En 1958, B.F. Skinner y Erich Fromm asistieron al mismo simposio en California. Skinner halló que From “parecía tener algo para decir acerca de casi cualquier cosa, pero nada muy ilustrativo”, y “cuando comenzó a argumentar que las personas no eran palomas, decidí que había que hacer algo”
“En una pedazo de papel escribí ‘observa la mano izquierda de Fromm. Voy a moldear un movimiento de karate’ y se la pasé bajo la mesa a Halleck Hoffman. Fromm estaba sentado directamente frente a mí en la mesa y hablándome a mí mayormente. Giré mi silla ligeramente de manera que pudiera verlo con el rabillo del ojo. Gesticulaba mucho cuando hablaba, y cuando su mano izquierda subía, yo lo miraba directamente. Si bajaba la mano, yo asentía y sonreía. A los cinco minutos estaba moviendo el brazo en el aire tan vigorosamente que el reloj se le salía a cada rato por la mano”.
“William Lederer había visto mi nota, y le susurró a Halleck. La nota vino con un agregado: “veamos si podes extinguirla”.
“Dejé de mirarlo directamente, pero el movimiento de karate siguió durante un largo rato. Fue un truco injusto, pero Fromm me había enojado -en primer lugar con sus generalizaciones sin fundamento sobre la conducta humana y luego con la implicación de que nada mejor podría hacerse ‘si las personas fueran consideradas como palomas'”.
Fuente: Skinner’s 1983 memoir A Matter of Consequences.
Gracias a Fabian Maero por compartirlo.