Mucho se ha investigado acerca de los efectos a largo plazo de los traumas vividos en la infancia temprana. La evidencia sugiere que las experiencias traumáticas pueden desencadenar cambios biológicos e impactar no solo a las víctimas sino a toda una comunidad.
Recientemente, un estudio observacional de dos años de duración publicado en la revista The Lancet Psychiatry indica que un trauma temprano en la vida puede afectar la estructura del cerebro de manera que la depresión clínica se vuelve más grave y recurrente.
Estudios anteriores han sugerido, además, una asociación entre el maltrato y la estructura cerebral alterada, mientras que otros han identificado una asociación entre el maltrato y el trastorno depresivo mayor. Este es el primer estudio que establece directamente un vínculo entre las experiencias de maltrato, las alteraciones estructurales del cerebro y el curso clínico de la depresión. También es el primero en arrojar luz sobre los cambios físicos en el cerebro que podrían estar involucrados (las llamadas “cicatrices límbicas”).
Todos los participantes en el estudio actual tenían entre 18 y 60 años, y habían ingresado al hospital luego de un diagnóstico de depresión mayor. Estaban recibiendo tratamiento hospitalario.
Los participantes fueron reclutados para el estudio entre 2010 y 2016, la gravedad de sus síntomas se evaluó mediante cuestionarios y entrevistas en dos momentos (en el momento del reclutamiento inicial y en una visita de seguimiento de dos años). Todos los participantes se sometieron a una evaluación estructural con imagen de resonancia magnética en el reclutamiento. La presencia y el nivel de maltrato infantil también se evaluaron a través de un cuestionario.
Los resultados de las imágenes de resonancia magnética sugieren que tanto el maltrato infantil como la depresión recurrente se asocian con reducciones similares en el área de superficie de la corteza insular, una parte del cerebro que, se cree, ayuda a regular la emoción y la autoconciencia.
Los hallazgos sugieren que la reducción observada podría hacer más probable una recaída futura, y el maltrato infantil es uno de los factores de riesgo más fuertes para la depresión mayor.
Los pacientes de depresión clínica que fueron maltratados en la infancia son distintos
De acuerdo con el Dr. Nils Opel de la Universidad de Münster, Alemania, quien dirigió la investigación, los hallazgos “agregan mayor peso a la idea de que los pacientes con depresión clínica que fueron maltratados cuando eran niños son clínicamente distintos a los pacientes no maltratados (…) Es posible que los cambios hagan a estos pacientes menos receptivos a los tratamientos convencionales”.
Para el estudio, los pacientes se dividieron en aquellos que no experimentaron ninguna recaída en el período de dos años (35 personas: 17 hombres y 18 mujeres) y los que experimentaron al menos un episodio depresivo adicional (75 personas: 35 hombres y 40 mujeres). De los 75 pacientes en la muestra de recaída, 48 habían experimentado un episodio adicional, siete informaron dos episodios y seis experimentaron tres episodios, mientras que 14 tuvieron un período de remisión de menos de dos meses y, por lo tanto, se podría considerar que tienen depresión crónica. El maltrato infantil se asoció significativamente con la recaída de la depresión.
En investigaciones anteriores, los estudios longitudinales solo han explorado el estado clínico en el momento del seguimiento y no han considerado los síntomas clínicos entre las evaluaciones. Esta vez, los investigadores evaluaron la información sobre los síntomas depresivos durante un período completo de dos años.
Dos años después de su reclutamiento, todos los participantes fueron invitados a participar en una evaluación de seguimiento en la que los síntomas dentro del período completo de dos años se evaluaron de forma retrospectiva.
Una limitación de este trabajo es que las experiencias de maltrato infantil y síntomas depresivos se evaluaron retrospectivamente y, por lo tanto, podrían estar sujetos a sesgos de recuerdo.
La Dra. Lianne Schmaal de la Universidad de Melbourne, Australia, considera que una pregunta clave es si, en la muestra investigada, la reducción observada en el área de la superficie insular refleja un rasgo estable o se normaliza progresivamente con la remisión de la depresión, ya que en su estudio anterior los investigadores solo informaron cómo los cambios longitudinales en el grosor cortical, pero no en el área de superficie, fluctúan con la recaída de la depresión.
Referencia del estudio original: Nils Opel, Ronny Redlich, Katharina Dohm, Dario Zaremba, Janik Goltermann, Jonathan Repple, Claas Kaehler, Dominik Grotegerd, Elisabeth J Leehr, Joscha Böhnlein, Katharina Förster, Susanne Meinert, Verena Enneking, Lisa Sindermann, Fanni Dzvonyar, Daniel Emden, Ramona Leenings, Nils Winter, Tim Hahn, Harald Kugel, Walter Heindel, Ulrike Buhlmann, Bernhard T Baune, Volker Arolt, Udo Dannlowski. Mediation of the influence of childhood maltreatment on depression relapse by cortical structure: a 2-year longitudinal observational study. The Lancet Psychiatry, 2019; 6 (4): 318 DOI: 10.1016/S2215-0366(19)30044-6
Fuente: Science Daily
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