El embarazo es un momento de mayor riesgo de depresión para la persona embarazada. De hecho, se estima que entre el 10 y el 20% de las mujeres probablemente experimenten depresión clínica durante el embarazo, el mismo porcentaje de riesgo que existe después del parto (Underwood, Waldie, D’Souza, Peterson y Morton, 2016).
Puede ser un momento de intensas reacciones emocionales, cuyas manifestaciones se explican en parte por los cambios hormonales experimentados. Estos cambios hormonales no son solo un “efecto secundario” del embarazo, son parte de lo que ayuda al cerebro de la persona embarazada a cambiar y adaptarse a la maternidad.
Una investigación encontró que, durante el embarazo, las mujeres ya están más interesadas y atentas a los bebés (Thompson-Booth et al., 2014a; Thompson-Booth et al., 2014b). En este estudio, si bien las mujeres embarazadas y no embarazadas miraron bebés felices por la misma cantidad de tiempo, a las mujeres embarazadas les costó dejar de prestar atención a los molestos. Esta mayor atención a la angustia infantil es algo que probablemente ayude a las mujeres a cuidar mejor a sus propios bebés, ya que es la forma en que los bebés señalan que necesitan ayuda y atención. Otro estudio mostró que esta mayor atención a la angustia infantil durante el embarazo está relacionada con una mejor vinculación con el propio bebé después del parto (Pearson, Lightman y Evans, 2011).
¿Qué pasa con la mayor atención cuando la embarazada está deprimida?
Algunos estudios señalaron que las mujeres embarazadas deprimidas mostraron una atención menor (en lugar de mayor) a las caras de los bebés, especialmente si el bebé estaba angustiado (Rutherford, Graber y Mayes, 2016). Cuando miraban a bebés angustiados, su reacción neuronal disminuyó en comparación con las embarazadas no deprimidas.
Sin embargo, parecería que el tratamiento de la depresión mejora la atención a las señales del bebé (Pearson et al., 2013), lo que demuestra cuán importante es brindar a embarazadas y nuevas madres la ayuda que necesitan para ser capaces de cuidar a sus bebés.
Identificar la depresión
Para saber si una embarazada podría estar deprimida, es importante prestar atención a la combinación de cinco (o más) de los siguientes síntomas:
- Sentimientos de tristeza, vacío o sin esperanza.
- Disminución del interés en actividades divertidas, menos disfrute de las cosas que solían ser agradables (por ejemplo, todo se siente aburrido, sin sentido).
- Aumento o disminución del apetito.
- Cambios en los patrones de sueño (más o menos sueño; sueño perturbado).
- Dificultad para sentarse o quedarse quieto, o lentitud visible para hacer cosas (por ejemplo, hablar o moverse lentamente).
- Sentirse cansada, sin energía.
- Sentirse inútil y/o extremadamente culpable.
- Dificultades para concentrarse y/o dificultades para tomar decisiones cotidianas (p. Ej., qué comer o vestir).
- Pensamientos recurrentes sobre la muerte, deseando la muerte.
También podría resultar útil tener presente los rasgos de la “depresión perfectamente escondida.”
Aunque todos experimentamos algunos de estos síntomas de vez en cuando, si ocurren durante un período prolongado de tiempo (más de dos semanas en las que la persona se siente así la mayor parte del tiempo), es mejor buscar el consejo de un profesional de la salud mental. Cuidar a la embarazada será de ayuda para ella y el bebé.
Referencias:
Pearson, R. M., Lightman, S. L., & Evans, J. (2011). Attentional processing of infant emotion during late pregnancy and mother–infant relations after birth. Archives of Women’s Mental Health, 14, 23-31. https://doi.org/10.1007/s00737-010-0180-4
Pearson, R. M., O’Mahen, H., Burns, A., Bennert, K., Shepherd, C., Baxter, H., … & Evans, J. (2013). The normalisation of disrupted attentional processing of infant distress in depressed pregnant women following Cognitive Behavioural Therapy. Journal of Affective Disorders, 145, 208-213. https://doi.org/10.1016/j.jad.2012.07.033
Rutherford, H., Graber, K. M., & Mayes, L. C. (2016). Depression symptomatology and the neural correlates of infant face and cry perception during pregnancy. Social Neuroscience, 11, 467-474. https://doi.org/10.1080/17470919.2015.1108224
Thompson-Booth, C., Viding, E., Mayes, L. C., Rutherford, H. J., Hodsoll, S., & McCrory, E. (2014a). I Can’t Take My Eyes Off of You: Attentional Allocation to Infant, Child, Adolescent and Adult Faces in Mothers and Non-Mothers. PLoS ONE, 9, e109362. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0109362
Thompson-Booth, C., Viding, E., Mayes, L. C., Rutherford, H. J., Hodsoll, S., & McCrory, E. J. (2014b). Here’s looking at you, kid: attention to infant emotional faces in mothers and non‐mothers. Dev Sci, 17, 35-46. https://doi.org/10.1111/desc.12090
Underwood, L., Waldie, K., D’Souza, S., Peterson, E. R., & Morton, S. (2016). A review of longitudinal studies on antenatal and postnatal depression. Archives of Women’s Mental Health, 19, 711-720. https://doi.org/10.1007/s00737-016-0629-1
Fuente: Psychology Today