El sábado 4 de marzo se llevó a cabo un debate entre dos titanes de la psicología, Javier Tirapu, neuropsicólogo español que sostenía que si existe el TDAH y el Dr. Marino Pérez-Álvarez, catedrático de psicopatología y técnicas de intervención en la universidad de Oviedo, reconocido por argumentar que no hay evidencia suficiente para decir que el TDAH es un trastorno cerebral.
Lamentablemente no hay video completo del debate, pero nuestros colegas de Terapias Contextuales si pudieron asistir y compartieron un breve resumen de este gran debate científico:
Javier Tirapu:
Debemos apostar por el diálogo como responsabilidad científica ante la sociedad, no caer en atacar personas, podemos hablar y aunar por comprender.
La neuropsicología estudia la relación entre el cerebro y la conducta.
Si somos cerebrocentristas, también somos a la vez conductocentristas, porque es imposible para nosotros estudiar el cerebro sin relación con la conducta.
En los cuatro axiomas de Kandel queda reflejado que existe una relación entre cerebro y conducta, en ningún momento se habla ni se asume causalidad; un cambio terapéutico debe presentar un cambio conductual, que podrá tener un reflejo en el cerebro.
O no tenemos biomarcadores para el TDAH, o bien tenemos muchísimos. La neuroimagen no funciona así. No los tenemos tampoco para otros trastornos.
No tenemos biomarcadores, ni la neuroimagen debe ser el patrón para diagnosticar ni verificar un diagnóstico -errores inferenciales entre otros-, y aun así mediante pruebas neuropsicológicas hemos podido anticipar la evolución de trastornos neurológicos y adelantar el tratamiento; el resultado es que damos tiempo a las personas, tiempo de vida.
Si un psicólogo clínico o neuropsicólogo tiene éxito en sus tratamientos y no sabe por qué, ni sabe explicarlo ni hacer un modelo explicativo-predictivo, es un eficaz ignorante, y es inadmisible.
Cerebro, ambiente y aprendizaje interaccionan constantemente, de manera que no podemos establecer que la alteración de uno sea la causa del otro.
¿Aún se va a decir que los neurocientíficos somos cerebrocentristas? ¿Aun afirmando una y otra vez que manejamos un modelo circular no lineal del estudio de la relación entre cerebro y conducta? ¿Aun afirmando que cerebro, aprendizaje y entorno se modulan entre sí?
Marino Pérez-Álvarez:
Es bueno saber ponerse de acuerdo, y también es bueno saber ponerse en desacuerdo.
El TDAH no puede sostenerse como entidad clínica, dado que sus cuatro patas -diagnóstico, condición neurobiológica, origen genético y antecedentes históricos- pueden ser refutadas.
Las revisiones de estudios sobre TDAH en búsquedas genéticas muestran dos cosas: inexistencia de evidencia, y persistencia sobre que la hay o la habrá.
Hasta tal punto presenta una gran dicotomía el modelo biomédico en el TDAH, que lo presentan como TDAH sí o TDAH no, afectado o no afectado, cerebro normal o cerebro anormal, enfermo o sano.
A nadie se le ocurre pensar que la causa de que un hombre sea taxista en Londres es que tenga el hipocampo más desarrollado que quien no lo tiene.
En el TDAH existen consensos, y cuando hay consensos no hay ciencia. ¿Imagináis matemáticos llegando a un consenso sobre cuántos lados debe tener un triángulo? Cuando hay datos de calidad y buenas mediciones, sobran los consensos. Y en el TDAH existen muchos, muchos consensos.
La inatención y la hiperactividad se aprende: no es como el pelo que te crece, ¡no! ¡Se aprende! Los padres pueden aprender principios conductuales para convertir a niños potencialmente TDAH en niños sin riesgo de TDAH.
El TDAH no debería haber salido de la escuela, los pedagogos y psicólogos tenemos herramientas de sobra.
Lee este interesantísimo debate completo en Terapias Contextuales.