La casa es el lugar más peligroso para las mujeres. Y las restricciones a la circulación destinadas a aplacar la propagación del coronavirus pueden exacerbar las tasas de violencia doméstica en cuanto a su frecuencia, severidad y peligrosidad.
Había muchas razones para creer que las restricciones impuestas para evitar la propagación del virus tendrían este efecto, dijo Marianne Hester, socióloga de la Universidad de Bristol que estudia las relaciones abusivas. La violencia doméstica aumenta cada vez que las familias pasan más tiempo juntas, como las vacaciones de Navidad y verano, señaló.
El coronavirus está teniendo un importante impacto en varios grupos en mayor grado de vulnerabilidad, dentro de los cuales se destaca a las mujeres y niñas en especial riesgo de ser víctimas de violencia de género dentro del hogar, como también personas LGBTI que se ven obligadas a compartir el confinamiento en entornos hostiles con familiares o convivientes que no los apoyan, aumentando su exposición a la violencia, ansiedad y depresión.
La situación de los adultos mayores es tan alarmante como las anteriores. Se han reportado casos de clausuras de hogares de ancianos por la forma en que manejaron contagios de COVID-19 dentro de las instituciones, así como la restricción de la información tanto a familiares como autoridades estatales respecto de lo que sucedía puertas adentro. Informan fuentes periodísticas que se abrieron causas judiciales que imputan a los presuntos responsables la comisión del delito de abandono de persona agravado por muerte posterior.
El reporte de la ONU acerca de los derechos humanos de las mujeres durante la pandemia de coronavirus, anuncia que las líneas directas reciben informes de abuso, pero este medio puede no ser la herramienta más idónea para pedir ayuda por parte de las víctimas. Es por este motivo que, dentro de sus recomendaciones a los Estados, la ONU sugiere la implementación de otros canales de comunicación como la recepción de mensajes de texto y correos electrónicos. Es importante tener en cuenta la gran disparidad en cuanto al acceso a dispositivos móviles por parte de mujeres y varones, lo cual puede dificultar aún más el pedido de ayuda de las mujeres; y es responsabilidad de los distintos Estados abordar esta situación oportuna y preventivamente.
“Insto a todos los gobiernos a que prioricen la seguridad de las mujeres cuando respondan a la pandemia”, escribió el secretario general António Guterres de Naciones Unidas en Twitter.
Pero los gobiernos no pudieron prepararse para la forma en que las nuevas medidas de salud pública crearían oportunidades para que los abusadores aterroricen a sus víctimas. Ahora, muchos están luchando para ofrecer servicios a aquellos en riesgo. Sin embargo, al igual que con la respuesta al virus en sí, las demoras significan que ya puede haber ocurrido un daño irreparable.
Confinamiento y “terrorismo íntimo”
Los datos sugieren que el abuso doméstico está creciendo en las condiciones creadas por la pandemia. Este tipo de “terrorismo íntimo,” término que muchos expertos prefieren para la violencia doméstica, está aumentando.
En China, una ONG con sede en Beijing dedicada a combatir la violencia contra las mujeres llamada Igualdad, ha visto un aumento en las llamadas a su línea de ayuda desde principios de febrero, cuando el gobierno cerró ciudades en la provincia de Hubei, el epicentro del brote.
En España, el número de emergencia por violencia doméstica recibió un 18 por ciento más de llamadas en las dos primeras semanas de cierre que en el mismo período del mes anterior.
“Hemos recibido algunas llamadas muy angustiantes, mostrándonos claramente cuán intenso puede ser el maltrato psicológico y físico cuando las personas se mantienen juntas las 24 horas del día en un espacio reducido,” dijo Ana Bella, quien estableció una fundación para ayudar a otras mujeres después de sobrevivir a la violencia doméstica.
A principios de abril la policía francesa reportó un aumento en todo el país de alrededor del 30 por ciento en violencia doméstica. Christophe Castaner, el ministro del interior francés, dijo que había pedido a los oficiales que estén atentos a los abusos. “El riesgo aumenta debido al encierro,” dijo en una entrevista en la televisión francesa.
