La manera que tenemos de entender el concepto autoestima puede resultar muy limitante para algunas personas. Es habitual en consulta encontrar usuarios que buscan mejorar su autoestima como medio para poder hacer las cosas que les gustaría hacer, y vivir de un modo más satisfactorio y valioso.
Profundizando, solemos observar que esta “baja autoestima” se compone de pensamientos y sensaciones que aparecen en diferentes situaciones y que suelen venir cargados de valoraciones negativas hacia uno mismo y sus capacidades.
Por otro lado, al preguntar qué sería tener una autoestima alta, suelen referirse a personas que actúan de un determinado modo, y se infiere que “dentro de ellos” hay pensamientos y emociones positivas y agradables, como verse capaz de lograr metas, motivado, etcétera. Vale la pena entonces plantearse, si existe la autoestima como tal, como algo que cada uno tiene en su interior, o si es un conjunto de comportamientos. Si es algo con lo que se nace, difícilmente se podrá hacer algo con ella, pero centrar la atención en esos comportamientos, uno por uno, abre todo un abanico de posibilidades.
Los pensamientos asociados a una baja autoestima, pueden resultar desagradables y limitantes, y al igual que otros eventos privados como emociones, sensaciones físicas… Pueden aparecer interponiéndose entre uno y sus objetivos. Si bien esto puede resultar desagradable, es también cierto que es algo normal y natural. El hecho de que sean limitantes se encuentra en la estrategia.
A menudo, las personas reaccionan a estos pensamientos obedeciendo, creyéndose excesivamente lo que dicen. Asumiendo que los pensamientos son la realidad. Desde esta perspectiva, para poder hacer las cosas que hacen las personas con alta autoestima, hay que pensar y sentir diferente. Gastan entonces muchos esfuerzos en tratar de cambiar lo que piensan y sienten, pero parece que no da resultado.
Acorde a los fundamentos de la Terapia de Aceptación y Compromiso, desde los que se aborda este vídeo explicativo, se hace necesario plantearse ciertas preguntas. ¿Y si los pensamientos, son simplemente pensamientos? ¿Y si no describen la realidad al 100%? ¿Y si se puede hacer B, pensando A?
La investigación en psicología ha demostrado que tratar de cambiar o eliminar pensamientos, frecuentemente hace que los pensamientos no deseados crezcan y se hagan más frecuentes. La estrategia “tengo que pensar bien para actuar bien”, no da resultados. Pero, ¿Y si le damos la vuelta? ¿Y si para pensar bien, tengo que actuar bien, aunque eso suponga al principio avanzar teniendo pensamientos de que “no podrás”?
¿Qué cosas harías, si pudieras elegir tú, sin hacer tanto caso a los pensamientos que te frenan?