En la actualidad, el trastorno del espectro autista (TEA) es considerado una condición del neurodesarrollo que afecta a la persona a lo largo de toda su vida y tiene impactos en diversas áreas, entre las que podemos mencionar dificultades en comunicación y lenguaje, interacción social y patrones de conductas e intereses repetitivos (APA, 2015). Las personas que llevan este diagnóstico suelen presentar indicios ya desde la temprana niñez, en ocasiones antes de los 18 meses de edad, pero en general suelen observarse de manera más marcada a partir de esa edad.
Dentro del campo de la psicología, existen numerosas hipótesis sobre la etiología del mismo, sin existir en la actualidad una respuesta concluyente o que aplique a todos los casos. Se lo considera una condición multifactorial, donde intervienen variables tanto genéticas como ambientales. Del lado de la terapéutica, existen numerosos tratamientos y abordajes que tienen la finalidad de brindar a las personas con autismo (y a sus familias y contextos donde se desenvuelven) herramientas para que puedan adquirir las habilidades necesarias para su vida.
Como no es extraño en psicología y clínica en general, existe un amplio abanico de opciones terapéuticas y educativas, pero que no gozan todas del mismo estatus empírico. Si separamos en 3 grandes categorías las intervenciones psicológicas en TEA, encontraremos algunas que sabemos desde hace décadas que, sin ser perfectas, funcionan, otras que poseen evidencia emergente pero no disponen de estudios sólidos metodológicamente, y un tercer grupo de terapias de las cuales no disponemos de evidencia, o sabemos directamente que no funcionan, como es el caso del psicoanálisis o de ciertas dietas.
Sabemos que en el autismo una serie de habilidades de vital importancia para la persona están afectadas. También sabemos con bastante certeza que estas dificultades suelen presentarse (aunque de forma enormemente variable) en la primera infancia, y cientos de estudios y varios años de investigación también indican de manera clara que una intervención temprana e intensiva suele establecer un mejor pronóstico en cuanto a la adquisición de autonomía y habilidades.
Estudiar la efectividad de las intervenciones psicológicas en autismo es de crucial importancia, considerando el panorama anterior. Lo es para la propia persona con autismo, también para sus familias y escuelas, que con los conocimientos necesarios pueden ellos mismos ser contextos inclusivos para personas con TEA. También es fundamental para la toma de decisiones políticas y económicas, las cuales (aunque no siempre es así) deberían estar basadas en evidencia. Los gobiernos destinan fondos para investigación, campañas de concientización y en algunos países, para los propios tratamientos. No es inocuo entonces destinar millones de pesos, euros, dólares o la moneda de cada país en abordajes que no funcionen. A su vez, el que personas con dificultades en el desarrollo se vuelvan autónomas, redunda en beneficios para ellas mismas pero también para los mismos Estados que requerirán de menores inversiones para hogares o cuidados de adultos que no tuvieron oportunidades de desarrollar determinadas habilidades en su vida.
Actualmente sabemos que aquellos tratamientos con mayor soporte empírico son los de base conductual, los que están dentro de modelos basados en ABA. En Psyciencia hemos publicado numerosos artículos sobre ABA y autismo, analizando la solidez de sus evidencias, la diferencia entre más o menos horas de intervención, diversos modelos de tratamientos como PRT, Conducta Verbal, ESDM, etc.
Un nuevo trabajo, para ser más específico, una nueva revisión, aporta datos interesantes en relación a aquellas intervenciones psicológicas más efectivas en TEA y sugiere algunas líneas a seguir en cuanto a abordaje se refiere.
¿En qué consistió el trabajo?
Se trató de un estudio de revisión de revisiones que siguió las recomendaciones PRISMA (Preferred Reporting Items for Systematic reviews and Meta-Analysis). Se buscaron revisiones que incluyeran niños y adolescentes menores de 18 años con diagnóstico de TEA y también revisiones cuyos destinatarios de las intervenciones fueran familias de alguien con TEA, siempre y cuando tuvieran como objetivo indirecto de intervención al hijo/a.
