El ciclo de desarrollo humano es un proceso vitalicio en el que intervienen tanto fuerzas de orden biológico como experiencias ambientales que van manifestándose a lo largo de diversas etapas, desde la fase prenatal (de formación del ser humano dentro del útero de la madre) hasta la vejez.
Antes del nacimiento, el individuo no solo está expuesto a agentes tóxicos que la madre pudiese transmitirle debido a prácticas inadecuadas durante el embarazo (como el consumo de drogas y alcohol), también está sujeto al estrés y a la ansiedad, factores susceptibles de influir en la formación de su temperamento y extenderse incluso a la infancia y adolescencia.
Estudios han comprobado que la ansiedad y la depresión de una mujer durante el embarazo pueden afectar el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA, por sus siglas en inglés), sirviendo como elemento predictor del trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Puede decirse, por ende, que la etapa prenatal sienta los precedentes físicos y temperamentales del ser humano a lo largo de toda su vida. Pero ¿qué ocurre después del nacimiento? ¿Cómo va conformándose la personalidad del individuo y qué elementos intervienen en el modelamiento de su carácter?
Infancia y niñez
La etapa de infancia y niñez se caracteriza por cambios a nivel físico, motriz, cognoscitivo, moral, lingüístico, social y de roles sexuales. No obstante, mientras que el desarrollo físico y motriz va ligado al crecimiento biológico, el resto va de la mano de procesos mentales complejos. El desarrollo cognoscitivo, por ejemplo, supone la adaptación del niño al ambiente y se subdivide, según la teoría de Piaget, en cuatro etapas:
Sensoriomotora
Del nacimiento a los 2 años. Donde el niño solo es consciente y se focaliza en los estímulos que se muestran inmediatamente frente a él.
Preoperacional
De los 2 a los 7 años. Donde el niño desarrolla juegos de fantasía en los que una columna de sillas se convierte en un tren y agitar la mano es el gesto simbólico que hace sonar la corneta de un ferrocarril.
También se manifiesta durante la fase preoperacional un egocentrismo natural ligado a una dificultad para contemplar el mundo desde ángulos de percepción distintos. Es debido a esto que un niño de 5 años permanecerá de pie frente al televisor aunque le tape la visión a un espectador secundario. Puesto que él no experimenta ningún inconveniente para ver la pantalla, asume que nadie más lo experimenta.
Operaciones concretas
De los 7 a los 11 años. En esta etapa, el individuo comienza a demostrar habilidades de razonamiento lógico y se vuelve más consciente de los eventos que ocurren fuera de su mundo interno, lo que le hace menos egocéntrico y más empático.
Operaciones formales
De los 11 a los 15 años. La última etapa de la niñez y la infancia según Piaget corresponde a una mayor capacidad para el uso del lenguaje simbólico, es decir, de conceptos abstractos esenciales para la comprensión del álgebra y la ciencia.
A esta edad, se espera que el individuo sea capaz de formular hipótesis, considerar posibilidades y establecer relaciones entre conceptos como tolerancia y justicia.
La teoría del desarrollo moral de Kohlberg
Según Lawrence Kohlberg, autor de la teoría del desarrollo moral, el razonamiento moral se forma en tres niveles: preconvencional, convencional y posconvencional.
Nivel preconvencional
Se subdivide en dos etapas:
- La etapa de castigo y obediencia (heteronomía), donde se toman decisiones para evitar el castigo y no dañar objetos ni a personas. Es un enfoque meramente egocéntrico y no se consideran las intenciones de los actos.
- La etapa de propósito e intercambio (individualismo), donde las decisiones se basan en la satisfacción de una necesidad, es decir, en el cumplimiento de un propósito que justifica el acto. Se reconoce en esta etapa que cada individuo tiene intereses personales, por lo que adquiere sentido el relativismo moral y la idea de velar por las necesidades de los demás para que las propias puedan ser satisfechas.
