Enrique Echeburúa para El País:
En definitiva, no se debe tener vergüenza por sentir celos en un momento determinado, porque pueden ser un signo distintivo del amor y del temor a perder algo valioso. Se trata de una emoción que es necesario aceptar y canalizar adecuadamente. Otra cosa es cuando los celos invaden la libertad de la pareja, implican comportamientos controladores, impiden el disfrute del amor e incluso generan conductas violentas. Las personalidades celosas son muy resistentes al cambio de conducta; los celos patológicos, sin embargo, pueden remitir si la persona afectada se somete a un tratamiento adecuado.