La búsqueda se realizó en 36 bases de datos, siendo las más destacadas PsycINFO (n=6), PubMed (n=4), ClinicalTrial.gov (n=3), Cochrane Central (n=3), Embase (n=3), Medline (n=3) y WHO International Clinical trials Registry Platform (n=3). La misma se acotó a los últimos 5 años, es decir, entre el 2017 y 2022. La cantidad total de estudios es 85, de los cuales, cerca del 79% eran ensayos clínicos aleatorizados (RCTs). El total de participantes fue de 4063 personas, con una edad que varió entre los 17 meses a los 18 años, de los cuales un 80% fueron hombres, un dato consistente sobre la prevalencia del autismo en la actualidad (si bien es una tendencia que va cambiando).
Dentro de las investigaciones analizadas se encontraron 3 grandes bloques de intervenciones y/o estrategias implementadas:
- La terapia cognitiva conductual (TCC)
- La terapia de conducta (ABA)
- Intervenciones orientadas a la comunicación
Hallazgos y pautas de la revisión
Tomando en consideración los 3 grandes bloques antes descriptos, hallaron que la Terapia Cognitivo Conductual es eficaz para los síntomas de ansiedad, ya sea a partir de programas de intervención específicos o a partir de distintas técnicas representativas de las TCC, como la reestructuración cognitiva, las técnicas de exposición, estrategias de afrontamiento y la psicoeducación.
Del lado de la terapia de conducta (ABA) se analizaron principalmente aquellas intervenciones tempranas, en donde también tuvieron en cuenta tanto modelos específicos como técnicas aisladas. En referencia a estas últimas, se pueden mencionar aquellas intervenciones basadas en juego, estrategias de mejora de la comunicación, enfocadas en mejorar la relación padre-hijo, etc. En aquellas intervenciones tempranas e intensivas es en donde mayores resultados se observan, reportando mejoras en habilidades de la vida diaria, inteligencia, comunicación, comportamientos adaptativos y habilidades sociales. También se han encontrado mejoras en estrés parental y disminución de hiperactividad y problemas de conducta, en modelos específicos como la terapia de interacción padres e hijos o COMPASS for Hope.
En relación a las intervenciones dirigidas a mejorar habilidades comunicativas, también se hallaron tanto programas concretos, aproximaciones (enfoques naturalistas) y estrategias específicas como PECS, que es el nombre que recibe un programa alternativo y aumentativo de comunicación por intercambio de imágenes (la persona entrega la imagen de lo que desea y otro sujeto entrega el ítem y/o permite acceso a la actividad).
Conclusiones
La revisión permitió encontrar intervenciones psicológicas efectivas en autismo, así como algunas características que debe poseer un programa basado en evidencia. En general, en las habilidades donde mayores cambios se observaron son habilidades comunicativas, inteligencia, disminución de conductas problemáticas y también las habilidades que los padres adquieren para relacionarse con sus hijos con TEA.
Se resumen las conclusiones reportadas por el grupo de investigadores a continuación:
- Las intervenciones conductuales tempranas e intensivas reportan mejoras en comunicación, inteligencia, habilidades de la vida diaria y conductas adaptativas, lo que redunda todo esto en mejoras generales a nivel autonomía
- La terapia cognitivo conductual es eficaz para la mejora de síntomas de ansiedad, pero esto en pacientes con menores necesidades de apoyo (lo que en ocasiones se denomina “alto funcionamiento”)
- Los programas basados en ABA mejoran comprensión lingüística y a su vez la relación con los padres
- La incorporación de familias reportan un tamaño de efecto mayor en tratamientos y en fases de seguimiento
- La utilización de sistemas alternativos y aumentativos de comunicación, como PECS, resulta en mejoras en habilidades comunicativas e inicio de conversaciones
Como mencionamos anteriormente, varias de estas conclusiones corroboran lo que desde hace años se sabe en el campo del autismo y el análisis de la conducta aplicado, no obstante, revisiones de este tipo son de utilidad para evaluar si aparecen nuevas formas de intervención eficaces y además de que forma se pueden mejorar aquellas existentes.
Referencia:Contreras, J. M. F., Askins, M. C., & Becerra, I. G. (2023). Efectividad de las intervenciones psicológicas en Trastorno del Espectro Autista: una revisión sistemática de meta-análisis y revisiones sistemáticas. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 10(1), 10. Descarga el artículo completo.