Un estudio reciente encontró que el bienestar y la cognición se afectan mutuamente durante la niñez y la adolescencia temprana. Existen además factores de riesgo asociados con peores resultados, incluyendo la pubertad temprana y las malas relaciones con los padres (Fuhrmann et al., 2021).
En esta investigación de carácter longitudinal, el objeto fue examinar la relación mutua entre la capacidad cognitiva y el bienestar. Los autores definieron las habilidades cognitivas como los procesos mentales que nos ayudan a realizar las tareas cotidianas, permitiéndonos mantener nuestra atención, razonar, resolver problemas, aprender y recordar. El bienestar, por otro lado, se refiere a la satisfacción general de una persona con su vida. Ambos constructos cambian y se adaptan durante la niñez y la adolescencia y se han relacionado con una variedad de resultados positivos, incluida la salud física. A su vez, estos constructos provienen de dominios separados de la psicología, pero las investigaciones sugieren que están interrelacionados.
Qué metodología usaron
Los investigadores analizaron datos del Estudio de Cuidado Infantil Temprano y Desarrollo Juvenil, un gran estudio estadounidense realizado entre los años 1991 y 2007. Fuhrmann y sus colegas centraron su análisis en una muestra de 1136 niños y adolescentes que tenían entre 6 y 7 años cuando comenzó el estudio y 15 años cuando finalizó el estudio. Hubo cuatro oleadas de datos, y las medidas incluyeron los dominios cognitivos de matemáticas, vocabulario y planificación y los dominios de bienestar de síntomas de internalización, síntomas de externalización y soledad.
Qué encontraron
En primer lugar, el bienestar se asoció con la capacidad cognitiva: los niños de 6 a 7 años con un bienestar más bajo también tenían una capacidad cognitiva más baja. El vínculo entre la cognición y el bienestar existe y va en ambos sentidos: la cognición está vinculada al bienestar y el bienestar está vinculado a la cognición.
Luego, los investigadores utilizaron modelos de crecimiento latente para explorar la interacción del bienestar y la cognición a lo largo del tiempo y encontraron evidencia de relaciones bidireccionales. Los peores síntomas de externalización a las edades de 6 a 7 años predijeron menos ganancias en la capacidad de planificación, lo que puede ser evidencia de que los problemas de comportamiento pueden surgir antes que los déficits en la cognición.
Un mejor vocabulario entre los 6 y los 7 años predijo menos aumentos en la soledad. Este hallazgo indica que, por ejemplo, las habilidades de vocabulario en la infancia podrían ser un buen objetivo para futuros estudios de intervención, como una estrategia para proteger contra la soledad.
Los investigadores identificaron además diferentes trayectorias entre subpoblaciones específicas de niños, y esto reveló ciertos factores de riesgo y resiliencia. Por ejemplo, los niños con peores síntomas de externalización (como mayor impulsividad, agresividad) y menores avances en la planificación puntuaron más bajo en cercanía con los padres. Un subgrupo de niños con habilidades matemáticas más pobres y un aumento en la soledad en la segunda ola eran menos cercanos a sus padres, tenían un nivel socioeconómico más bajo y tenían menos amistades de calidad. Fuhrmann y su equipo dicen que estos hallazgos resaltan el valor de brindar apoyo social en la escuela. Este subgrupo también tuvo un inicio puberal más temprano, lo que sugiere que una maduración más temprana puede conducir a peores resultados cognitivos y de bienestar.
En cuanto a las implicaciones para el tratamiento, los autores dicen que las intervenciones destinadas a abordar los problemas de comportamiento y fomentar las habilidades verbales podrían ser prometedoras para mejorar la cognición y los resultados de bienestar. Tales intervenciones pueden incluir capacitación para padres, apoyo familiar y programas escolares.
En cuanto a las limitaciones del estudio, señalaron que los datos estudiados correspondían a una cohorte relativamente grande de niños y jóvenes que fueron observados a lo largo del tiempo. No hubo un componente experimental en la recopilación de datos (como por ejemplo una intervención) que permitiera sacar conclusiones causales de sus hallazgos. Por lo tanto, los estudios futuros deberán establecer si los vínculos entre, por ejemplo, el vocabulario y la soledad, son causales.
Referencia bibliográfica: Fuhrmann, D., van Harmelen, A.-L., & Kievit, R. A. (2021). Well-Being and Cognition Are Coupled During Development: A Preregistered Longitudinal Study of 1,136 Children and Adolescents. En Clinical Psychological Science (p. 216770262110302). https://doi.org/10.1177/21677026211030211
Fuente: Psypost