Los psicólogos clasifican la conducta como perjudicial y disfuncional cuando creen que es atípica, molesta, inadaptada e injustificable.
Un trastorno no es sólo una conducta atípica ya que, por ejemplo, una persona que gana una medalla de oro en las olimpíadas es “anormal” en cuanto a su capacidad física y es un héroe. Para considerar que una persona padece un trastorno mental, un comportamiento atípico también debe ser considerado molesto por el resto de las personas. Pero hay que considerar que los estándares de aceptabilidad de las conductas varían. En algunas culturas, las personas suelen comportarse de modos que en otras culturas serían motivos de arresto (como por ejemplo, andar casi desnudos). Los estándares de aceptabilidad pueden variar dependiendo de variables como el contexto cultural y el tiempo.
Tienden más a considerarse como trastornos cuando se las juzga como perjudiciales
Las conductas atípicas y molestas tienden más a considerarse como trastornos cuando se las juzga como perjudiciales. Por cierto, muchos médicos definen algunos trastornos como conductas inadaptadas, como en el caso de la dependencia de la nicotina por parte de un fumador, comportamiento que le produce un daño físico. Con este medidor, también los comportamientos típicos pueden indicar un trastorno psicológico si se vuelven incapacitantes. Por lo tanto, el desajuste en la adaptación es un elemento clave para definir un trastorno: las conductas pueden ser angustiosas o discapacitantes o colocar a las personas en una situación de gran riesgo de sufrimiento o muerte.
Por último, hay una tendencia en las personas a creer que la conducta anormal es un trastorno cuando la encuentran injustificable racionalmente.
Fuente: Myers, D. (2006) Psicología 7ma edición. Editorial Médica Panamericana: Madrid
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