La experiencia de “Practicando una crianza guiada por valores”, como taller participativo dirigido a padres y cuidadores, fue pensada y elaborada dentro de la situación de ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) en el Área Metropolitana de Buenos Aires, provocada por la pandemia del COVID-19.
La situación de cuarentena ha supuesto un desafío global, especialmente, para las familias en las que padres e hijos han sido confinados durante largos períodos de tiempo, con una ruptura repentina y sostenida en su sistema de organización y convivencia. Esta situación de excepcionalidad incrementa las interacciones entre los miembros de la familia y, con ello, las ocasiones para fortalecer comportamientos o hábitos que beneficien la convivencia o generar otros que la perjudiquen. Durante el confinamiento, las facetas laborales, educativas y de ocio confluyen en el mismo contexto, el hogar, y, por ello, se hace más necesaria una organización flexible de las actividades, para que cada miembro de la familia pueda responder ante esta situación excepcional del modo más útil.
La investigación sobre la aplicación de ACT en contextos no clínicos allana el camino para el desarrollo de nuevas líneas de actuación ante situaciones tan excepcionales como el confinamiento durante largos periodos de tiempo.
Como terapeutas clínicos, continuamos ofreciendo contención y orientación a las familias por medios virtuales y eso inspiró este aporte que tiene dos ejes de trabajo clínico al servicio de ofrecer preguntas orientadas a favorecer la toma de perspectiva que podrían ser de utilidad para operacionalizar los valores en metas y conductas dentro de este contexto inédito. Pensamos que podemos llevar algunas herramientas clínicas al ámbito familiar, lo que puede ayudar a las familias a favorecer el desarrollo de la capacidad de madres, padres y cuidadores para comprometerse con acciones concretas y valiosas que funcionen, (entendiendo el contexto de cada familia en particular) al servicio de la aceptación y la toma de perspectiva de pensamientos, emociones y sensaciones que ocurren o interfieren en el desarrollo tanto personal como familiar.
- Primer eje: el análisis funcional de la conducta clínica donde Coyne y Cairns (2016), plantean que abordar e integrar las conductas verbales de los padres al análisis funcional nos permite entender la incidencia del seguimiento de reglas en los comportamientos. Considerando los antecedentes, la conducta específica y las consecuencias activas en el ambiente, podemos entender la función del comportamiento del niño en relación al contexto y realizar intervenciones adecuadas para favorecer el desarrollo de alternativas flexibles. Los aportes de la teoría de marcos relacionales (RFT) nos permiten incorporar al análisis conductual clases funcionales de comportamientos que se generalizan en contextos diversos en manera relativamente independiente a las contingencias naturales. Skinner (1957) los definió como conductas gobernadas por reglas. El acto del habla y del pensar son conductas que se interrelacionan y transforman en manera bidireccional y múltiple. Así mismo, las emociones también son conceptualizadas como conductas-estímulo con capacidad de generar y de ser afectadas por relaciones y transformaciones arbitrarias. De acuerdo a Kohlberg, Tsai & Kanter (2009): el acto de hablar, nuestras acciones, nuestras emociones, nuestras reglas y pensamientos son conductas con capacidad de establecer relaciones y transformaciones entre sí y en función del contexto y que en un análisis funcional podrían ser distinguidas como conductas clínicamente relevantes. La terapia de aceptación y compromiso, provee instrumentos útiles para el abordaje de reglas y marcos relacionales que podrían facilitar el ejercicio de una parentalidad efectiva y flexible.
- Segundo eje: una parentalidad basada en valores. Los valores son las cualidades que deseamos que tengan nuestras acciones. Constituyen la dirección para el desarrollo personal que elegimos y esta orientación opera como guía de las conductas. La acción comprometida es el proceso de llevar a cabo los comportamientos guiados por valores aceptando los eventos privados dolorosos en pos de “hacer lo que nos es importante” (Polk y Schoendorff, 2014). Asistir a los adultos significativos en el descubrimiento de los valores a partir de los cuales desean orientar la crianza suele ser productivo (Coyne, 2009). Con el tiempo las acciones comprometidas reguladas verbalmente tenderán a ser reforzadas por las consecuencias directas provistas por el contexto, tales como la mejoría de las dificultades, el incremento de la alegría compartida y una mayor armonía en el vínculo (Backen Jones et al., 2016).
El objetivo es potenciar repertorios de flexibilidad psicológica que permitan que tanto padres como hijos puedan seguir dedicando energía a lo que les “nutre” en sus vidas, aun experimentando en ocasiones malestar en formas de ansiedad, frustración, miedo, tristeza, enojo, etc.
