Alfred Adler (1870 – 1937) fue un médico, psicoterapeuta austriaco y fundador de la psicología individual. Basó su teoría en sus propias experiencias – él fue su principal ejemplo – lo que le valió para construir unas de las conjeturas psicológicas más interesantes expuestas en su época. Incluso a Adler se le catalogó como el “personaje del momento” dentro del ambiente intelectual norteamericano, hasta su muerte en 1937 en su llegada a Nueva York (Schultz & Schultz, 2010, p.132).
Para comprender que trata de explicar la psicología adleriana se debe hacer mención a la vida de Adler puesto que desde su niñez sufrió de raquitismo, condición que le impidió la realización de actividades físicas y que propició cierta envidia hacia su hermano mayor que a diferencia de él era saludable y atlético; se esforzó por superar su condición física y su enfermedad. En muchos aspectos de su vida lo logró, destacando la importancia que tuvo la aceptación social de su entorno y la autoestima que había construido. Años más tarde, estudió Medicina en la Universidad de Viena, iniciando como oftalmólogo, luego se dedicó a la Medicina General hasta que fue invitado por Freud para reunirse a hablar sobre el psicoanálisis, atribuyéndole como gran logro la etiología psicológica en la formación de enfermedades, hasta entonces consideradas exclusivamente médicas. Freud quedó asombrado por la capacidad que mostraba Adler para ganarse la confianza de sus pacientes. Más allá de esto, su relación fue estrecha y Adler nunca fue un discípulo de Freud. Pese a esto, en 1910 presidió la Sociedad Psicoanalítica de Viena y fue editor de la revista del mismo nombre. Allí empezó a publicar artículos que criticaban la teoría psicoanalítica y proponía una nueva idea sobre la personalidad, lo que terminaría en la ruptura definitiva con Freud. Un par de años más tarde funda la Sociedad de Psicología Individual.
La propuesta psicológica “individualista” adleriana es llamada así porque es alrededor del propio individuo que gira su teoría y donde se le atribuye una participación activa y consciente en sus decisiones. De acuerdo a Cavazzana (1934) “la psicología individual ha tomado la tarea de estudiar la personalidad del ser humano como una sola unidad y que ésta se direcciona hacia un propósito” (p.284). A su vez, Cloninger (2003) propone lo siguiente: “La teoría de Adler, en contraste con las teorías de Freud y Jung, pone énfasis en la lucha consciente de los individuos para mejorar sus vidas” (p.108).
Esta teoría presenta diversos puntos sobre la forma de percibirse a uno mismo, los cuales se describirán y explicarán para una mejor comprensión:
Sentimiento de inferioridad como fuente del esfuerzo humano. Sobre esto diversos autores señalan que “la teoría adleriana estará dirigida hacia la situación de inseguridad que moviliza toda conducta: el sentimiento de inferioridad” (Chavéz, 2009). Adler, al igual que Freud, tampoco tenía una visión tan optimista sobre el ser humano, incluso, afirmaba que “ser «humano» significaba ser inferior” aunque, debido a que esta condición es igual para todos, no debe ser entendido como una debilidad o un defecto. Dicha “inferioridad” está presente desde que somos niños, al tener la necesidad de ser protegidos por nuestros cuidadores y existe una subordinación a ellos. Adler una vez escribió: “Todo ser humano parte – como niño – de una posición inicial de inferioridad que le produce sentimientos de imperfección, desamparo e insignificancia, experimentados en los primeros años de la vida”. (Adler citado en Oberst & Ruíz, 2014). La superación de esta inferioridad (real o imaginaria) se logra a partir de la «compensación», en la cual el sujeto se fija un objetivo o meta para vencer esa posición adversa. Cuando no se logra compensar la situación, la persona puede caer presa en un complejo de inferioridad, en el que se expresa una exagerada incapacidad para afrontar la realidad. Los autores Shultz & Shultz (2010) escriben: “El complejo de inferioridad puede surgir de tres fuentes durante la niñez: la inferioridad orgánica, los mimos excesivos y el descuido.”(p.133). De manera contraria, también teorizó la existencia de un complejo de superioridad donde el individuo exagera sus logros, no por querer sentirse más que los demás sino que radica en el hecho de no querer sentirse menos que el otro o los demás.