Sin escapatoria
En España, con la ayuda de asociaciones de mujeres, The New York Times contactó a mujeres atrapadas en casa con un esposo o pareja abusivo y realizó entrevistas a través de WhatsApp.
Una de ellas, Ana (que pidió que se ocultara su nombre completo) comparte un departamento con su pareja y dice que la ha estado abusando regularmente. Insiste en una vigilancia total en todo momento. Si ella trata de encerrarse en una habitación, él patea la puerta hasta que ella la abre.
“Ni siquiera puedo tener privacidad en el baño, y ahora tengo que soportar esto en un confinamiento,” escribió en un mensaje enviado tarde en la noche, para ocultar la comunicación de su esposo.
Judith Lewis Herman, una reconocida experta en trauma de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, descubrió que los métodos coercitivos que utilizan los abusadores domésticos para controlar a sus parejas e hijos “tienen un extraño parecido” a los utilizados por secuestradores para controlar rehenes y los regímenes represivos usados para romper la voluntad de los presos políticos.
“Los métodos que permiten que un ser humano controle a otro son notablemente consistentes,” escribió en un artículo de revista de 1992 ampliamente citado. “Mientras que los perpetradores de explotación política o sexual organizada pueden instruirse mutuamente en métodos coercitivos, los perpetradores de abuso doméstico parecen reinventarlos.”
Además de la violencia física, que no está presente en todas las relaciones abusivas, las herramientas comunes de abuso incluyen el aislamiento de amigos, familiares y empleo; vigilancia constante; reglas estrictas y detalladas para el comportamiento; y restricciones en el acceso a necesidades básicas como alimentos, ropa e instalaciones sanitarias.
El aislamiento en la casa, por vital que sea para la lucha contra la pandemia, está dando aún más poder al abusador, que ahora tiene la oportunidad de imponer la forma en que debe realizarse el aislamiento en su casa, dijo la Dra. Hester.
El confinamiento también ha destrozado las redes de apoyo, lo que hace que sea mucho más difícil para las víctimas obtener ayuda o escapar.
Fragilidad de los recursos
Con gran parte de los recursos estatales destinados a abordar el control social en relación a la pandemia del coronavirus, los oficiales de policía pueden limitarse a documentar los ataques, pero no toman otras medidas que, en general, están a su alcance.Sumado a esto, la administración de justicia también se encuentra con guardias mínimas en virtud de la pandemia, por lo que ciertos procesos como los divorcios pueden no ser atendidos con la celeridad con que serían tratados en otro momento.
Asimismo, las medidas de protección para las víctimas, como la expulsión del hogar del agresor, o el ingreso de las víctimas a refugios encuentran las limitaciones inherentes a la particular situación vivida en el presente (cuestiones relativas a las medidas de salubridad y disposición de plazas suficientes en los refugios que, a su vez, deben garantizar distanciamiento social interno, si fuera pertinente).
Las instituciones que se supone que protegen a las mujeres de la violencia doméstica, muchas de ellas débiles y sin fondos para comenzar, ahora se esfuerzan por responder a la creciente demanda.
Feng Yuan, cofundadora de Igualdad, el grupo de defensa chino, dijo que tenía un cliente que llamó a una línea de emergencia solo para que le dijeran que la policía estaba demasiado sobrecargada para ayudarla. “Podemos ir a su casa después de la crisis,” contó que le dijo el operador.
En Europa, un país tras otro parece haber seguido el mismo camino sombrío: en primer lugar, los gobiernos imponen bloqueos sin tomar disposiciones suficientes para las víctimas de abuso doméstico. Aproximadamente 10 días después, las llamadas de socorro aumentan, desencadenando una protesta pública. Solo entonces los gobiernos se apresuran a improvisar soluciones.
Italia fue primero. Su cierre comenzó a principios de marzo. Poco después de eso, los informes de violencia doméstica comenzaron a aumentar, pero no había ningún lugar al que pudieran ir las víctimas. Los refugios no podían tomarlos porque el riesgo de infección era demasiado grande.
Por lo tanto, el gobierno dijo que las autoridades locales podrían requerir habitaciones de hotel para que sirvieran como refugios improvisados donde las víctimas pudieran cumplir la cuarentena de manera segura. Poco después de que Italia instauró la cuarentena, los refugios de violencia doméstica comenzaron a llenarse.
