La vida consiste en tomar decisiones. Seguramente te habrás preguntado ¿cómo toma las decisiones nuestro cerebro? Pues bien, un nuevo estudio sugiere que la responsabilidad de elegir está separada en dos redes cerebrales: una que determina el valor total – riesgo vs recompensa- de las elecciones individuales y otra que nos guía sobre cómo nos debemos comportar.
“El control cognitivo y el valor de la toma de decisiones parecen depender de las diferencias entre las regiones cerebrales en la corteza prefrontal” dijo Jan Glascher, director del estudio.
Ralph Adolphs, profesor de psicología en la Universidad Caltech y co-autor de la investigación, nos explica esta distinción con el ejemplo sencillo de una persona en el supermercado:
“Nuestra red de valoración siempre nos proporciona información sobre todo lo que nos rodea y que debemos comprar, pero también hay muchas cosas gratificantes que nos distraen, como la comida chatarra y otras cosas que están en los estantes y que deslumbran nuestra mirada.
El Control cognitivo es lo que nos mantiene bajo control y nos permite llegar a ese producto que teníamos previsto comprar sin desviarnos a otro objeto. Para lograr eso, la red de control cognitivo mantiene un objetivo global a pesar de tener muchas distracciones”.
Comprender el funcionamiento de las áreas específicas responsables de la toma de decisiones puede ofrecernos una idea de las condiciones en las que estas redes funcionan. Cuando existe un trastorno psiquiátrico, por ejemplo las personas deprimidas, quienes tienen claras dificultades con el valor basado en la toma de decisiones, porque nada se siente bien o nada parece atractivo, todas las opciones parecen igualmente sombrías y la toma de decisiones se vuelve imposible. En cambio, el trastorno de acumulación implica una sobrevaloración de ciertos bienes y se evidencia un deterioro cognitivo necesario para desplazar la atención lejos de los objetos. Esto explica por qué la acumulación se vuelve más importante que otros objetivos, como por ejemplo las relaciones interpersonales.
La investigación
Para investigar todas las funciones propias de estas áreas del cerebro, los científicos analizaron información de 350 personas con daños o lesiones en determinadas regiones de los lóbulos frontales, que se cree que están involucrados con la realización de las tareas particulares y utilizaron los datos recolectados durante 30 años por neurólogos de la Universidad de Iowa, el cual es el registro más grande del mundo. Los investigadores encontraron que el daño en la región dorsolateral de la corteza prefrontal (dlPFC) puede afectar profundamente el control cognitivo. El estudio sugiere que el dlPFC forma una red con la corteza cingulada anterior y así nos mantiene concentrados, cambiando apropiadamente según la tarea y buscando opciones erróneas con el fin de corregirlas. Las personas con lesiones en dlPFC han tenido dificultad en las pruebas cognitivas que evaluaban su atención, incluyendo la capacidad de cambiar de una categoría de respuesta a otra o para identificar rápidamente el color de la tinta en una palabra impresa cuando esa palabra explicaba un color diferente (por ejemplo, el rojo palabra impresa en letras verdes).
El estudio encontró que otra zona del cerebro, la corteza prefrontal ventromedial (CPFVM), evalúa el riesgo y la recompensa como parte de una red neural que incluye también la corteza orbitofrontal y frontopolar. En muchos aspectos, las personas con lesiones en la CPFVM parecen normales, su lenguaje, habilidades, percepción e inteligencia general están intactos, pero su capacidad de equilibrar los riesgos y beneficios esta sesgada.
“Un paciente de CPFVM tendría problemas para evaluar el grado de riesgo entre las diversas opciones, lo que puede dar lugar a decisiones financieras muy malas, así como también problemas con la promiscuidad, problemas de juego y dificultad de mantener un trabajo estable” dijo Glasher.”
Uno de los pacientes más famosos de la neurología fue Phineas Gage, un constructor que trabajó en la construcción del ferrocarril, y que sobrevivió a pesar de que una barra de hierro atravesó su cráneo, pero sufrió cambios de personalidad luego de que su región CPFVM fuera dañada.
“El déficit puede ser más sutil, pero puede llevar a consecuencias notables que afectan la vida cotidiana” agregó Glascher.
Los investigadores explican que estos pacientes tienden a elegir la gratificación inmediata en lugar de una recompensa retrasada, e ignoraran los riesgos cuando la recompensa parece grande.
El control global de los impulsos se divide entre las dos redes, aunque no se contrarrestan entre sí. Cuando las regiones de control cognitivo están funcionando bien, las distracciones son ignoradas y los comportamientos se producen en el contexto adecuado, cuando la valoración es apropiada, se toman decisiones que tienden a ser beneficiosas en el largo plazo. Sin embargo, dice Adolphs, “cuando las redes se quedan sin conexión, las conductas impulsivas más fuertes no pueden ser inhibidas”. “Ambas redes tienen que estar en equilibrio para funcionar apropiadamente”, dice Glascher. “Si uno falla, el otro se sale de control y pueden surgir distintos tipos de problemas”.
La descripción de las características de estas redes podrían ayudar al tratamiento de una variedad de condiciones psiquiátricas. “En esencia, todos los trastornos psiquiátricos implican una anormal toma de decisiones, y es uno de los síntomas principales de la adicción y los trastornos alimentarios”, dice Adolphs, señalando que los estudios previos por imagen han vinculado cambios en la valoración del cerebro y control cognitivo.
Además con una mejor comprensión del funcionamiento de estas áreas se podrán crear tratamientos para ayudar a las personas cognitivamente sanas frente a la embestida constante de distracciones que caracteriza a la vida moderna.
Fuente: Lesion mapping of cognitive control and value-based decision making in the prefrontal cortex