Otro elemento clave es la lucha constante por la perfección o superación, en donde uno tiende a alcanzar la superioridad – entiéndase como lograr la plenitud personal – con ello surge la cuestión de que se debe buscar un ideal en la vida, una meta imaginaria, que Adler llamaría finalismo ficticio. Con las metas aparece una manera particular de llevarlas a cabo, una serie de conductas características del individuo para lograr su ideal, esto es conocido en la teoría adleriana como “estilo de vida” y tercer elemento de la psicología individual. En la teoría de Adler en base a este punto, el señaló que existen tipos de estilo de vida: dominante, inclinado a recibir, evasivo y socialmente útil. Pero cada uno tiene una manera propia de lograr su estilo de vida y es alli donde entra en acción “la fuerza creativa del yo” o el “sí mismo creativo” que nos permite ir construyendo nuestra forma de actuar frente a la vida.
El cuarto elemento, es el sentimiento comunitario que se conoce mayormente como interés social. Según Oberst, Virgili, & León (2004) es “una fuerza innata latente en el ser humano que se tiene que despertar y desarrollar en la infancia mediante la interacción del niño o de la niña con sus padres”. Del mismo modo, Oberst & Ruíz señalan que: “Un aspecto importante del sentimiento de comunidad es el concepto de cooperación; la cooperación es un requisito indispensable para el desarrollo y progreso de la humanidad”. El individuo debe cooperar y contribuir con la sociedad para realizar sus metas personales y las comunitarias, de allí el porqué de su importancia para el estudio de la personalidad.
Como quinto y último elemento central de la psicología individual esta el orden de nacimiento (haber leído la primera parte de este artículo sobre las vivencias y vicisitudes de Adler resultan imperantes para su comprensión). En la teoría adleriana se presentan cuatro situaciones: el primogénito, el segundo hijo, el hijo menor y el hijo único. El primogénito goza de la atención de los padres para su cuidado y cumplir sus necesidades con lo cual, frecuentemente, es consentido o malcriado. El segundo hijo, no experimentará esa posición de poder, incluso sus padres pueden cambiar la manera de crianza y ser menos preocupados con su crecimiento. Por lo general, los hijos en segundo orden suelen ser lo rebeldes. El hijo menor, por su lado, llega a ser el consentido de la familia y no teme la llegada de un hermano más. Suelen crecer de manera acelerada y si son muy engreídos llegan a ser personas muy dependientes. El hijo único, nunca compite con hermanos y posee el poder sobre sus padres y es probable que sea muy apegado a la madre y consentido. Al pasar más tiempo con adultos, desarrolla características semejantes a ellos.
En síntesis, la psicología individual trata de explicar la personalidad de cada uno desde un enfoque humano y vívido donde es el individuo un participante activo en sus tomas de decisiones, en el cual prevalece un sentimiento de superación por llegar en una condición inferior, de acuerdo a la visión de Adler sobre la persona. Esta teoría nos permite comprender porqué el ser humano busca un propósito de vida y lograr sobresalir, superarse: por otro lado, nos permite tener una idea del porqué otras personas no conciben esa idea y se sienten inferiores ante los demás.
El ambiente social cumple un factor importante en la superación de las metas fijadas y de acuerdo a sus vivencias fabrican un patrón de acciones o hábitos para lograrlas; el tema familiar es otro aspecto a contemplar para entender porqué las personas actúan de una manera u otra.
Para finalizar, se debe considerar que esta teoría concibe a la persona como una unidad activa y consciente y no como impulsos que priman nuestras conducta o una suma de condicionamientos.
Referencias bibliográficas:
Cavazzana, J. (1934). “La psicología individual” de Alfred Adler. Revista de la Universidad Católica, 276-286. Recuperado de http://repositorio.pucp.edu.pe/index/bitstream/handle/123456789/52832/psicologia_individual_alfredo_adler.pdf
Chávez, I. (2009). Alfred Adler y Viktor Frankl: El discurso acerca del sentido de la vida. Avances En Psicología, 17(1), 35-58. Recuperado de http://revistas.unife.edu.pe/index.php/avancesenpsicologia/article/view/1907
Cloninger, S. (2003). Teorías de la personalidad. Naucalpan de Juárez, Edo. de México: Prentice Hall.
Oberst, Ú., & Ruíz, J. (2014). Manual introductoria a la psicología adleriana. Asociación Española de Psicología Adleriana, 1-15.
Oberst, U., Virgili, I., & León, R. (2004). La psicología individual de Alfred Adler y la psicosíntesis de Olivér Brachfeld. Revista de Neuro-Psiquiatría, 67(1), 31-44. Recuperado de http://www.scielo.org.pe/pdf/rnp/v67n1-2/a03v67n1-2.pdf
Schultz, D., & Schultz, S. (2010). Teorías de la personalidad. México D.F.: Cengage Learning.
Comentarios no permitidos.