Es probable que lea este artículo dentro del distanciamiento social que se ha decretado en la mayoría de países. Es aún mucho más probable que hayan aparecido en los noticieros personas que desacataron las medidas preventivas tomadas por el gobierno de su país para evitar el contagio del COVID-19. Este tipo de acciones y creencias desadaptadas, que van en contra de las normas morales, ha sido estudiado en diversas investigaciones a lo largo del tiempo dentro del campo de la Psicología.
El psicólogo canadiense Albert Bandura propuso, dentro del marco de la teoría social cognitiva (TSC), el concepto de «desconexión moral», una forma de entender por qué una persona que se comporta de manera amable y piadosa puede llegar a cometer actos inhumanos, o por qué las personas transgreden las normas morales establecidas en la sociedad.
El señala una serie de mecanismos que utilizamos para desconectarnos moralmente de manera selectiva que ampliaré más adelante.
¿Qué es la desconexión moral?
La desconexión moral se puede definir como un conjunto de mecanismos sociocognitivos que permiten a la persona justificar actos perjudiciales para los demás a modo de evitar dañar su autoimagen (Bandura, 1986, 1990; De Caroli & Sagone, 2014; Detert, Treviño & Sweitzer, 2008); estos actos terminan impactando no solo a la persona perjudicada sino a las personas alrededor, quienes tienen un papel menos protagónico pero a quienes les recae cierta influencia, como si fueran espectadores viendo un partido de fútbol (Ver Figura1).
La manera en que entendemos la moralidad, de acuerdo a las teorías de la agencia moral y la social cognitiva, se articula a partir del conocimiento y el razonamiento de la conducta moral. La perspectiva interaccionista de la teoría social cognitiva considera que la conducta moral es el resultado de la vinculación recíproca de las influencias cognitivas, sociales y afectivas (Bandura, 2002; Azzi, 2011). Tanto nuestra manera de pensar como de actuar moralmente se relacionan a través de la autorregulación afectiva e individual (Azzi, 2011; Bandura, 1986, 1991). Dicha autorregulación permite la auto-censura en caso de actos inmorales pero, la autorregulación de la moral no es invariable. Nuestras normas morales no se ajustan como reguladores estáticos e inflexibles en todos los casos, además deben activarse de manera voluntaria y selectivamente (Azzi, 2011; Bandura, 1990).
De acuerdo con las investigaciones, autorregulamos nuestro control moral de manera selectiva (Bandura, Barbaranelli, Caprara & Pastorelli; 1996) pero, cuando no se activa se pueden llegar a cometer actos que violen nuestros estándares morales, debido a que no hubo precisamente, regulación interna previa que censure o frene la realización de dicho acto. (Ortega, Sánchez & Menesini, 2002; Detert, Treviño & Sweitzer, 2008).
El mecanismo de autorregulación por el cual nuestra acción moral es ejercida tiene una relevancia importante en la autogestión de un comportamiento transgresor (Bandura, 1990, 2002 citado en Azzi, 2011). Además dicho mecanismo tiene dos aspectos: uno inhibidor y uno proactivo respecto a nuestra conducta (Bandura, 1999). La forma inhibitoria se manifiesta en la capacidad de detener acciones antisociales, por el contrario una forma proactiva de moralidad está presente en la capacidad de actuar humanamente (Bandura, 2002).
“La conducta moral está motivada y regulada principalmente por el ejercicio continuo de influencia reactiva, pero los mecanismos que los regulan no funcionan a menos que se los active y existen diferentes mecanismos psicológicos por los cuales nuestro control moral puede activarse selectivamente o desconectarse realizando una conducta inhumana” (Bandura, 1990, p.27)
El nivel de control moral estará sujeto a nuestra propia capacidad de mantener en activación los mecanismos que permiten censurar una conducta reprensible. Bandura junto a su grupo investigador en 1996, escribió: “Lo que alguna vez fue censurado moralmente, se convierte en una fuente de autovaloración positiva”.
Figura 1. Mecanismos de Desconexión Moral propuesto por Bandura (1986).
Mecanismos de desconexión moral
Los mecanismos de desconexión moral (Bandura et al., 1996) constituyen ocho procesos de reestructuración cognitiva de la conducta censurable facilitando la desinhibición del razonamiento moral. Como señala Rubio-Garay (2015), estos mecanismos se han agrupado en cuatro dominios en función de donde ejercen su influencia.
A partir de estos cuatro dominios (locus) se despliegan los ocho mecanismos de desconexión moral:
- En el locus de conducta se ubican: la justificación moral, el etiquetado eufemístico y la comparación ventajosa;
- En el locus de acción están: el desplazamiento de la responsabilidad y la difusión de la responsabilidad;
- Dentro del locus de resultado se encuentra a la distorsión de las consecuencias y por último,
- Dentro del locus del receptor de las acciones se sitúan la atribución de la culpa y la deshumanización.
