Cuando los más pequeños se pelean, una de las reacciones inmediatas de los adultos es intervenir y mediar en la riña. Por eso, puede parecer contradictorio un método de disciplina que prescinda de tal intervención. Sin embargo, esta es una de las características principales del enfoque de disciplina japonés llamado “mimamoru”, que ve los conflictos entre niños como una oportunidad valiosa para aprender (oportunidad que es arrebatada por los adultos cuando intervienen como respuesta directa e inmediata). Investigaciones han encontrado que este enfoque permite a los más chicos desarrollar habilidades sociales e interpersonales por sí mismos: crea oportunidades para desarrollar la autonomía y fomentar la propiedad de las soluciones (Nakatsubo et al., 2021.).
Qué es mimamoru
El nombre de esta estrategia pedagógica es un acrónimo de las palabras japonesas “mi”, que significa vigilar, y “mamoru”, que significa proteger o guardia. En general, es entendida como “enseñar observando”: los adultos, incluidos los educadores de la primera infancia, permiten intencionalmente que los niños manejen los desacuerdos por sí mismos para promover su aprendizaje a través de la exploración y las acciones voluntarias. Si bien no es una parte oficial del plan de estudios de educación y cuidado de la primera infancia de Japón, se aplica como una guía implícita.
El enfoque refleja las prácticas de socialización japonesas en el hogar y la escuela, donde es una norma para los adultos esperar que los niños respondan a los problemas y guiarlos para que se apropien de su aprendizaje. Intervenir y juzgar el comportamiento de los niños también puede convertirlos inadvertidamente en buenos y malos, lo que afecta negativamente las relaciones.
Cómo funciona mimamoru
Aplicar la estrategia no significa que los adultos ignoren la seguridad de los niños. Los educadores japoneses intervienen cuando el riesgo de daño físico causado por las peleas es mayor que el beneficio de aprendizaje para los niños.
Mimamoru presenta tres características principales:
- intervención mínima temporal para reducir el riesgo inmediato de daño físico;
- no intervenir o mantenerse al margen de la pelea para alentar a los niños a resolver su problema; y
- la no presencia o dejar a los niños solos una vez que se determina que pueden resolver su problema sin el apoyo de un adulto.
Seleccionar cuál aplicar entre estas tres posibilidades depende en gran medida de la paciencia del educador para equilibrar los beneficios frente a las amenazas, la observación cuidadosa de los comportamientos y la confianza en la capacidad de los niños para aprender de sus propias experiencias.
Una suposición subyacente de esta práctica japonesa es la confianza de los adultos en la bondad inherente de los niños, más específicamente, en su capacidad de aprender a través de las interacciones sociales cotidianas. En otras palabras, los niños aprenden a través de su exploración de la autonomía bajo la protección de los adultos.
¿Puede aplicarse mimamoru en países donde se prioriza la intervención directa e inmediata?
34 educadores de la primera infancia japoneses y 12 estadounidenses participaron en grupos de enfoque que utilizaron métodos de etnografía multivocal modificados con clips de video para analizar la estrategia de no intervención. Después de ver un clip de tres minutos que muestra la estrategia en acción en un preescolar privado en el oeste de Japón, el grupo internacional de educadores discutió las señales no verbales exhibidas por los estudiantes y maestros y el momento de la intervención.
Los educadores señalaron en el estudio que permitir que los niños experimenten sensaciones como “¡duele!” (dolor físico) o “¡oh, no, no debería haberlo hecho!” (culpa) puede ser un momento de enseñanza con relación a que las peleas físicas no resuelven ningún problema.
¿Puede implementarse el método japonés en otros países?
Los participantes estadounidenses en el estudio plantearon que las políticas para proteger a los niños de cualquier daño físico pueden no permitir que los educadores de su país esperen a que resuelvan sus problemas ellos mismos. Sin embargo, reconocieron que valdría la pena probarlo en sus aulas una vez que obtuvieron el consentimiento de los padres y aplicando algunas modificaciones que se ajusten a los contextos educativos y políticas del país.
Referencia bibliográfica: Nakatsubo, F., Ueda, H., & Kayama, M. (2021). Why Don’t Japanese Early Childhood Educators Intervene in Children’s Physical Fights? Some Characteristics of the Mimamoru Approach. https://doi.org/10.21203/rs.3.rs-356531/v1
Fuente: Science Daily