Al pensar en depresión, es común imaginar a alguien abatido, sin energía o atrapado en pensamientos negativos sobre sí mismo. Menos frecuente es imaginar a alguien manipulador, emocionalmente frío o impulsivo. Sin embargo, un nuevo metaanálisis publicado en Journal of Research in Personality sugiere que ciertos rasgos de personalidad socialmente indeseables podrían estar estrechamente relacionados con los síntomas depresivos.
El estudio revisó datos de más de 15,000 personas distribuidas en 31 investigaciones y encontró una asociación consistente entre la psicopatía y el maquiavelismo con mayores niveles de síntomas depresivos. En cambio, el narcisismo no mostró una relación clara.
La llamada Tríada Oscura —psicopatía, maquiavelismo y narcisismo— agrupa características como desapego emocional, búsqueda de beneficio personal y tendencia a manipular a otros. Aunque se originó como un concepto para describir perfiles clínicos, hoy sabemos que estos rasgos existen en diferentes niveles dentro de la población general.
Hasta ahora, la mayoría de los estudios sobre personalidad y depresión se han centrado en el modelo de los cinco grandes factores, como el neuroticismo y la responsabilidad. Pero este modelo deja fuera rasgos como la manipulación o la frialdad afectiva, que también podrían tener implicaciones clínicas importantes. Esta omisión ha impulsado una nueva línea de investigación que busca entender el vínculo entre los rasgos oscuros y la salud mental.
El metaanálisis, liderado por Chunwei Lyu, Danna Xu y Guo Chen, recopiló estudios publicados hasta mediados de 2024. Seleccionaron investigaciones que evaluaran la relación entre los rasgos oscuros y los síntomas depresivos mediante herramientas validadas. Por ejemplo, la psicopatía fue medida con escalas como la Self-Report Psychopathy Scale, y la depresión con cuestionarios estándar como el Beck Depression Inventory.
Los hallazgos fueron claros: tanto la psicopatía como el maquiavelismo se asociaron con niveles más altos de síntomas depresivos. Quienes tienden a actuar sin pensar, manipular a otros o desconfiar crónicamente también parecen reportar más sentimientos de desesperanza y tristeza.
El narcisismo, por su parte, ofreció un panorama más complejo. Cuando se evaluó con escalas que captan la faceta grandiosa (como el Short Dark Triad, centrado en la seguridad excesiva, dominancia y necesidad de admiración), la relación con la depresión fue débil o incluso negativa. Es decir, sentirse superior podría proteger contra el desánimo. Pero cuando se usaron herramientas que incluyen aspectos de vulnerabilidad —como la Dirty Dozen, que aborda inseguridad y sensibilidad al rechazo—, la conexión con síntomas depresivos fue leve pero significativa.
Este matiz sugiere que no todos los narcisismos son iguales, al menos en lo que respecta a la salud emocional.
Otro hallazgo importante fue que los resultados variaban según las herramientas utilizadas para medir tanto los rasgos como la depresión. Algunas escalas eran más sensibles a detectar malestar emocional en personas con rasgos oscuros, lo que modificaba la fuerza de la relación estadística entre variables. Este punto subraya la importancia de elegir bien los instrumentos de evaluación en investigación y en clínica.
Pero como todo estudio, este también tiene sus límites. Al basarse en correlaciones, no puede afirmar si los rasgos oscuros causan depresión, si la depresión incrementa estos rasgos, o si hay una relación bidireccional. Tampoco logró distinguir con profundidad entre las formas grandiosa y vulnerable del narcisismo. Y aunque los datos incluyeron regiones como Europa, Asia y América del Norte, aún falta evidencia en lugares como África y Oceanía.
Pese a ello, el trabajo amplía nuestra comprensión de cómo los perfiles de personalidad influyen en el bienestar psicológico. Para los profesionales de la salud mental, esto implica que rasgos como la frialdad emocional, la impulsividad o la tendencia a manipular no solo son desafíos en la relación terapéutica, sino también posibles indicadores de malestar subyacente.
La depresión puede adoptar muchas formas. A veces, puede venir acompañada de llanto, retraimiento o desesperanza. Otras veces, puede coexistir con desdén por los demás, cinismo o una fachada de autosuficiencia. Reconocer estas variaciones no solo mejora el diagnóstico, también permite intervenciones más precisas y humanas.
Referencia: Lyu, C., Xu, D., & Chen, G. (2024). Dark and Blue: A meta-analysis of the relationship between Dark Triad and depressive symptoms. Journal of Research in Personality.