Para Freud, la personalidad humana surge a partir de un conflicto entre los impulsos biológicos agresivos y que tienden al placer y los límites sociales que la persona ha internalizado. El pensaba que el resultado de los esfuerzos por resolver este conflicto básico daban como resultado la personalidad.
Freud tenía la teoría de que el conflicto se centraba en 3 sistemas que interactúan entre sí: ello, yo y superyó. Dichos conceptos psicológicos abstractos le ayudaban a comprender la dinámica de la mente.
El definió al Ello como una reserva de energía psíquica inconsciente que lucha todo el tiempo para satisfacer impulsos básicos de agresividad, supervivencia y reproducción. Es decir que el Ello opera según el principio del placer: si no se ve restringido por la realidad, busca gratificación inmediata. Por ejemplo, un bebé recién nacido (gobernado por el ello) que llora para que se satisfagan sus necesidades rápidamente sin importarle lo que pasa en el ambiente.
Cuando el Yo se va desarrollando, el pequeño niño aprende a enfrentarse con el mundo real. El Yo se maneja sobre el principio de realidad: busca la satisfacción del Ello pero de un modo más realista, lo que le dará placer a más largo plazo y le evitara el dolor y la destrucción. El Yo contiene pensamientos, recuerdos y juicios parcialmente conscientes..
En su teoría, Freud postuló que alrededor de los 4 o 5 años, el Yo reconoce las demandas del Superyó que está empezando a formarse y que le hace considerar lo real pero también lo ideal (es decir, cómo debe ser nuestra conducta). Esta instancia de la personalidad busca la perfección, produciendo sentimientos de orgullo (positivos) o de culpa (negativos).
Si las demandas del Superyó se oponen a las del Ello, es el Yo el encargado de lidiar entre ambos.
Fuente: Myers, D. (2006), Psicología 7ma edición. Editorial Médica Panamericana:Madrid.
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