Anahad O’Connor explica en The New York Times, los cambios que se vienen en las recomendaciones médicas sobre el consumo del alcohol y que son congruentes con investigaciones más nuevas que sostienen que los riesgos asociados con su consumo sobrepasan cualquier posible beneficio:
No obstante, ahora un comité de científicos que ayuda a actualizar la edición más reciente de las Pautas Alimentarias para Estadounidenses adoptó una postura más rigurosa respecto al alcohol. En una conferencia telefónica reciente, el comité afirmó que planeaba recomendar que los hombres y mujeres que beben se limiten a una sola copa de vino, una cerveza o una copa de licor al día. No bebas porque piensas que mejorará tu salud, el comité dice que no es así. Además sostiene que, por lo general, beber menos es mucho más benéfico para la salud que beber más.
Ese mensaje representa una ruptura con las pautas anteriores, que desde 1980 han definido como consumo “moderado” de alcohol hasta dos copas diarias para los hombres y una para las mujeres. Las agencias gubernamentales también han definido desde hace mucho que una copa estándar equivale a 355 mililitros de cerveza normal, 147 mililitros de vino y 45 mililitros de bebidas destiladas (con 40 por ciento de alcohol), cantidades que los estadounidenses superan con frecuencia.
Los estudios que avalan los beneficios del consumos del alcohol son defectuosos:
La nueva recomendación sería una victoria para los expertos que han cuestionado por mucho tiempo el halo de salud en torno al consumo moderado. Dicen que los estudios que demuestran que puede proteger la salud son profundamente defectuosos y que cualquier beneficio cardiovascular que se podría tener, sería superado por el hecho de que el alcohol es una de las principales causas de cáncer que son prevenibles. Según el Instituto Nacional de Cáncer, incluso una bebida al día aumenta el riesgo de cáncer de mama, esófago y oral.
Las interpretaciones exageradas sobre los beneficios del consumo moderado del alcohol:
El debate científico en torno al consumo moderado de alcohol se remonta a la década de 1970, cuando los investigadores de California se dieron cuenta de que los abstemios padecían más infartos que las personas que bebían moderadamente. En las décadas posteriores, muchos estudios observacionales que analizaron poblaciones numerosas documentaron lo que se conoce como la curva en J entre el alcohol y la mortalidad debida a cualquier causa, en especial los padecimientos cardiacos: los índices de mortalidad se redujeron entre quienes bebían moderadamente, en comparación con quienes no bebían y luego aumentaba entre aquellas personas cuyo consumo excedía una o dos copas diarias.
No obstante, los estudios observacionales solo pueden mostrar una correlación, no una causalidad, además de que tienen otras limitaciones. Un factor que provoca mucha confusión es que el estatus socioeconómico es un gran indicador de salud y esperanza de vida, y tiene una relación cercana con los niveles de consumo de alcohol. Los estudios muestran que, en comparación con los bebedores empedernidos y los abstemios, las personas que beben moderadamente suelen ser más acaudaladas y tener un nivel educativo más elevado. También suelen tener mejores servicios de salud, hacer más ejercicio, llevar dietas más saludables y presentar menos obesidad.