La OMS alerta que el 30% de las mujeres alrededor del mundo sufre algún tipo de abuso físico o sexual durante su vida, siendo las niñas y adolescentes las que mayor riesgo enfrentan.
Los efectos psicológicos del abuso sexual pueden incluir: trauma, fobias, depresión, ansiedad, trastorno por estrés postraumático (TEPT), etc. Cabe aclarar que no todas las personas que sufren de un tipo de abuso o trauma desarrollan algún tipo de trastorno per se y esto dependerá de los recursos de afrontamiento y el apoyo familiar y social con el que cuenten.
Pero esto no significa que la violencia sexual no debe marcas indelebles en la vida de las personas que lo sufrieron. Una investigación de la revista Frontiers in Neuroscience reporta que las mujeres que sufrieron de violencia sexual, aun las que no desarrollaron el trastorno por estrés postraumático (TEPT), sufren de recuerdos más intensos e intrusivos del abuso, incluso después de décadas de haberlo sufrido.
El estudio fue realizado con 183 mujeres universitarias que tenían entre 18 a 39 años de edad. De las cuales 64 reportó haber sufrido violencia sexual (VS) y menos del 10% de ellas estaba bajo medicación para la ansiedad o depresión.
Las mujeres no son las únicas que sufren de violencia sexual, pero los autores de la investigación decidieron concentrarse en esta población por razones muy válidas:
- Las mujeres tienen cuatro veces más riesgo de sufrir violencia sexual en comparación con los hombres.
- Las mujeres en edad universitaria reportan al abuso sexual como el evento más traumático de su vida cuando se compara con los hombres.
- Después de sufrir algún tipo de abuso, las mujeres tienen más riesgo de desarrollar algún tipo de trastorno relacionado con el estrés (TEPT).
Todas las participantes firmaron un consentimiento informado acorde con la Declaración de Helsinki, principios éticos para la investigación con seres humanos, y fueron evaluadas a través de entrevistas clínicas, escalas psicológicas estandarizadas (Escala de Respuesta Rumiativa, Inventario de Cogniciones Postraumáticas, Inventario de Depresión de Beck y el Inventario de Ansiedad de Beck) y pruebas de memoria (Cuestionario de Memoria Autobiográfica y el Symmetry Span Task).
las mujeres que habían sufrido violencia sexual tenían 17% más rumiaciones de tipo depresivo
Los resultados indicaron que un tercio de las mujeres (n=21) que habían sufrido de violencia sexual cumplían los diagnósticos para el trastorno de estrés postraumático. Las mujeres con antecedentes de SV, independientemente del diagnóstico de TEPT, promediaron siete síntomas actuales de TEPT. Las mujeres con exposición a un trauma diferente a SV solo presentaban, en promedio, un síntoma de TEPT.
Al comparar los recuerdos de situaciones o eventos traumáticos, las mujeres con historia de VS reportaron recuerdos más intensos, con mayores detalles e incluso reportaban que podían ver el evento claramente en su mente. Las mujeres con historia de VS sufrían en promedio 15% más rumiación que las mujeres sin VS. Así también las mujeres con VS tenían 17% más rumiaciones de tipo depresivo en comparación con las mujeres sin VS.
En cuanto a los pensamientos relacionados con el trauma, depresión y ansiedad, las mujeres con historia de VS reportaron 26% más cogniciones postraumáticas en comparación con las mujeres sin VS. El 44% de las mujeres con VS reportó mayores síntomas depresivos en comparación con las mujeres sin VS. Relacionado con los síntomas de ansiedad, las mujeres con VS reportaron el doble de síntomas de ansiedad y más del 70% de las mujeres con historia de VS y TEPT reportaron síntomas de ansiedad.
El 44% de las mujeres con VS reportó mayores síntomas depresivos
Estos resultados demuestran que el incremento de la rumia a través del tiempo incrementa al mismo tiempo los síntomas relacionados con el trauma y dificulta la recuperación de las personas después del abuso.
Referencia del estudio original: 1. Emma M. Millon, Han Yan M. Chang, Tracey J. Shors. Stressful Life Memories Relate to Ruminative Thoughts in Women With Sexual Violence History, Irrespective of PTSD. Frontiers in Psychiatry, 2018; 9 DOI: 10.3389/fpsyt.2018.00311
Fuente: ScienceDaily