Eparquio Delgado, psicólogo sanitario en España, hace una buena síntesis del pobre fundamento del coaching:
Para ser coach solo hace falta desearlo. Cualquier persona puede decir que es coach sin haber realizado ningún tipo de curso ni contar con ningún título. Hay profesionales de distintas disciplinas que han sumado la palabra coach a su profesión, igualándose a aquellos que sin haberse formado en absolutamente nada se hacen llamar también de esa manera. Este punto resulta incomprensible cuando el coaching no aporta nada a lo que ya sabe un nutricionista, un psicólogo o cualquier otro profesional de la salud.
Para ofrecer algún tipo de autoridad y presionar a los organismos públicos con el fin de ser reconocidos como profesión, los coaches han creado una red de organizaciones regionales, nacionales e internacionales que obligan a sus miembros a contar con algún tipo de formación, que es la otra gran fuente de negocio del coaching. No solo se gana dinero ofreciendo servicios a personas y empresas. La otra gran fuente de ingresos tiene que ver con los cursos que organizaciones como la International Coach Federation (ICF), la International Coaching Community (ICC) y la International Association of Coaching (IAC) exigen a quien quiere contar con un título que tenga su aval. Si alguien quiere presentarse como asociado de alguna de estas entidades, puede obtener el título necesario realizando alguno de los cursos que imparten academias privadas vinculadas a ellas. Muchos de los cursos certificados por esas entidades ni siquiera exigen contar con el título de la ESO.
Y por último:
Es importante recordar que los coaches no son profesionales sanitarios, por lo que no pueden tratar problemas de salud física o mental. Puede haber profesionales sanitarios que se hagan llamar coaches, pero son sanitarios a pesar de ese título y no gracias a él. También es importante saber que ofrecer servicios de coaching no es ilegal, como tampoco lo es practicar reiki, prescribir homeopatía o realizar conjuros contra el mal de ojo. Las personas deben tener el derecho a gastar su dinero en lo que quieran; los Gobiernos, la obligación de establecer límites a esos servicios, y tanto estos como los medios de comunicación, el deber de informar a la gente para que no caiga en las manos de vendedores de milagros.
Lee el artículo completo en El País.
4 comentarios
En mi país muchos seudo profesionales se hacen llamar coach y ahora para toda cura o solución se requiere coaching. Llevan una información inadecuada y hay profileracion de tantos términos que mas suenan a marketing que profesionalismo. No estoy en contra de ello pero la manera como se difunde desprestigia a los psicólogos.
El coachimg, lo único que aporta a la Psicología como ciencia, es desprestigio pro dar una imágen totalmente equivocada de lo que es un proceso psicoterapeutico; otro gran aporte e imperdonable, es la sacadera de dinero sin resultados positivos, ya que al “formarse”, a ellos les hacen creer que pueden trabajar como psicoterapeutas, de lo cual ni los instructores saben nada; y me quedo aquí para no agotar a los lectores, sugiriéndoles a todos los coachs que se ubiquen y que reconozcan que han sido engañados con una tremenda inversión que hicieron y que no les sirve ni para lo personal…
“El coaching no aporta nada” es una afirmación muy tajante y muy clicbait para Psyciencia como divulgadora seria.
“¿Es su ‘coach’ un vendedor de milagros?”, como señala el artículo original es más serio porque invita a reflexionar sobre la relación del coaching con la psicología por ejemplo, o con ciencias de la salud.
El término coach derivado de los deportes funciona muy bien en entornos empresariales y de emprendimiento, en donde es muy difícil crecer sin mentoría. Y ahí creo que se puede encontrar un espacio al coaching equiparándolo a mentoría, en una serie de habilidades y estrategias con un fin específico.
Lo que si comparto es alejarlo/diferenciarlo de las disciplinas de la salud porque puede entorpecer el imaginario de las sociedades que difícilmente conocen el trabajo de psicólogos o nutricionistas, como para confundirlos más con términos como coaches y los “milagros” que algunos sin escrúpulos si parecen vender.
El artículo está interesante, no tan imparcial pero al menos si concreto en su intención. Se le puede dar un tratamiento más adecuado al tema sin mostrarlo como “el enemigo de las ciencias de la salud”, en tanto todo lo nuevo asusta por desconocido. Tal vez con el tiempo y algo más de rigor se pueda ver la efectividad del coaching o en su defecto se determinen bien sus límites y campos de acción. Tal vez el rigor científico de las ciencias sociales termine siendo un aliado.
Para empezar una startup por ejemplo no viene mal un mentor (coach) que sepa del proceso y lo acompañe, y no tiene que ser psicólogo por ejemplo. Entonces la figura del coach puede si ser necesaria en ciertos mercados, pero definitivamente lo que percibo en el artículo es que amenaza la psicología como disciplina seria y entonces no solo le quita cuota de mercado sino credibilidad a lo que con tanto esfuerzo los psicólogos han investigado y tratado por años con rigor científico (o no).
Al final uno si coincide con el autor al expresar que cada quien verá como gasta su dinero. Y mientras haya demanda habrá oferta, entonces para mi la reflexión o pregunta debería ser “¿Qué están haciendo los psicólogos respecto a la aplicación de la psicología?”, porque para redactar y publicar artículos hay filas enormes, pero en el campo es menos lo que se ve.
Tienes razón debí agregar “no sirve para nada en psicología”. Lo corregiré.
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