Justificación moral
Las personas pueden actuar según un imperativo moral y preservar su visión de sí mismas como agentes morales mientras infligen daño a los demás. A lo largo de los siglos, personas ordinarias y decentes han perpetrado mucha conducta destructiva en nombre de ideologías justas, principios religiosos e imperativos nacionalistas (Rapoport y Alexander, 1982; Kramer, 1990; Reich, 1990 citado en Bandura, 2002).
Un ejemplo clásico para entender cómo funciona este mecanismo es lo que sucede en Medio Oriente, donde los yihadistas atacan a los israelitas justificando su proceder porque es ley o mandato de Dios.
Etiquetado eufemístico
El lenguaje da forma a nuestros patrones de pensamiento en los que se basan las acciones que hacemos. El lenguaje eufemístico es la forma en que utilizamos las palabras para calificar una acción inhumana de manera que se perciba más aceptable o menos reprobable. Un etiquetado eufemístico se refiere al cambio de palabras que pueden generar un impacto mucho mayor a quien lo lee o escucha por otras palabras de menor gravedad.
Se han realizado investigaciones donde se explica que nuestros actos pueden ser entendidos de forma menos censurable dependiendo como se les llame, a su vez, hay estudios que respaldan el hecho de que las personas se comportan de manera más agresiva cuando se utiliza un eufemismo (Bandura et al., 1996; Bandura, 2002).
Es común, por ejemplo, dentro del lenguaje militar que a los civiles fallecidos en medio de un conflicto armado se les denomine “daño colateral” para evadir la responsabilidad de sus acciones y disminuya la gravedad de las consecuencias (Bandura, 1999).
Comparación ventajosa
Cuando comparamos una conducta perjudicial con otra más dañina, solemos ver la conducta perjudicial como menos perniciosa e incluso le conferimos menores consecuencias de las que ocasiona; a este mecanismo se le denominó comparación ventajosa. Bien decía Bandura junto a sus colaboradores (1996) que cuanto más flagrantes son las actividades contrastadas, es más probable que la propia conducta perjudicial parezca insignificante o incluso benevolente.
Un ejemplo de comparación ventajosa puede ser cuando un niño muestra su reporte de notas donde presenta cuatro cursos desaprobados pero, debido a hay otro compañero que desaprobó más de siete cursos, no hay porqué preocuparse. Situaciones como esta se han revisado en investigaciones sobre la desconexión moral en niños y adolescentes (De Caroli & Sagone, 2014; Hymel & Bonano; 2014).
Desplazamiento de la responsabilidad
De seguro habrá leído o visto las atrocidades cometidas en los campos de concentración por los soldados nazis; bueno, cuando cayó su régimen y se les cuestionó, ellos respondían que solo seguían órdenes de sus superiores o que ellos no hicieron nada.
Esta manera de eludir la responsabilidad de sus actos, se conoce como desplazamiento de la responsabilidad. Incluso, se tienen estudios de que responsabilizar a otros de nuestras acciones perjudiciales reduce la culpa o el malestar emocional producto de la agresión (Rubio-Garay, 2015).
Difusión de la responsabilidad
Bandura (2002) menciona que nuestro control moral disminuye cuando se producen acciones inmorales dentro del anonimato. Para un mejor entendimiento, imagínese un salón de clases donde se pierde un objeto y nadie quiere delatar a quien lo hizo porque “donde todo el mundo es responsable, nadie es realmente responsable en su totalidad”.
Distorsión de las consecuencias
Cuando uno hace uso de este mecanismo, pretende moldear de acuerdo a su gusto las consecuencias de los actos inmorales para minimizarlos o suavizarlos. A través de la distorsión de las consecuencias, uno es capaz de tergiversar los efectos producidos por la conducta perjudicial, intentando minimizar las consecuencias causadas y más aún, tratando de desacreditar cualquier evidencia del daño en cuestión (Bandura et al., 1996; Bandura, 2002).
Un ejemplo sencillo de este mecanismo sería la de un grupo de hombres mayores (60 años para arriba) que sale a tomar bebidas alcohólicas en plena cuarentena.
Atribución de culpa
La atribución de la culpa es trasladar la culpa del efecto nocivo a los demás o a la situación, aludiendo que es la víctima quien forzó o provocó el comportamiento agresivo. (Rubio-Garay, 2015). Este mecanismo se evidencia cuando la persona se victimiza y piensa que su conducta (dañina) es una respuesta o defensa a la provocación del otro (De Caroli & Sagone, 2014).
Un ejemplo ocurre cuando una mujer es abusada sexualmente, y se le culpa por andar vestida de cierta forma, ser amable, estar en la calle a cierta hora o estar sola.
