Introducción y desarrollo
La mejor manera de considerar el autismo es como un trastorno del espectro en el cual los componentes dimensionales de la cognición social, la comunicación y la flexibilidad presentan variaciones entre individuos que satisfacen los criterios del autismo. La característica clínica fundamental que define el autismo es una alteración de la interacción social que no es absoluta y que cambia según el nivel cognitivo del niño, la etapa del desarrollo en que se encuentra y el tipo de estructura social en la cual se observa. La genética ejerce una influencia poderosa sobre las aptitudes sociales y las deficiencias de interacción social se distribuyen constantemente entre la población general con cortes aleatorios que definen quién está afectado por trastornos del espectro autista y quién no. Esto es consecuencia de una interacción compleja entre varios factores biológicos y ambientales. El término ‘atención conjunta’ se refiere a la capacidad que demuestran los individuos para coordinar la atención con un interlocutor social con respecto a algún objeto o acontecimiento; una alteración en esta habilidad temprana, y especialmente una capacidad deficitaria para iniciar la atención conjunta, es uno de los síntomas principales del autismo.
Conclusiones
Existen datos que sugieren que la corteza frontal dorsomedial y el cíngulo anterior contribuyen al desarrollo de la capacidad del niño para mantener representaciones de sí mismo, de un interlocutor social y de un objeto de interés. La habilidad para participar con frecuencia en conductas de orientación social y, en última instancia, en numerosos episodios de coordinación de la atención social, o atención conjunta, quizá sea una experiencia crítica durante un período determinado del desarrollo que sirve para que se organice el neurodesarrollo social. También se revisa un modelo del neurodesarrollo que explica cómo estas deficiencias tempranas en la cognición social pueden llevar al autismo.
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