Empecemos por acá.
Elisha: Si estuvieras sentado frente a una persona que está experimentando un profundo sufrimiento emocional en su vida en este momento, ¿Qué consejo o sugerencia le darías?
Jack: Muy poco consejo para empezar. Creo que lo más importante que uno puede hacer es estar totalmente presente en ese estar frente a esa persona y no intentar dar consejos. Sentarse y estar presente, incluso sostener su mano o, si no está abierta a eso, sostenerla en mi corazón y permitir que mi propia experiencia resuene con la de ella. Estar presente yo mismo en la experiencia, con toda la compasión y cuidado, y toma de perspectiva y tanto amor como pueda ofrecer. Si comenzara a decir algo, empezaría por hacerlo cultivando curiosidad, preguntando de qué se trata su sufrimiento, de donde vienen esas lágrimas y esa angustia. Querría saber y no imponer ningún consejo, sin haber primero escuchado con claridad lo que ocurrió, en dónde estaba y qué es lo que está buscando. Y luego, quizá, a partir de esta capacidad compartida de estar presentes me gustaría comunicarle mi confianza profunda en que podemos estar abiertos a todo lo que está ocurriendo y estar juntos con esta experiencia de sufrimiento.
Elisha es Elisha Goldstein entrevistando a Jack Kornfield en el primer capítulo de su libro sobre diálogo conciente (1). Cuando leí ese fragmento por primera vez me conmovió. ¿Qué es lo que generó eso en mí? Posiblemente admiración frente a esa imagen de dos personas sentadas frente a frente abiertas a aceptarse con sus experiencias tal cual son. Puede sonar a algo fácil de hacer pero sabemos que no lo es, al menos para la mayoría de nosotros. Me conmovieron puntualmente dos cosas de esa imagen: la primera, que quien escuchaba lo hacía de una manera que nos suele ser ajena: sin los automatismos habituales, suspendiendo los intentos de “resolver el problema”, con curiosidad; la segunda, que el resultado de esa escucha con esa cualidad particular abría la posibilidad de una conexión real con el otro.Estos dos componentes, los encontramos en la práctica del diálogo conciente.
¿Qué es?
Como toda de práctica de mindfulness, implica la disposición a prestar atención al fluir de la experiencia en el momento presente sin juzgar (2) —en esta oportunidad no nos vamos a detener en los detalles más formales como definiciones más precisas y diferentes áreas de aplicación pero si querés saber más sobre mindfulness podes hacer click acá — Como toda práctica de mindfulness puede resultar incómoda, ya que supone una manera de experimentar los eventos diferente de la que estamos acostumbrados. El diálogo conciente puede considerarse una práctica de mindfulness interpersonal, en donde otro está involucrado junto con nosotros en la experiencia de estar despierto frente la realidad de ese intercambio tal cual es. Dialogar con conciencia plena implica hablar y escuchar de un modo particular a la otra persona.
¿Cómo se hace?
1) Cuando escuchamos, solamente escuchamos
Cada uno tiene su turno para hablar sin interrupciones. El desafío es estar atentos frente a lo que el otro dice y no a lo que nuestra mente nos dice mientras tanto, ni a las distracciones que pueden surgir (la lista del supermercado o recuerdos sobre las navidades pasadas pueden esperar). Por supuesto que nuestra mente se esforzará por imponerse, la práctica es simplemente observar estos intentos y volver a poner la atención en las palabras y gestos del otro cuando habla.
2) Cuando escuchamos, escuchamos con curiosidad
Cultivamos la curiosidad de quién no sabe y está genuinamente interesado, sin realizar juicios de valor. Todos tenemos ideas preconcebidas y prejuicios cuando entramos en una conversación y eso no lo podemos evitar. Permanecer curioso implica entonces dejar pasar esa historia que nos hacemos en nuestra mente respecto a lo que el otro dice y volver a focalizar en lo que en realidad dice. Permanecer curioso implica no aferrarse a las suposiciones.
3) Cuando escuchamos, escuchamos con comprensión
Escuchamos para intentar comprender el lugar del otro, lo que está diciendo y sintiendo, estando atentos a lo que el otro realmente está diciendo y ampliando la atención también a su lenguaje corporal y a su tono de voz.
4) Cuando escuchamos, escuchamos sin interrumpir
Permitimos que el otro se exprese totalmente sin interrumpir. Practicamos notar el impulso a interrumpir al otro mientras habla y no reaccionar a él. Cultivamos paciencia hacia el otro y también hacia nosotros mismos. Respiramos, notamos nuestras ganas de interrumpir, volvemos a poner la atención en las palabras del otro.
5) Cuando hablamos, también escuchamos
Escuchamos nuestras palabras, nuestra mente y nuestro corazón y observamos nuestras reacciones, las ganas de hablar enseguida, de hablar rápido y sin pausas, de justificarnos, de querer salir de la conversación o de insistir en continuarla a pesar del otro, etc.
6) Cuando hablamos, preguntamos más y aconsejamos menos
Pedir más información para lograr entender mejor es una parte importante del diálogo conciente: usamos más preguntas y damos menos consejos u opiniones.