España anunció su confinamiento el 14 de marzo; Francia comenzó tres días después. Aproximadamente dos semanas más tarde, con los informes de abuso en aumento, los funcionarios anunciaron que ellos también planeaban convertir las habitaciones de hoteles vacantes en refugios, entre otros esfuerzos de emergencia.
En Gran Bretaña, las autoridades esperaron más tiempo antes de imponer una cuarentena. Diez días antes de que comenzara, el 23 de marzo, The New York Times contactó al Ministerio del Interior para indagar sobre lo que planeaba hacer sobre la violencia doméstica. La respuesta: solo estarían disponibles las “fuentes existentes de asesoramiento y apoyo.” Más tarde, el gobierno publicó una lista de líneas directas y aplicaciones que las víctimas podrían usar para pedir ayuda, pero solo una fue diseñada específicamente para la crisis de Covid-19.
Una semana después del confinamiento, Avon y Somerset, en el suroeste del país, dijeron que los informes de abuso doméstico ya habían aumentado en un 20 por ciento, y que las fuerzas locales en otras partes se prepararon para lo mismo.
Docenas de grupos cívicos firmaron una carta abierta al gobierno llamando a la acción. A principios de abril, los funcionarios se comprometieron a responder, sin ofrecer detalles.
“Apoyar a las víctimas de abuso doméstico es una prioridad para la secretaría del hogar, y es plenamente consciente de la angustia y la ansiedad que este período puede causar a quienes sufren o corren el riesgo de abuso doméstico,” dijo el Ministerio del Interior en un comunicado. “Estamos trabajando con la policía, organizaciones benéficas de abuso doméstico, líneas de ayuda y trabajadores de primera línea para apoyar y proteger a las personas.”
También dijo que las víctimas podrían “ignorar las órdenes de quedarse en casa si necesitan buscar refugio inmediato.”
Finalmente, las cuarentenas terminarán. Pero a medida que avanza el confinamiento, el peligro parece intensificarse. Los estudios muestran que es más probable que los abusadores asesinen a sus parejas y a otros a raíz de crisis personales, incluidos trabajos perdidos o reveses financieros importantes.
En cuanto a los países latinoamericanos, señalan fuentes periodísticas que:
- La Red Nacional de Refugios (RNR) de México informó que las llamadas y los mensajes de ayuda contra diversos tipos de violencia de género aumentaron más del 80% en el primer mes de confinamiento por el COVID-19. En este país, las organizaciones piden fondos para poder sostener los refugios.
- En Argentina se tomaron medidas como pedir un “barbijo rojo” para que se brinde ayuda en farmacias. Además, el 5 de abril, el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación (MMGyD) aclaró que las mujeres y personas LGBTI+ están exceptuadas de mantener el aislamiento para poder realizar la denuncia o requerir asistencia en situación de violencia por motivos de género.”
- En Uruguay, el Presidente Luis Lacalle Pou sostuvo que “lamentablemente (los femicidios) son un efecto colateral muy grave” y opinó que “el aislamiento trae como consecuencia ese tipo de acciones”.
- En Paraguay la abogada Mirta Moragas Mereles, integrante de la Coordinación de Mujeres del Paraguay, informó: “vemos un aumento exponencial de casos de violencia a partir del aislamiento social obligatorio establecido desde el 12 de marzo. Los Juzgados de Paz, encargados de dar medidas de protección a las mujeres víctimas de violencia, no lo hacen con la excusa de la cuarentena, a pesar de estar funcionando justamente para otorgar esas medidas.” Y agregó:“Pedimos que si una mujer pide exclusión del hogar de su agresor se le excluya y, si no tiene a donde ir, que lo manden a alguno de los establecimientos donde están ubicando a las personas en cuarentena que llegaron del exterior. Adicionalmente, necesitamos que los albergues estatales funcionen efectivamente y que estén a disposición de las mujeres.”
Con el Covid-19 devastando la economía, estas crisis se harán mucho más frecuentes.
Fuente: New York Times