Un nuevo estudio que fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences sugiere que, durante la adolescencia, algunas redes cerebrales empiezan a funcionar, permitiéndole al joven desarrollar habilidades sociales más complejas que le servirán para la vida adulta. Sin embargo, este mismo fenómeno supone un riesgo más elevado de enfermedad mental.
Aunque sabemos que durante la adolescencia se producen cambios a nivel funcional y estructural en el cerebro, no es claro cómo madura exactamente la función cerebral al pasar de la adolescencia a la adultez. La descripción de ésta maduración podría ayudarnos a entender mejor algunos cambios a nivel cognitivo y comportamental así como también la vulnerabilidad a trastornos mentales que se dan en esta etapa del desarrollo. Es por esto que un equipo de Cambridge University y University College London llevaron a cabo un estudio en el que participaron 298 jóvenes saludables de entre 14 y 26 años.
La investigación utilizó Imágenes de Resonancia Magnética Funcional (IRMf) de la actividad cerebral de dichos participantes, escaneadas de 1 a 3 ocasiones con al menos 6 meses de separación entre tomas. En cada escaneo, los participantes se recostaban en el escaner para que los científicos pudieran analizar los patrones de conexión entre diferentes regiones cerebrales en un estado de descanso.
Fue así como descubrieron dos grandes cambios en la conectividad funcional del cerebro que se dan en la adolescencia:
- Las regiones cerebrales que son importantes para la visión, el movimiento y otras facultades básicas estaba fuertemente conectada a los 14 años y se hacía más fuerte a los 25. Esto fue llamado “patrón conservador de cambio”, ya que las áreas cerebrales que tienen conexiones ricas al principio de la adolescencia, se enriquecen todavía más en la transición a la adultez.
- Las regiones cerebrales que son importantes para las habilidades sociales avanzadas (como la teoría de la mente) mostraron un patrón de cambio muy diferente. En el caso de éstas regiones, las conexiones se redistribuyeron durante la etapa de adolescencia: conexiones inicialmente débiles, se hicieron más fuertes y viceversa. A este se le llamo “patrón disruptivo de cambio”.
Al comparar los resultados de las IRMf y otros datos cerebrales, el equipo encontró que las redes de regiones que mostraban patrones disruptivos de cambio durante la adolescencia tenían niveles más altos de actividad metabólica (asociada a remodelación de conexiones entre células nerviosas).
Una de las autoras del estudio, la Dra. Petra Vértes, comenta: “De los resultados de estos escaneos cerebrales, parece que la adquisición de habilidades nuevas, más adultas, durante la adolescencia depende de la formación activa y disruptiva de conexiones entre regiones cerebrales, poniendo nuevas conexiones cerebrales ‘en línea’ por primera vez para desarrollar habilidades sociales y de otro tipo durante el crecimiento.”
El profesor Ed Bullmore, otro de los autores del paper, explica que muchas veces los trastornos mentales se dan por primera vez en la adolescencia, pero no se sabe porqué. Según él, gracias a estos resultados se sabe que hay una remodelación cerebral activa en la adolescencia y que una comprensión más profunda de este desarrollo puede ayudarnos a entender mejor las enfermedades mentales en personas jóvenes.
Por último, el autor principal, Dr František Váša, señala que el trabajo con IRMf es complicado ya que el mínimo movimiento puede corromper los datos obtenidos. Y los adolescentes suelen tener dificultades para quedarse quietos. Sin embargo, el equipo utilizó 3 formas diferentes de asegurarse que sus datos, y por ende sus conclusiones, no se vieran afectados por ese problema y solo se debieran a los cambios en el desarrollo del cerebro.
Referencia del estudio original: Váša, F et al. Conservative and disruptive modes of adolescent change in human brain functional connectivity. PNAS; 28 Jan 2020; DOI: 10.1073/pnas.1906144117
Fuente: University of Cambridge