Comienza Fully Present un libro que me regalaron y atesoro. En el capítulo uno, página uno, “¿Qué es mindfulness?,” las autoras refieren que un renombrado psiquiatra pregunta a un auditorio lleno de expertos: “¿cuál es el cinturón de seguridad de la salud mental? El cinturón de seguridad salva vidas.” Le sigue a esta referencia una explicación acerca de que mindfulness podría ser ese cinturón que nos protege. Miremos más de cerca esto.
Leí ese libro hace algunos años, vuelvo a mirarlo de vez en cuando, y la imagen del seat belt me conmueve aún hoy. No escribí sobre esto hasta ahora porque me suele pasar que “otros escriben mejor,” que “todos tienen acceso a lo mismo que yo,” que “esto es harto conocido,” y darme cuenta de mis pensamientos juzgando es EL momento para barajar y dar de nuevo.
Susan y Diana, quienes escriben el libro, lo dedican a “todos los que tengan la curiosidad para explorar sus mentes y corazones usando la herramienta de mindfulness.” De manera que aquí estamos, ejercitando la curiosidad.
Un cinturón de seguridad salva vidas
En estos tiempos he leído muchas referencias a la montaña rusa emocional, y he escuchado en varias oportunidades que las emociones que sentimos cambian en la semana, en el día, a cada hora. Nos pasa. Nos levantamos de una manera, desayunamos de otra, hacemos algunas cosas, cambios, virajes, turbulencias, idas y vueltas propias y de las personas que amamos. También escuchamos, sostenemos, nos escuchan y sostienen y entonces… ¿cómo nos mantenemos en equilibrio en este dinámico viaje? (no importa cuándo leas esto, la vida tiene momentos de encanto, de hermosos paisajes y también de cuesta arriba, cimbronazos, frenos de mano cuando venís a 120 km/h, situaciones de quedarse sin combustible, curvas peligrosas y tramos de aquaplaning). Además estamos bombardeados por noticias, fragmentos de historias que nos creemos y se siguen contando, condiciones para participar, para formar parte, para ser, y muchas reglas estrictas difíciles de seguir para estar en el mundo.
- ¿Qué nos mantiene pegados al asiento en este viaje?
- ¿Qué nos permite ver lo que sucede como una parte del recorrido de nuestra vida?
- ¿Qué nos ayuda a considerar que no vamos volar por los aires?
- ¿Qué nos da la opción de estar ahí, presentes, girando, cayendo, levantándonos; cayéndonos y levantándonos de nuevo?
- ¿Qué nos permite darnos tiempo y espacio para sentir, pasarla como la estamos pasando y luego decidir?
Una respuesta puede ser “el entrenamiento en mindfulness”.
Tal vez el viaje se aligere si estamos atentos, si ejercitamos esa disposición a estar presente. Probablemente la atención al momento a momento de la experiencia y la consciencia plena de que estamos donde estamos sea útil. Probemos trabajar entonces sobre una actitud ecuánime y un frenar con intención, recordándonos que así está siendo el viaje, ahora, acá. Que luego va a cambiar todo y más luego también, independientemente de lo que nosotros hayamos imaginado. Las cosas no salen como queremos, como pensamos, como deseamos.
Puede que ayude ensayar el vernos pensando y sintiendo, tomando distancia, puede que ayude bastante detenernos a ver cómo funcionan nuestros pensamientos, emociones, sensaciones corporales y puede que notemos la impermanencia, tanto de los eventos internos como de los externos.
El reconocimiento de que sufrimos como todos los demás va a asomarse. El sufrimiento va a aparecer, real y palpable. El reconocimiento de la imposibilidad de sacarnos el sufrimiento, también. Junto con la compasión suficiente para poder quedarnos, acompañando, cuando el sufrimiento no es propio. Cuidarnos cuando estamos sufriendo, sin la lucha que nos agrega tanto dolor va a ser una opción viable. Con algo de tiempo también nacerá la sorpresa de que podemos elegir una actitud frente a la adversidad y que la actitud frente a lo que pasa es un montón.
Un día descubrimos que hacemos elecciones conscientes, que existe en nosotros una orientación de las acciones, que hay un norte, esa dirección apunta hacia nuestros valores personales y que se presenta el compromiso con la propia existencia. Las preguntas se abren a: ¿qué persona quiero ser ahora? Puedo estar plenamente, con lo que sea que suceda, con esto que siento, con esto que pienso?
El registro de nuestra reactividad colabora bastante. Ya no podemos hacernos los tontos, o podemos hacernos los tontos y saber que la dejamos pasar esta vez. La habilidad para poner un intervalo de tiempo antes de reaccionar nos permite elegir de nuevo. Darnos cuenta que nada malo pasa si nos tomamos un momento calma un poco. Entender que bueno y malo son máscaras, artificios, es sólo una cuestión de fineza de la observación.
La mirada compasiva con nosotros llega para quedarse, el aviso de que estamos siendo demasiado críticos, y autocríticos no tarda en sonar como un bocinazo en la bocacalle.
Todo está bien con vos. ¡Sólo respirá! Ya llegaste. Estás haciendo lo mejor que podés, como todos los demás. El viaje es difícil. Y ser testigo del propio viaje da un poco de aire. Verse desde otro lugar puede darte un respiro. Ir al asiento del acompañante, y permitirte que te lleven. O ir al asiento de atrás y disfrutar del paisaje, escuchando un poco de música y respirando:
“Y lo mejor que me pudo pasar en el viaje/ fue mirar el paisaje y seguir” (Vine hasta aquí – Los piojos),
“Hay días para quedarse a mirar/ y hay otros en que hay mucho para ver/ hay días sospechosamente light” (Mi gin tonic – Calamaro) ,
“un corazón y un plan fugaz/ es todo lo que tengo/ y es todo lo que hay (Es todo lo que tengo y es todo lo que hay – Lisandro Aristimuño),
“Calma / todo está en calma/ deja que el beso dure/ deja que el tiempo cure” (La edad del cielo – Jorge Drexler),
“Cada cosa me sorprende si la puedo ver/ Un día a la vez/ Es mejor lo que se aprende si lo dejo ser/Lo que quiera ser” (Un día a la vez – Debi Nova)
Buen viaje! Be safe!
Referencia bibliográfica:
Smalley, S. Winston, D (2010) Fully Present. The Science, Art, and Practice of mindfulness. 1st Edition. Da capo Press Life Long Books.
Las canciones las fueron pasando amigos en todos estos días.