El dolor es una experiencia desagradable. Si bien todavía no se sabe cómo los circuitos neuronales afectivos del cerebro le atribuyen esta cualidad aversiva a la información nociceptiva, investigadores destacan que lograr una mejor comprensión de los mecanismos que subyacen al dolor es importante, ya que podría conducir a nuevas estrategias terapéuticas para limitar el sufrimiento de los pacientes con dolor crónico.
En una investigación se examinó la percepción desagradable que domina la dimensión afectiva del dolor, la cual se combina con el impulso motivacional que conduce a comportamientos protectores que limitan la exposición a estímulos nocivos.
Así, explican los investigadores que la amígdala contribuye críticamente a las respuestas emocionales y autónomas asociadas con la codificación de valencia de la información neuronal, como las respuestas al miedo o al dolor. El daño a la amígdala basolateral (AB) puede inducir un fenómeno raro en el que los estímulos nocivos permanecen detectados y discriminados, pero carecen de desagrado y no motivan evitación. A la inversa, el deterioro de la función de la corteza somatosensorial reduce la capacidad de localizar estímulos nocivos y describir su intensidad, sin alterar la aversión ni la evitación. Por lo tanto, los circuitos neuronales afectivos de la AB podrían vincular las entradas nociceptivas con las percepciones aversivas y la selección del comportamiento.
La descripción fenomenológica de la experiencia de dolor es normalmente la de una percepción sensorial y emocional compleja pero unificada
En el estudio, se realizó un monitoreo por medio del lapso de tiempo in vivo de imágenes de calcio y la manipulación de la actividad neuronal en ratones de comportamiento libre que encuentran estímulos nocivos, y se identificó un conjunto neuronal distinto en la amígdala basolateral que codifica la valencia afectiva negativa del dolor. El silenciamiento de este conjunto nociceptivo alivió los comportamientos afectivo-motivacionales del dolor sin alterar la detección de estímulos nocivos, reflejos de abstinencia, ansiedad o recompensa. Después de la lesión del nervio periférico, los estímulos inocuos activaron este conjunto nociceptivo para impulsar cambios perceptivos disfuncionales asociados con el dolor neuropático, incluida la alodinia (dolor secundario ante un estímulo que normalmente no desencadena dolor (tacto leve)).
Estos resultados identifican las representaciones de la amígdala respecto de los estímulos nocivos que son funcionalmente requeridas para las cualidades afectivas negativas de la percepción del dolor agudo y crónico.
La descripción fenomenológica de la experiencia de dolor es normalmente la de una percepción sensorial y emocional compleja pero unificada que no puede existir sola como un estado aversivo no anclado ni apoyarse únicamente en sus cualidades sensoriales emocionalmente inertes. Los investigadores expresan que, aunque la actividad dentro del conjunto nociceptivo de la AB no puede explicar la creación de una experiencia de dolor completa, ellos proponemos que el conjunto nociceptivo AB transmite información de valencia extraída a las redes de amígdala central, estriado y cortical.
El dolor crónico no es simplemente un trastorno sensorial sino una enfermedad neurológica con disfunción afectiva
Y concluyen destacando que el dolor crónico no es simplemente un trastorno sensorial sino una enfermedad neurológica con disfunción afectiva que afecta profundamente el estado mental de millones de pacientes con dolor. Es por esto que el manejo clínico del dolor crónico sigue siendo un desafío, dada la heterogeneidad de las causas subyacentes, y la dependencia excesiva de los analgésicos opioides ha contribuido a la epidemia de la dependencia de opioides.
Los autores consideran que su hallazgo puede permitir el desarrollo de terapias para el dolor crónico que podrían disminuir selectivamente el dolor desagradable, independientemente de su etiología, sin influir en la recompensa y, lo que es más importante, preservar los reflejos y los procesos sensoriales y discriminatorios necesarios para la detección y localización de estímulos nocivos, siendo estos elementos necesarios para la confección de estrategias integrales que brinden alivio sustancial a los distintos tipos de dolor.
Fuente: Deric’s MindBlog