El proceso evolutivo ha llevado a que la gestación y el nacimiento humano sean diferentes al del resto de los mamíferos. La mayoría de las crías de otras especies nacen siendo capaces de alimentarse, desplazarse y alejarse de su madre por cuenta propia. En cambio, el bebé humano nace extraordinariamente inmaduro.
Esto se debe a dos causas: por un lado, al pasaje de la cuadripedia a la bipedestación que ha llevado a que la pelvis de las mujeres cambiara y se hiciera más estrecha; por otro lado, a que el crecimiento del cerebro – y por ende de la cabeza – ha llevado a que el bebé humano deba nacer “prematuramente” para poder atravesar el canal de parto ya que si siguiera gestándose intraútero, su cabeza seguiría creciendo y tanto su vida como la de su madre correrían riesgo al momento de su nacimiento…
se recomienda que los recién nacidos permanezcan en contacto ininterrumpido piel con piel con sus madres inmediatamente después del parto/nacimiento
Ahora bien, es importante destacar que fuera del vientre materno el bebé sigue necesitando su contención, su protección, el contacto permanente y el alimento materno para poder sobrevivir. Como afirma el Dr. Nils Bergman, neonatólogo experto en neurociencia perinatal, el hábitat natural del bebé es el cuerpo de su madre.
El trabajo de parto y el nacimiento suponen un estrés para el recién nacido, estrés que se supera con mayor facilidad estando sobre el pecho materno. La Organización Mundial de la Salud recomienda que los recién nacidos permanezcan en contacto ininterrumpido piel con piel con sus madres inmediatamente después del parto/nacimiento (OMS, 1985). Las primeras horas de vida se conocen como “período sensitivo” (Klaus & Kennell, 1976), durante este período madre e hijo tienen una oportunidad óptima de apegarse e influenciarse mutuamente (Bystrova, 2009) al encontrarse las hormonas en sus picos máximos para favorecer un encuentro amoroso y placentero.
El contacto continuado tiene efectos positivos en su interacción, no sólo en lo inmediato sino también a largo plazo. Este primer encuentro es de gran importancia para el inicio del vínculo y para la instauración de la lactancia materna. Además, el contacto continuado piel con piel ayuda al bebé a regular el ritmo cardíaco y respiratorio, la temperatura corporal, la glucosa en sangre y disminuye notablemente los llantos. La separación, aunque sea “tan solo” por unos minutos, conlleva en el bebé a una sensación de desamparo y estrés en tanto irrumpe con la norma biológica de la especie humana y con su programación cerebral de supervivencia (Nils Bergman).
La separación del recién nacido de su madre, viola el programa innato de ambos
La Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2007) recomienda postergar por lo menos durante la primera hora de vida todo procedimiento rutinario de atención al recién nacido que separe a la díada justamente para favorecer el contacto piel con piel sin interrupciones. De esta manera también se facilita que la transición entre el mundo intrauterino y el mundo extrauterino sea menos brusca. Cabe destacar que el contacto corporal con la madre es el primer contacto del niño con el mundo y la comunicación que el lactante recibe a través de la cálida piel materna es la primera experiencia social de su vida (Montagu, 2004).
La lactancia materna es mucho más que leche
La leche materna nutre no sólo desde lo biológico sino también desde lo afectivo. El pecho es un órgano inteligente que sustituye y cumple las funciones del cordón umbilical y la placenta. La leche materna es un tejido vivo que se adapta a las necesidades y requerimientos del lactante.
Cuando el bebé toma el pecho no sólo recibe el alimento ideal para su crecimiento sino que también se estimulan todos sus sentidos: en contacto con el cuerpo de su madre siente su calor, su abrazo, sus caricias, mira su rostro y encuentra su mirada, huele su olor único, saborea la leche tibia que mama, oye los latidos de su corazón y la melodía de su voz… En estas condiciones, encuentra en el pecho y los brazos maternos un entorno emocional seguro y amoroso, necesario para completar su desarrollo (exogestación o gestación extrauterina).
Nada de lo que hace el bebé tiene sentido excepto desde el punto de vista del cuerpo de su madre porque es aquí donde se van a poner en marcha todos los procesos neurológicos necesarios. La separación del recién nacido de su madre, viola el programa innato de ambos (Nils Bergman).
Asimismo, en contacto piel con piel con su bebé, la mujer madre segrega oxitocina endógena, conocida como “la hormona del amor”, que además de intervenir en la lactancia materna, es un mediador bioquímico que facilita el comportamiento y la sensibilidad maternal e induce calma y serenidad en la díada. Este vínculo primordial que van co-construyendo madre e hijo a través de sus interacciones será la base emocional de todos los demás vínculos que establezca el nuevo Ser durante su vida.
Si por motivos de salud la madre no pudiera iniciar o permanecer en contacto piel con piel (CPP) con su hijx tras su nacimiento, se ha demostrado que el CPP con el padre puede ser beneficioso para ambos hasta su recuperación.
Artículo previamente publicado en el blog especializado de Psicología Perinatal de Natalia Liguori.
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Fuentes:
– Alba Romero C., Aler Gay I., Olza Fernández I. “Maternidad y Salud. Ciencia, conciencia y experiencia”. Editado por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Madrid, 2012.
– Bystrova, K., Ivanova, V., Edhborg, M., Matthiesen, A.-S., Ransjö-Arvidson, A.-B., Mukhamedrakhimov, R., Uvnäs-Moberg, K. and Widström, A.-M. (2009),“Early Contact versus Separation: Effects on Mother–Infant Interaction One Year Later”.
– Grieco, A. “Del crecimiento y desarrollo intrauterino a la exterogestación (la dialéctica de las necesidades básicas)”
– Montagu A. “El tacto, la importancia de la piel en las relaciones humanas”. Ed. Paidós Ibérica. Barcelona, 2004.
– Moore ER, Anderson GC, Bergman N. “Contacto temprano piel a piel entre las madres y sus recién nacidos sanos”. Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas 2007, Número 4, artículo n.º: CD003519. DOI: 10.1002/14651858.CD003519.pub2.
– Olza Fernández I, Marín Gabriel MA. “Neurobiología del vínculo maternofilial: aplicaciones para la lactancia materna y/o artificial”. En AEPap ed. Curso de Actualización Pediatría 2014. Madrid: Exlibris Ediciones; 2014. p. 29-39.
– Organización Panamericana de la Salud “Más allá de la supervivencia: Prácticas integrales durante la atención del parto, beneficiosas para la nutrición y la salud de madres y niños”. Washington, D.C., OPS, 2007.
– Puig G, Sguassero Y. “Contacto temprano piel a piel entre las madres y sus recién nacidos sanos: Comentario de la BSR” (última revisión: 9 de noviembre de 2007). La Biblioteca de Salud Reproductiva de la OMS; Ginebra: Organización Mundial de la Salud.
– Stern, D. “El nacimiento de una madre”. Ed. Paidós Ibérica. Barcelona, 1999.