Un estudio enfocado en personas que padecieron COVID-19 severo, y requirieron internación en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), encontró que en estos pacientes, el deterioro cognitivo es muy probable y sus efectos pueden ser duraderos. Más específicamente, los investigadores hallaron que el 73% de los participantes tenían delirios, un trastorno mental grave caracterizado por la confusión, agitación e incapacidad de pensar con claridad (Ragheb et al., 2021).
Qué metodología usaron
Participaron en el estudio 148 personas que habían contraído COVID-19 y requirieron internación en la UCI.
Utilizando los registros médicos de los pacientes y las encuestas telefónicas después del alta hospitalaria, los investigadores buscaron identificar los hilos comunes entre los pacientes que desarrollaron delirio.
Qué encontraron
Los pacientes que tendían a estar más enfermos y presentaban más comorbilidades como hipertensión y diabetes, también parecían tener un COVID más severo y mayores probabilidades de padecer delirios. La enfermedad en sí puede provocar una reducción del oxígeno en el cerebro, así como el desarrollo de coágulos de sangre y accidentes cerebrovasculares, lo que resulta en deterioro cognitivo. Además, los marcadores inflamatorios aumentaron considerablemente en pacientes con delirio. La confusión y la agitación pueden ser el resultado de una inflamación del cerebro.
A principios de la pandemia, los equipos que atendían a pacientes con COVID-19, a menudo no podía realizar técnicas estándar de reducción del delirio, como ejercicios diseñados para hacer que un paciente se moviera o permitir que los visitantes u objetos del hogar orientaran a los pacientes mientras estaban en el hospital. Además, antes de la llegada de las vacunas, los equipos de protección personal eran limitados y se buscaba restringir la exposición al virus y la propagación de enfermedades.
Por otra parte, los investigadores encontraron una correlación entre el uso de sedantes y el delirio: los pacientes con delirio fueron sedados más seguido y frecuentemente a dosis más altas. Explicaron que es común usar sedantes intravenosos en la UCI, en particular para los pacientes con un ventilador. Sin embargo, al hablar con las enfermeras, encontraron que los pacientes con COVID grave estaban intrínsecamente más delirantes y agitados al inicio del estudio, lo que quizás provocó mayor uso de sedantes.
Deterioro cognitivo después del alta
Los investigadores encontraron que el deterioro cognitivo puede persistir incluso después del alta. Casi un tercio de los pacientes no tuvo su delirio marcado como resuelto en su expediente al salir del hospital y el 40% de estos pacientes requirió atención de enfermería especializada. Casi una cuarta parte de los pacientes dieron positivo en la detección del delirio según la evaluación de su cuidador. Para algunos pacientes, estos síntomas duraron meses. Esto puede hacer que la gestión del proceso de recuperación después de la hospitalización sea mucho más difícil.
Con estos resultados, los autores sostienen que cualquiera que sea la forma creativa en que se puedan implementar los protocolos de prevención del delirio, probablemente será muy de mucha utilidad. Eso incluye una comunicación constante con los miembros de la familia, traer fotografías y objetos de la casa y visitas por video si la familia no puede hacerlo en persona de manera segura.
Y para los familiares y otros cuidadores que luchan por cuidar a sus seres queridos, insta a que obtengan ayuda de su médico de atención primaria lo antes posible.
En general, este estudio destaca otra razón por la que vacunarse y prevenir enfermedades graves es tan importante. Puede haber complicaciones neurológicas a largo plazo de las que quizás no hablamos tanto como deberíamos.
Referencia bibliográfica: Ragheb, J., McKinney, A., Zierau, M., Brooks, J., Hill-Caruthers, M., Iskander, M., Ahmed, Y., Lobo, R., Mentz, G., & Vlisides, P. E. (2021). Delirium and neuropsychological outcomes in critically Ill patients with COVID-19: a cohort study. BMJ Open, 11(9), e050045. https://doi.org/10.1136/bmjopen-2021-050045
Fuente: Science Daily