Creemos importante el trabajo con los valores de las figuras parentales debido a que favorece la aceptación de las situaciones problemáticas y los eventos privados dolorosos. El propósito de estos procedimientos se orienta al desarrollo de la regulación emocional y la flexibilidad psicológica en los adultos, permitiendo el manejo de sus propios pensamientos y emociones dolorosas suscitadas en las situaciones conflictivas, la toma de contacto directa con las prioridades de cada situación, una mayor empatía hacia los niños afectados y el ejercicio efectivo de las competencias provistas por los programas de orientación a padres.
A través del armado de un mapa que nos guíe, trabajamos con las familias participantes conductas que les alejan y otras que les acercan al tipo de familia que les gustaría ser en este contexto inédito.
Utilizamos el análisis funcional de la conducta para situar las conductas problemáticas en un contexto, donde las familias puedan observar no sólo la conducta disruptiva, sino también qué la antecede (vulnerabilidades, factores predisponentes, eventos desencadenantes, enlaces) y cuáles son las consecuencias generadas por esa conducta a corto y largo plazo.
Por otra parte, utilizamos la matrix como herramienta para cultivar flexibilidad psicológica, abordando los eventos internos y las conductas parentales de un modo simple, gráfico, que sea fácil de implementar en los hogares luego del taller. Lo que nos gusta de la matrix es que nos ayuda a abordar algunas cuestiones de las familias de una forma simple y no complicar el terreno para alcanzar la práctica de la flexibilidad psicológica.
La esencia de la matrix es la posibilidad de ver nuestro propio comportamiento en términos de los 5 sentidos y aquello que no se ve, que es la mente. Y así observar cómo te atascas, notas desde tu propia experiencia cómo funciona aquello que haces, tomando como criterio ¿funciona lo que hacemos?
¿Quién no se atascó alguna vez con esto? ¿Me estoy alejando o acercando de aquello que es importante para mí? Y este trabajo, allana el camino para volver a conectar y estar en el momento presente y poder vincularnos con aquello que es más importante para estas familias en este contexto tan limitante y difícil cómo es el de la pandemia.
Observamos durante el transcurso del taller que las conductas indeseadas muchas veces tienen un largo historial de desarrollo y podría llevar un tiempo antes de que los cambios en los comportamientos de los padres incidan en las conductas de los hijos.
Debido a que las consecuencias de la implementación de estrategias por parte de los padres no siempre son reforzantes a corto plazo, asistir a los adultos significativos en el tener claridad de los valores a partir de los cuales desean orientar la crianza suele colaborar en la mejora de las estrategias que utilizan. Con el tiempo las acciones comprometidas guiadas por esos valores tenderán a ser reforzadas por las consecuencias directas que nos brinda el contexto, es decir, la mejoría de las dificultades, el incremento de la alegría compartida y una mayor armonía en el vínculo.
Lo interesante de este momento tan peculiar es el hecho de que tanto los profesionales como las familias respondemos sensiblemente al mismo contexto, de algún modo compartimos exactamente la misma experiencia, por eso nuestra propuesta, se convierte en un espacio colectivo donde con cierta intimidad se puede explorar con confianza eso que se siente y así orientar modos de acción y cultivar valores favoreciendo la flexibilidad psicológica, importantísima para cuidar la salud mental de las familias.
*Este artículo fue escrito por Vanina Teti y Susana Almada.
Lista de referencias
- Alonso Sanz, A., Barbero Rubio, A. y Gil Luciano, B. (2020) Consideraciones sobre conducta infantil y confinamiento en la crisis por COVID-19 desde la perspectiva funcional del Análisis de la conducta y ACT.
- MICPSY (2020) Pautas de convivencia con niños durante COVID-19.
- Olaz, F., Polk, K. La Matrix, Manual del usuario.
- Mandil J., Jose Quintero P., Maero F. ACT Terapia de Aceptación y compromiso para adolescentes. Editorial Akadia
- Kelly G., Soriano, L. (2002) Terapia de Aceptación y compromiso, un tratamiento conductual orientado a valores.
- Hayes, S. (2013). Sal de tu mente, entra en tu vida. La nueva terapia de aceptación y compromiso. Bilbao: DDH. (Original del 2006)
- Mandil, J. (2016) Terapia de aceptación y compromiso para padres de niños con conductas disruptivas. Psyciencia: https://www.psyciencia.com//terapia-aceptacion-compromiso-act-padres-ninos-conductas-disruptivas/
- Ascanio-Velasco L. y Ferro-García R. (2018). Combinando la terapia de aceptación y compromiso con la terapia de interacción padres-hijos en un niño con graves problemas de conducta. Revista de psicología clínica con niños y adolescentes.