Detectar la intención de daño es una habilidad fundamental para nuestra supervivencia, y un equipo de científicos argentinos descubrió que a nuestro cerebro sólo le toma unas milésimas de segundo poder detectar la intencionalidad, y cuáles son las estructuras cerebrales que intervienen en ese proceso.
La investigación fue publicada en Brain, una de las más prestigiosas revistas científicas y el diario La Nación entrevistó a los autores y nos explica en qué consiste la investigación, cuál es su importancia, y las dificultades que afrontaron para llevarla a cabo.
“Antes de los tres años, los chicos ya detectan rápida y automáticamente cuándo una persona quiere dañar o agredir a otra -cuenta Ibáñez-. Dos estudios Jean Decety en chicos de entre un año y medio, y dos años y medio, ya muestran una hiperatención al daño intencional. Determinar la intencionalidad no sólo es una capacidad crítica para la supervivencia, sino que además juega un papel muy importante en el escenario moral: ante daños equivalentes, sentimos más enojo, más empatía por la víctima y castigamos más al agresor cuando las acciones son a propósito.”
Sus hallazgos son muy importantes, porque según los autores, casi el 80% de las evaluaciones morales se basan en la intención y no en el resultado de las acciones.
Las áreas cerebrales involucradas se activan tan rápido que los equipos convencionales de investigación no fueron suficientes. Otro problema que encontraron los investigadores fue que la amígdala, área que querían investigar, está rodeada de pequeñas venas que viajan a otras estructuras y esto podía confudir qué áreas realmente se activaban al hacer lo juicios de intencionalidad.
Para solucionar ese problema la investigadora biomédica Eugenia Hesse de la Universidad Favoloro desarrolló algoritmos especializados que les permitieron registrar la actividad de 115 áreas del cerebro por medio de electrodos intercraneales, colocados en tres pacientes que esperaban una cirugía para la epilepsia.
Agustín Ibáñez, director del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco-Conicet-Nufin) concluyó:
“Pudimos demostrar que la amígdala es un área crítica, fundamental, para la detección de la intencionalidad del daño, que es la base de la teoría de la mente, de la cognición moral y de la empatía. No sólo responde en ventanas de menos de doscientos milisegundos, sino que se conecta tempranamente con otras áreas del cerebro, lo cual habla de una «red rápida» en la que la amígdala es central. Nosotros proponemos que la amígdala responde esencialmente a la saliencia o relevancia: es crítica en cualquier evento saliente, especialmente social”
El equipo de científicos argentinos estuvo conformado por ingenieros, biólogos, psicólogos, neurólogos, físicos y matemáticos. Su trabajo de investigación es ejemplo de que en Latinoamérica se puede hacer investigaciones de primer nivel.