Una excelente noticia escrita por Carlos Zumenszky para Gizmodo:
La Comisión Federal de Comercio (FTC) acaba de dar luz verde a una nueva normativa titulada Enforcement Policy Statement on Marketing Claims for Over-the-Counter (OTC) Homeopathic Drugs. Lo que hace esta norma es equiparar las obligaciones de los fabricante de fórmulas homeopáticas con las del resto de la industria farmacéutica.
El matiz es importante porque obliga a los fabricantes a realizar pruebas de eficacia en laboratorio mediante doble test ciego. De esas pruebas dependen directamente las afirmaciones de marketing que aparecen en la caja. En otras palabras, si el test científico de un producto para aliviar el resfriado falla, en la etiqueta no puede poner que alivia el resfriado.
Si esta evidencia no existe, los fabricantes de homeopatía deben especificarlo claramente en el etiquetado. También deberán reconocer que las supuestas virtudes del compuesto se basan en teorías del siglo XVIII que han sido rechazadas por la mayor parte de la comunidad científica actual.
La medida que toma Estados Unidos representa un avance importante en los tratamientos médicos y en la capacidad de salvar vidas. Muchas personas creen que la homeopatía y terapias alternativas son inocuas y no se pierde nada con probarlas; pero la realidad es que la homeopatía como primera linea de tratamiento sí representa un serio peligro porque el paciente deja de acudir a los tratamientos con evidencia mientras invierte tiempo y dinero en terapias que al final no lo ayudarán.
En la psicología sucede algo similar. Hay tratamientos que cuentan con mucha evidencia, estudios aleatorios controlados, y hay otros tratamientos que no tienen datos que demuestren que funcionen o su evidencia es muy pobre, y a pesar de ello, las terapias se usan según la preferencia del psicólogo y su comodidad. Lo cual provoca que un paciente que sufre y que busca ayuda de un profesional no reciba el mejor tratamiento para su condición.
Por lo tanto, haré una pregunta que se que molestará a muchos, pero la haré porque creo que es una pregunta válida que debemos hacernos los psicólogos:
¿Qué pasaría si aplicamos una norma similar en la práctica clínica y los psicólogos tuvieran que avisarle a los pacientes cuando están utilizando terapias que no cuentan con evidencia de que realmente funcionan?
Ya se imaginarán la respuesta…