7) Cuando hablamos, notamos cómo surgen nuestros patrones habituales
Puede tratarse de nuestra tendencia a juzgar, a sacar conclusiones apresuradas, a leer intenciones en el otro, a querer responder rápidamente aun cuando no sabemos bien qué decir, a pensar en qué es lo próximo que diremos aun cuando la otra persona aún no terminó de hablar. También muchas veces intentamos decir cosas para buscar aprobación, cariño o admiración por parte del otro o bien damos respuestas automáticas estandarizadas en situaciones en las cuales quizá sería mejor el silencio o dar lugar a que algo más genuino surja en nosotros para decirlo. Notamos estos patrones también cuando escuchamos al otro. Intentamos no reaccionar de manera automática a ellos.
8) Cuando hablamos, hablamos con la verdad
Decir la verdad tiene menos que ver con las palabras y más con la fuente de las palabras (3). La verdad de la que hablamos es una verdad subjetiva a la que accedemos cuando nuestra mente se encuentra aquietada. Las palabras que surgen cuando estamos muy emocionales quizá no sean las que diríamos un rato más tarde cuando la tormenta pasó. Hablar con la verdad implica primero pausar y aquietarse y decidir qué es lo que queremos decir y cómo queremos decirlo.
9) Cuando hablamos, hacemos una pausa
Uno de las actitudes distintivas del diálogo conciente es la capacidad para pausar. Notar las reacciones automáticas y volver al dialogo en el momento. Relajar y no “morder los anzuelos” son parte de la pausa. Cuando relajamos tomamos una respiración conciente y hacemos un escaneo corporal breve para notar las áreas de tensión y entonces las relajamos; realizamos de manera conciente los movimientos que el cuerpo necesita en ese momento. No morder los anzuelos implica no responder con defensividad. Durante la pausa, notamos los anzuelos y luego elegimos como queremos responder.
10) En el diálogo conciente respetamos los silencios
Notamos si frente al silencio surge incomodidad y hacemos lugar a esa incomodidad. No reaccionamos queriendo llenar ese espacio de palabras que no tienen mucho sentido para nosotros. Tomamos los silencios también como parte de la experiencia compartida con el otro y damos lugar a que del silencio pueda surgir algo más genuino.
¿Por dónde empezar?
Como sucede con todas las habilidades que queremos aumentar, el diálogo conciente requiere práctica. Podes comenzar a practicar hoy mismo con quien vos elijas, lo único que necesitas es tener a alguien cerca con quien conversar y disposición a intentarlo. Seguramente es difícil mantener una práctica sostenida por mucho tiempo, por eso quizá sea mejor que te propongas practicar por unos pocos minutos y los hagas con toda tu atención. Es mejor practicar primero durante conversaciones que no impliquen mucha tensión emocional. Cuando estamos en medio de discusiones acaloradas es un poco más difícil. Escuché decir a un sabio profesor: “cuando uno aprende a manejar no empieza por la autopista”. Pero si practicas lo suficiente, cuando llegue el momento de una discusión difícil vas a tener más a mano las cualidades del diálogo conciente.
De todas maneras, si tenés ganas de hacer una práctica menos informal, podés seguir el siguiente ejercicio (4) y notar los resultados en la comunicación:
1. Encontrá un momento en el que no estés apurado.
2. Invitá a alguien a practicar con vos.
3. Decidan quién va a hablar y quién va a escuchar primero.
4. Cada uno tendrá 5 minutos para hablar. Quién escucha puede comenzar con una pregunta o bien quien habla puede elegir el tema sobre el que quiere hablar.
5. Quien escucha permanece con conciencia plena, sin interrumpir ni responder a lo que está escuchando, observando sus propias experiencias internas sin reaccionar.
6. Una vez pasados los 5 minutos, quien escuchó tiene 3 minutos para reflejar lo escuchado sin agregar opiniones ni consejos (“si te entendí bien, lo que pasó fue… y vos te sentiste…”).
7. Luego quién habló tiene un minuto para compartir lo que sintió al ser escuchado.
8. Finalmente, se cambian los roles y se empieza de nuevo.
La gente que realiza esta práctica suele coincidir en que genera una experiencia de reciprocidad, aceptación y conexión con el otro más profunda que la que obtenemos de dialogar según nuestros patrones habituales. Definitivamente vale la pena intentarlo.
Referencias
(1) Goldstein, E. (2010). A Mindful Dialogue: A Path Toward Working with Stress, Pain and Difficult Emotions,. (G. G. (ED.), Ed.).
(2) Kabat-Zinn, J. (1994). Wherever you go, there you are: mindfulness meditation in everyday life. NewYork: Hyperion.
(3) Kramer, G. (2007). Insight Dialogue: The Interpersonal Path to Freedom. London & Boston: Shambhala Puclications.
(4) Day 18: The Mindful Dialogue (2016) in www.mindfulinmay.org
Si te quedaste con ganas de leer más:
Insight Dialogue: The Interpersonal Path to Freedom de Gregory Kramer