Desde el año 2015, en dos colegios de Argentina, se viene aplicando un programa antibullying que redujo en un 80% esta problemática en Finlandia, país donde se creó; y que viene dando muy buenos resultados en otras naciones de Europa.
KiVa, a diferencia de otros enfoques que solo se centran en la relación entre acosador y acosado, cambia la perspectiva desde la que interviene. En dicho método, los observadores, partícipes necesarios y que frecuentemente pasan desapercibidos en la conceptualización de la problemática, son protagonistas a la hora de reducir el acoso escolar.
Experiencias en el país
“Un día le faltó su lapicera, otro día se quedó sin su marcador, al siguiente ya no tenía cartuchera. El chico lo sabía. Sus mismos compañeros de clases eran quienes les escondían sus pertenencias, quienes se burlaban de él, pero no lograba resolver el conflicto por sus propios medios. Entonces, recurrió al equipo de especialistas de su colegio, el Santa María de Salta, quienes ya habían implementado KiVa.”
En marzo de este año, un colegio de la localidad de Pilar fue el tercero en implementar el método, luego de que los padres de una niña con TEA manifestaran a las autoridades escolares que su hija estaba sufriendo acoso escolar de parte de compañeros del curso.
“Los niños con TEA suelen ser víctimas de bullying durante su escolaridad en un altísimo porcentaje”, destacó la psicopedagoga del colegio y responsable de aplicar el método en el mismo.
Características y adaptación en el país
El programa KiVa, a diferencia de otros abordajes, no se concentra puntualmente en la pareja acosador- acosado, sino que además de intentar prevenir y actuar en los estadios iniciales de acoso; busca que quienes son testigos pasivos de los comportamientos abusivos tomen una postura activa en defensa de quien sufre bullying. Para esto, se involucra a todos los actores del sistema educativo: padres, docentes, personal no docente y alumnos, los cuales son capacitados en detectar, prevenir y actuar de diferentes formas frente a situaciones de intimidación o acoso. Incluso el programa cuenta con un juego de ordenador, el cual les permite a los participantes ensayar diversas respuestas ante situaciones novedosas.
A grandes rasgos el programa antibullying cuenta con tres pilares fundamentales: la prevención, la intervención específica y la supervisión.
La primera consta de capacitaciones quincenales donde se abordan cuestiones como que es el bulliyng y que no, así como también que consecuencias produce. La segunda etapa se aplica cuando existe un caso concreto de acoso, y posee un protocolo sistematizado de intervenciones. Por último, en la etapa de supervisión se analizan progresos de las dos anteriores. Aquellos que deseen interiorizarse más sobre el método, pueden leer este artículo ya publicado por Psyciencia.
Con respecto a las adaptaciones culturales, Francisca Isasmendi, responsable del programa en uno de los colegios, comentó:
“En el Santa María tuvimos muy buenos resultados desde su aplicación. El programa, en su parte preventiva, es muy útil, pero también requiere una adaptación a nuestra cultura”. Por ejemplo, en la intervención de la familia. Los chicos finlandeses son mucho más autónomos, pero acá nosotros solicitamos intervención familiar temprana para que sus hijos logren adoptar cambios actitudinales”.
La implementación de programas que han demostrado ser eficaces en otros países del mundo es de destacar. Si bien el fenómeno del bullying parece darse de manera global, Argentina tiene un triste récord en la problemática, ya que según el último informe de Unicef titulado “Posicionamiento sobre adolescencia en el país”, lidera los rankings de acoso escolar de la región. Según se desprende del informe, 4 de cada 10 estudiantes secundarios admiten haber sido víctimas de esta forma de acoso, mientras que 1 de cada 5 refiere sufrir burlas de manera cotidiana.
Fuente: Infobae