En marzo de este año concluí un trabajo de dos años en el Servicio de Tutoría de una universidad. A mi llegada, se había implementado una novedad en el sistema: un programa de consejería al que se denominó sesión individual, para complementar el desarrollo de las sesiones grupales, que era el mecanismo con que hasta entonces se desarrollaba la Tutoría. En las sesiones inidviduales cada tutor se encargaba de conversar con cada uno de sus alumnos durante un periodo de 10 a 15 minutos.
Un mes después de iniciado el programa empezaron a surgir algunas dificultades: problemas con el tiempo y los temas de conversación. No había remedio para el problema de los tutores: los alumnos únicamente hablaban de problemas y no había tiempo suficiente para terminar la conversación. Los tutores no sabían como resolver este problema. ¿Era necesario que exista un problema para mantener una conversación?
Así que decidimos implementar una solución, una metodología basada en el modelo de conversación (y las habilidades, técnicas y estrategias) de la Terapia Centrada en Soluciones. El objetivo era no utilizar la conversación para hablar de problemas. Y surgieron muchas más interrogantes: ¿de qué hablamos si no hablamos de problemas? ¿De qué podemos conversar entonces? ¿Qué tipo de conversaciones debemos promover y qué utilidad podemos darle para que pudiera tener efectos siginificativos?
A continuación quiero presentarles brevemente los modelos que forman parte del conjunto de la Terapia Sistémica Breve, enfoques que particularmente se alejan de la conversación centrada en el problema, resolviendo la pregunta que titula este artículo.
El objetivo aquí no es descubrir un problema ni mucho menos un síntoma: se trata de descubrir y co-crear metas
Terapia Centrada en Soluciones
Hablar de las excepciones, de los momentos en los que no ocurre el problema y cuáles son esas diferencias significativas y qué ocurre contrariamente a esas circunstancias problemáticas, es el propósito inicial de este enfoque.
El objetivo aquí no es descubrir un problema ni muchos menos un síntoma: se trata de descubrir y co-crear metas, apoyando las condiciones del cliente o consultante para lograr estos objetivos, enfocándonos en sus recursos y logros hasta el momento, ampliándolos, anclando los cambios y atribuyendo el control a la persona, todo esto en un vínculo temporal de presente y futuro. En las sesiones siguientes nuestra tarea es permanecer atentos de las cosas que van bien y las que van cambiado, para buscarle alguna utilidad terapéutica. Como señala Steve De Shazer: “Llevar el foco del cliente desde acontecimientos del pasado a sucesos presentes y futuros, promoviendo explícitamente expectativas de cambio”.
Algunas técnicas muy útiles son la “Pregunta de la Escala”, que sirve para medir el progreso de los objetivos, y la “Pregunta del milagro”, que permite imaginar cómo sería el futuro sin el problema.
Terapia Narrativa
La externalización del problema es uno de los abordajes más usados de la Terapia Narrativa. Lo que hacemos aquí es externalizar el problema, es decir, despojar a la persona de la imaginería popular y colectiva que señala que “la persona es el problema”. El objetivo de la externalización es hacer del problema una entidad ajena a la persona, para concluir señalando que EL PROBLEMA ES EL PROBLEMA, no la persona. Externalizando el problema rastreamos el modo en que el problema influye en la vida de las personas y la manera en que las personas influyen en la vida del problema. Luego de externalizar, la idea es localizar y amplificar un suceso extraordinario que pueda desmentir y descentrar la historia saturada de problemas de la persona, para poder hablar de cómo se vería en el futuro a la luz de este “nuevo hecho”, esta “nueva presencia”, este “nuevo estar” en la vida, hasta alcanzar que ese suceso extraordinario vuelva a repetirse, pueda volverse cotidiano, incrementando su autoestima, promoviendo la presencia de un “público”, de testigos que puedan avalar la nueva historia (una historia densa) de éxitos de la persona.
Terapia Estratégica
Nuestro último modelo –aunque no existe un modelo único de Terapia Estratégica- se enfoca en analizar las “soluciones intentadas”, es decir, todo aquello que ha hecho la persona para resolver el problema. Para el modelo estratégico son las “soluciones intentadas” las que influyen principalmente en el crecimiento y mantención del problema: son los intentos compulsivos de corregir la situación lo que representa la parte a resolver, luego de que la persona ha caído en la trampa de hacer más de lo mismo.
Las intervenciones de la terapia estratégica son únicas y diferentes para cada caso: por eso es estratégica, porque se construye a la medida de los objetivos y la meta de los consultantes, utilizando una serie de estrategias en forma de prescripciones de comportamiento enfocados en lograr un cambio mínimo que desencadene posteriormente otros. La terapia privilegia el “cómo” y los procesos.
Ninguno de los enfoques de la Terapia Sistémica Breve busca las “causas profundas de los problemas” ya que actúan básicamente sobre lo que viene sucediendo en el presente, sin necesidad de rastrear en el pasdo. Se observa cómo el problema actúa dentro de un contexto de relaciones y un sistema.
Los tres tienen puntos interesantes de confluencia, razón por la que Mark Beyebach ideó un concepto interesante para esta terapia: Terapia Breve Integrativa.