El trastorno por déficit de atención es un trastorno del neurodesarrollo de curso crónico y que se perpetúa hasta la vida adulta en la mayor parte de los casos: si se toma en consideración también los casos de remisión parcial, la continuidad alcanza el 75% (Sibley et al., 2016; Sibley et al. 2017).
La presentación del TDAH en adultos difiere de su presentación infantil, Kessler et al. (2010) encontraron que el 77% de los adultos con TDAH padecen síntomas de inatención e idéntico porcentaje padece dificultades en sus funciones ejecutivas. Síntomas como la hiperactividad están presentes sólo en el 54% de los casos, mientras que el 45% presenta dificultades vinculadas con la regulación emocional, lo cual es un número elevado para una característica secundaria que muchas veces se omite señalar.
Los datos respecto a la prevalencia del TDAH en población adulto difieren según los estudios, como puede verse en los resultados de la tabla 1. El DSM-5 indica que el 2,5% de la población adulta padece el trastorno, número que se encuentra en un término medio respecto a los resultados de diversos trabajos (APA, 2013).
Las diferencias entre diversos relevamientos poblacionales, parece estar ligada fundamentalmente a cuestiones metodológicas, reseñadas por Sibley, et al. (2016): por un lado, algunos estudios indagan sobre el nivel de desajuste y otros no, segundo, algunos siguen el puntaje de corte del DSM y otros utilizan un corte a partir de un baremo (e.g. centil 95 en las escalas) y, finalmente, algunos estudios utilizan informantes y otros, en cambio, confían en los auto reportes del paciente. Mientras que el primer factor tiende a reducir el porcentaje de persistencia del trastorno reportado en los estudios, el uso de baremos y de informantes tiende a elevarlo.
Respecto del perfil de comorbilidades, al igual que lo que se observa en otras franjas etarias, la presencia de otros cuadros es la norma y no la excepción, es importante recordar que esta característica es intrínseca al TDAH, ya que especialmente la falta de control inhibitorio y las fallas en la regulación del foco atencional minan la resiliencia del individuo y lo hacen especialmente propenso a padecer otros cuadros psiquiátricos.
La tabla 2 muestra los resultados del estudio de Kessler et al. (2006) en que puede verse, además, en las columnas de la derecha, la prevalencia encontrada en el grupo control, lo que permite apreciar las diferencias más significativas: algunos cuadros como la depresión persistente (distimia) o el trastorno bipolar muestran una prevalencia extremadamente alta respecto a la población general (seis y diez veces más respectivamente) y en general todos los trastornos se encuentran sobrerepresentados.
La presente investigación
Metodología
Muestra. Se trata de una muestra no probabilística, estratificada, de población de buenos aires y gran buenos aires (n = 1127) , de entre 18 y 65 años, (51% mujeres) .
Instrumentos. Se evaluó a los pacientes mediante un cuestionario de características sociodemográficas, indagación de diagnósticos previos y las escalas ASRS 1.11 de la OMS (Kessler et al. 2001) para síntomas actuales del trastorno y la escala WURS-25 (McCann et al., 2000) para indagación retrospectiva en la infancia. Ambas escalas se encuentran validadas en la Argentina (Scandar, 2021) y constan respectivamente de 18 y 25 preguntas de opción múltiple. Finalmente, el cuestionario de calidad de vida para el TDAH AAQoL( Gjervan, & Nordahl; 2010) se utilizó para evaluar el nivel de malestar.
Procedimiento: Tras la firma del consentimiento informado los participantes completaron el cuestionario sociodemográfico y de comorbilidades referidas, y posteriormente los tres cuestionarios que permiten en su conjunto evaluar los tres aspectos que se consideran necesarios para el diagnóstico Sintomatología presente (ASRS 1.1), sintomatología en la infancia (WURS-25) y malestar clínicamente significativo (AAQoL). Se consideró como diagnóstico positivo la pesencia de un percentilo 97 o superior en las tres escalas.
Resultados
Los resultados tomando en cuenta todos los criterios de inclusión y exclusión permiten afirmar que en población argentina la prevalencia del cuadro se encuentra en 4,79%, siendo levemente superior en mujeres (5.16%) que en hombres (4.39%).
La tabla 3 permite observar los diagnósticos referidos por los participantes. Si bien estos pueden considerarse un indicativo de comorbilidades, no debe confundirse con estos ya que no fueron evaluados directamente sino reportados ante la pregunta “indique si ha sido diagnosticado o está en tratamiento por alguno de estos cuadros en la actualidad”. Puede observarse que los pacientes reportan, al comparárselos con el total de la muestra significativamente mayores niveles de abuso de sustancias, trastornos del sueño, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos depresivos y trastorno obsesivo compulsivo.
Al analizar algunas variables sociodemográficas (tabla 4) se observa que los pacientes con TDAH tuvieron un 5,74% más de desempleo y un 52% menos de posibilidades de acceder a un título terciario o superior, llamativamente no hubo diferencias significativas en los niveles de escolarización secundaria.
Discusión
Los resultados indican una prevalencia que se encuentra en el rango de las encontradas por otros estudios y especialmente más cercana a la que se ve en aquellos trabajos que utilizaron mayor amplitud muestral (ver tabla 1), aunque con ciertas particularidades:como el ratio de género que resultan atípicas y que pueden vincularse con la metodología utilizada y la dificultad de excluir posibles diagnósticos diferenciales, lo cual es una limitación que se discute más adelante.
También acode con lo observado en otras latitudes, las personas con TDAH tienen en general un alto índice de diagnósticos psiquiátricos comórbidos, con números que duplican o triplican al del resto de la muestra y con deterioro en los niveles de empleo y desempeño académico. En este último sentido, contrastan los datos obtenidos entre el porcentaje de personas con secundario completo (sin diferencias significativas) y los de niveles superiores, donde puede verse que tener TDAH disminuye cinco veces la posibilidad de obtener un título terciario o universitario. Posiblemente esto se vincule con las políticas educativas que, en Argentina, han tendido a fomentar la permanencia de los jóvenes en las escuelas a pesar de las dificultades de rendimiento académico, con diversas metodologías.
La principal limitación del estudio, compartida por todos los trabajos que siguen este tipo de diseño experimental, es la incapacidad de diferenciar entre comorbilidad y diagnóstico diferencial. Si bien es cierto que el criterio de cronicidad evaluado a través de la WURS facilita excluir posibles cuadros de tipo agudo (episodios anímicos, cuadros de ansiedad), bien puede considerarse que otros cuadros presentes desde la infancia estén mimetizando los síntomas.
Referencias
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- DuPaul, G. J., Schaughency, E. A., Weyandt, L. L., Tripp, G., Kiesner, J., Ota, K., & Stanish, H. (2001). Self-report of ADHD symptoms in university students: Cross-gender and cross-national prevalence. Journal of learning disabilities, 34(4), 370-379.
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- Sibley, M. H., Swanson, J. M., Arnold, L. E., Hechtman, L. T., Owens, E. B., Stehli, A., … & Stern, K. (2017). Defining ADHD symptom persistence in adulthood: optimizing sensitivity and specificity. Journal of child psychology and psychiatry, 58(6), 655-662.
Los resultados que se detallan en este artículo fueron originalmente presentados en el XIV congreso de la Sociedad Argentina de Neuropsicología (Sonepsa, en octubre de 2021).