Ante la existencia de un hecho con apariencia delictiva, el Estado (que suele tener el monopolio del “uso legítimo de la violencia”) elige un sistema penal que tendrá como resultado final un “castigo justo”, una retribución para la persona culpable y punible. Una de las garantías que tiene esta persona es la de ser juzgada por un jurado, tribunal o juez imparcial, impartial e independiente. De hecho, para resguardar la imparcialidad de los jurados, las legislaciones suelen disponer medidas de “aislamiento” de aquellos que están cumpliendo con ese deber, con el fin de que su juicio no se vea influenciado por lo que puedan leer, oir o ver fuera de la sala de audiencias, fuera de los relatos y elementos probatorios que presenten la acusación y la defensa.
Y si bien ese es un objetivo muy noble que idealmente puede ofrecer una protección ante los prejuicios que cualquier persona puede desarrollar (aún sin darse cuenta de que está prejuzgando), quienes juzgan pueden ser víctimas de sus propias creencias y preconcepciones respecto de “alguien que comete determinada acción”. Aún más: una investigación reciente encontró que creer en la “maldad pura” puede cegar el pensamiento, y por tanto tender a deshumanizar con mayor fuerza a los perpetradores, verlos como más responsables de sus acciones y apoyar la aplicación de un castigo más severo, incluso cuando se les presenta una posible explicación del comportamiento (por ejemplo, un tumor cerebral que puede causar agresión) (Webster et al., 2021).
El investigador Russell J. Webster y sus colegas diseñaron una escala para medir específicamente hasta qué punto una persona cree que quienes dañan a otros de manera intencional son, simplemente, “pura maldad”. El instrumento se llama Escala de Creencia en la Maldad Pura (CMP).
Qué metodología usaron
El equipo pidió a 302 participantes estadounidenses que leyeran uno de cuatro artículos con noticias ficticias que describían un tiroteo en un centro comercial.
Los artículos diferían en dos formas clave:
- En primer lugar, se describió que el perpetrador tenía un resultado de exploración cerebral saludable o una lesión cerebral que podía estar asociada con un comportamiento agresivo.
- En segundo lugar, el perpetrador fue retratado como estereotípicamente malvado (“sonreía como engreído, como si se emocionara un poco al hacerlo”) o como no estereotípicamente malvado (“no estaba sonriendo, parecía angustiado por lo que acaba de hacer”).
Después de leer el artículo, cada participante respondió varios elementos que abordaban las atribuciones del comportamiento del tirador, sus percepciones sobre el carácter del tirador y sus recomendaciones sobre el castigo. También completaron la escala de creencia en la maldad pura.
Qué encontraron
Tras analizar las respuestas, el equipo encontró que los participantes que leyeron el artículo que describía al tirador como estereotípicamente malvado sintieron que esta persona era más responsable de sus acciones y lo demonizaron y castigaron con mayor dureza.
Por su parte, los que leyeron que el tirador tenía un tumor cerebral lo vieron como menos responsable de sus acciones y lo demonizaron menos. Estos hallazgos coincidieron con los de investigaciones anteriores.
Los participantes con puntuaciones más altas en la escala de CMP consideraron que el tirador era más responsable de sus acciones. También lo demonizaron con más fuerza, lo deshumanizaron y respaldaron un castigo más severo por sus acciones. Además, el análisis de mediación encontró que las percepciones de mayor responsabilidad, deshumanización y retribución mediaron el vínculo entre puntuaciones más altas en la escala CMP y la aprobación del castigo.
Cuando se les presentaron artículos de opinión sobre la noticia, los participantes con una mayor creencia en la maldad pura mostraron una preferencia más fuerte por leer artículos que se correspondían con la noción de la maldad pura, lo que sugiere un sesgo de confirmación en el que estas personas favorecían la información que confirmaba su creencia en la maldad pura.
Cuando una persona hace algo realmente terrible, incluidos tiroteos masivos, aquellos que creen firmemente en la maldad pura (o después de retratar a alguien como malvado), no piensan tan profundamente en las causas del mal comportamiento, reflexionan los autores. Esa gente piensa: eEstos tipos malos son malvados, siempre lo serán. Nada puede cambiar eso. Enciérrenlos, tiren la llave, o incluso ejecútelos”, dijo Webster.
Aún cuando hay una explicación biológica fuera del control del perpetrador (como un tumor cerebral), las personas que creen firmemente en la maldad pura les deshumanizan y castigan con más dureza. Esta creencia parece cegar el pensamiento de la gente, señalan los autores. No es que alguien se despierte y, de repente, dispara en un lugar de trabajo o un centro comercial; hubo una serie de hechos que culminaron en esa terrible acción. Una ‘buena’ persona, dada una serie de eventos desafortunados, puede hacer cosas terribles,” remarcaron.
Los hallazgos de esta investigación nos hacen reflexionar sobre la manera en que respondemos ante eventos tan terribles: cómo elegimos castigar o rehabilitar a los delincuentes, cómo legislamos y hacemos cambios en nuestros sistemas de justicia penal, e incluso cómo sanamos/perdonamos después de estos eventos.
Sería interesante explorar cómo reaccionan las personas con un puntaje de CMP más alto ante delitos más ambiguos, como los que pueden interpretarse como accidentales, señalan los autores que también reconocieron que su estudio no puede establecer una causalidad y que los estudios o experimentos longitudinales que manipulan la CMP serán los próximos pasos importantes.
Referencia: Webster, R. J., Vasturia, D., & Saucier, D. A. (2021). Demons with guns: How belief in pure evil relates to Attributional judgments for gun violence perpetrators. En Applied Cognitive Psychology (Vol. 35, Número 3, pp. 809-818). https://doi.org/10.1002/acp.3795
Fuente: Psypost