/10.1037/rel0000157
Fuente: BPS