Durante las fiestas navideñas, es normal que el foco de atención se centre en la comida. Esto puede ser un desafío para personas con trastornos alimentarios, como anorexia, bulimia y trastorno por atracón, que ya tienen desafíos con la alimentación durante todo el año.
A continuación, te presento algunas recomendaciones que escribió Azahara Nieto en el diario El País para apoyar a alguien que tiene un trastorno alimentario durante la época navideña.
- No opines ni valores el físico de nadie, tanto si ha habido cambios como si no. En su lugar, si realmente te preocupa, puedes preguntar “¿Qué tal te encuentras?”.
- Halagar sin usar referencias estéticas. Por ejemplo: “te veo feliz”, “eres muy valiente”, “estoy orgulloso de ti”, “menuda fuerza tienes”, “te admiro”, etcétera.
- No insistas con la comida. Puedes ofrecer, obviamente, pero no insistir y menos caer en el chantaje emocional. Aquí van algunos ejemplos: “¿De verdad me lo vas a despreciar?”, “Lo he hecho especialmente para ti.”. Ese tipo de comentarios no ayudan, solo hacen que la otra persona se sienta culpable.
- Propón otros planes que no necesariamente impliquen comida, como ir al cine, dar un paseo, ver las luces de Navidad. O, aún mejor, pregunta qué le apetece hacer en esos días.
- Cuida el lenguaje. Sé que estamos muy acostumbrados a categorizar la comida moralmente y a juzgarla como buena o mala, guarrada o similares. Aunque sea en tono de broma, tiene importancia, porque nadie se come algo tranquilo si elige una “mierda” para comer, siente que hay que compensar o volver al camino correcto. Pues imagina lo que es para alguien que está pasando por un trastorno del comportamiento alimentario (TCA), y que su verdadero triunfo sería poder comer eso que tú consideras una basura nutricional, sin culpa y sin conductas compensatorias después. Para una persona que pasa por un TCA, cada comida es un desafío constante.
- Ni en la mesa ni en ningún sitio se habla de los cuerpos de los demás. No comentamos el físico de la presentadora de turno de las campanadas como si estuviéramos desollando un animal. Es un personaje público, pero eso no nos da derecho a ese despiece. Quizá no veas la gravedad en esto, pero te aseguro que, si tienes hijos o niños alrededor, los menores aprenden a valorar su cuerpo a través de estos comentarios y de cómo hables del tuyo, y si no encajan en la norma (ninguno encajamos), el discurso con su cuerpo no va a ser saludable. Esos comentarios siempre nos llevan a la comparación y de la comparación solo surge insatisfacción corporal y malestar. Además, esto potencia que observemos nuestro cuerpo de una manera disociada, lo fragmentamos, como si fuéramos Mr. Potato, solo vemos lo estético y nos olvidamos de todo lo que hace por nosotros, de lo funcional que es. Nos guste o no, sea más o menos normativo, nuestro cuerpo hace por nosotros lo más importante: nos permite vivir y, ya solo por eso, merece todo nuestro respeto. Y por supuesto, el de los demás, también.
- Una persona que pasa por un TCA tiene terror a la comida, a ganar peso y a sentir hambre, por lo que poco ayudan los comentarios que invitan a hacer dieta después de las fiestas. Dejemos de decir que después de las fiestas toca cerrar el pico o que comienzan los juegos del hambre.
- Deja de valorar y premiar la delgadez. Acepta y ensalza la diversidad corporal.