Deshumanización
De acuerdo a Bandura (1996), la deshumanización desaparece el malestar psicológico que se siente producto del daño causado y abre una puerta a seguir cometiendo más y mayores crueldades. El mismo Bandura (2002) menciona que “cuando la deshumanización se combina con la difusión de la responsabilidad por los actos cometidos, se incrementa en gran medida el poder punitivo de las personas (citado en Rubio-Garay, 2015).
Si querés leer más sobre el tema, te recomiendo:
Caracterización de los mecanismos de desconexión moral en escolares que asisten a una Institución Educativa pública del Departamento de Sucre, Colombia. Este artículo fue publicado en el 2018, en la revista del Instituto de Estudios en Educación de la Universidad del Norte, “Zona Próxima”, consta de ocho páginas y fue elaborado por los autores: Canchila Arrieta, E.; Hoyos de los Ríos, O. y Valega Mackensie, S. Para acceder a su versión en PDF, ingrese aquí: http://dx.doi.org/10.14482/zp.29.0003
Moral Disengagement and Student Misbehavior in Physical Education (Desconexión Moral y Mal comportamiento en estudiantes de Educación Física). Fue publicado el 2019 en la Revista de Ciencias del Deporte & Medicina (Journal of Sports Science and Medicine), con una extensión de ocho páginas. Fue redactado por: Wei-Ting, Hsu y Yi-Hsiang, Pan. Para acceder a su versión en PDF, ingrese aquí: https://www.jssm.org/volume17/iss3/cap/jssm-17-437.pdf
Research on the Issue of Moral Disengagement in Enterprise Operation (Investigación sobre el tema de Desconexión Moral en la operación empresarial. Este artículo fue publicado el 2019 en Advances in Social Science, Education and Humanities Research (Avances en Ciencias Sociales, Educación e Investigación en Humanidades) como parte de las actas de la 4ta Conferencia Internacional sobre Educación Contemporánea, Ciencias Sociales y Humanidades (ICCESSH, por sus siglas en inglés) y consta de seis páginas. Tiene como autor a: Wei Ma. Para acceder a su versión en PDF, ingrese aquí: https://dx.doi.org/10.2991/iccessh-19.2019.329
Referencias
- Azzi, R. (2011). Desengajamento moral na perspectiva da teoria social cognitiva. Psicologia: Ciência e Profissão, 31(2), 208-219. https://doi.org/10.1590/S1414-98932011000200002
- Bandura, A. (1986). Social foundations of thought and action: A social cognitive theory. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.
- Bandura, A. (1990). Selective Activation and Disengagement of Moral Control. Journal of Social Issues, 46(1), 27-46. Recuperado de: https://www.uky.edu/~eushe2/Bandura/Bandura1990JSI.pdf
- Bandura, A. (1999). Moral disengagement in the Perpetration of Inhumanities. Personality and Social Psychology Review, 3(3), 193-209. Recuperado de: https://www.uky.edu/~eushe2/Bandura/Bandura1999PSPR.pdf
- Bandura, A. (2002). Selective Moral Disengagement in the Exercise of Moral Agency. Journal of Moral Education, 31(2), 101-119. Recuperado de: https://web.stanford.edu/~kcarmel/CC_BehavChange_Course/readings/
Additional%20Resources/Bandura/bandura_moraldisengagement.pdf - Bandura, A., Barbaranelli, C., Caprara, G. V. & Pastorelli, C. (1996). Mechanisms of Moral Disengagement in the Exercise of Moral Agency. Journal of Personality and Social Psychology, 71(2), 364-374. Recuperado de: https://www.uky.edu/~eushe2/Bandura/Bandura1996JPSP.pdf
- De Caroli, M., & Sagone, E. (2014). Mechanisms of Moral Disengagement: An Analysis from Early Adolescence to Youth. Procedia – Social and Behavioral Sciences, 140, 312-317. https://doi.org/10.1016/j.sbspro.2014.04.426
- Detert, J., Treviño, L., & Sweitzer, V. (2008). Moral disengagement in ethical decision making: A study of antecedents and outcomes. Journal of Applied Psychology, 93(2), 374–391. https://doi.org/10.1037/0021-9010.93.2.374
- Hymel, S. & Bonano, R. (2014). Moral Disengagement Processes in Bullying. Theory Into Practice, 53(4), 278-285. https://doi.org/10.1080/00405841.2014.947219
- Ortega, R., Sánchez, V., & Menesini, E. (2002). Violencia entre iguales y desconexión moral: un análisis transcultural. Psicothema, 14(1), 37-49. Recuperado de: http://www.psicothema.com/pdf/3473.pdf
- Rubio-Garay, F. (2016). Desconexión Moral y Violencia en las relaciones de noviazgo de adolescentes y jóvenes (Tesis Doctoral). Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=121540