Nivel convencional
Se subdivide en dos etapas:
- La etapa de las expectativas, relaciones y conformidad interpersonal (mutualidad), donde la premisa consiste en actuar siendo capaz de ponerse en el lugar del otro. Intervienen los acuerdos, sentimientos y expectativas mutuas.
- La etapa del sistema social y la conciencia (ley y orden), donde el individuo toma decisiones con base en las normas de comportamiento establecidas por el sistema social. Únicamente se considera permisible faltar a las reglas cuando estas perjudican o entran en conflicto con otros deberes sociales preestablecidos. Adquiere especial importancia en esta etapa el grado en que el individuo pueda contribuir a la sociedad o a su grupo de pertenencia.
Nivel postconvencional
Se subdivide en dos etapas:
- La etapa de los derechos previos y el contrato social (utilidad), donde el autoconcepto individual responde al de una persona racional con valores y derechos que van más allá de cualquier acuerdo social. La justicia consiste en reconocer y respetar la multiplicidad de opiniones personales, pero también en respetar las normas para asegurar la estabilidad del contrato social (excepto cuando se violentan valores o derechos previos, como la libertad y la vida). La premisa es utilitarista: “lo útil es lo bueno”.
- La etapa de los principios éticos universales (autonomía), donde el individuo considera, desde una perspectiva racional, que todo sujeto debe reconocer de forma categórica la libertad de los demás y respetar su esencia sin que ello deba suponer un interés personal en sacar alguna ventaja. Las decisiones responden a principios éticos universales a los cuales se llega por medio de razonamiento lógico (por ejemplo, La Declaración de los Derechos Humanos).
La teoría de Kohlberg sobre el desarrollo del razonamiento moral posee, desde luego, una laguna importante: la diversidad cultural.
Lo que Kohlberg propone es un modelo estándar que permita clasificar el grado de desarrollo moral que presenta el individuo a lo largo del ciclo de desarrollo humano, no obstante, la moralidad es un concepto enteramente sujeto al proceso de interpretación perceptual y a todos los factores imparciales que esto conlleva.
Desarrollo del lenguaje
El desarrollo del lenguaje es un proceso que da inicio con el balbuceo durante los primeros meses de vida y continúa con la formación de holofrases (por ejemplo: amagua para decir “Mamá, quiero agua”).
Lo más llamativo de esta etapa es la necesidad innata en el ser humano de nombrar todo cuanto percibe en su entorno; esto se manifiesta especialmente durane el segundo año de vida, cuando los niños comienzan a extender su vocabulario dando nombre a todo lo que ven (ya sea siguiendo un concepto real enseñado por sus padres o inventando un nombre para los objetos que desconocen).
Para B.F. Skinner, el desarrollo del lenguaje se da por condicionamiento operante: los padres refuerzan a sus hijos abrazándolos, besándolos o animándolos cuando han dicho una palabra correctamente o corrigiéndolos cuando se han equivocado; el niño eventualmente aprende qué palabras generan “recompensa” y son esas las que permanecen.
Noam Chomsky, por otro lado, señala que nacemos con un dispositivo para la adquisición del lenguaje que se ve activado conforme las exigencias del entorno para aprender un idioma y comunicarnos con nuestros semejantes.
Desarrollo social
El desarrollo social incluye las relaciones padre-hijo en la infancia, las relaciones padre-hijo en la niñez y las relaciones con otros niños.
Las relaciones padre-hijo en la infancia se caracterizan por la formación del apego, que puede ser seguro o inseguro según el rol desempeñado por la figura paterna, materna o del cuidador. Según Erikson, el apego seguro se da con el desarrollo de la confianza básica, esta ocurre en el primer año de vida cuando los bebés aprenden que sus padres o quien esté a cargo de ellos estará ahí cuando lo necesite; en contraposición, la desconfianza o apego inseguro ocurre cuando las necesidades de los bebés no han sido satisfechas, por lo que se forma en ellos un carácter temeroso y ansioso.
El apego seguro es fundamental para que los niños desarrollen su autonomía, es decir, la capacidad de ser autosuficientes que proviene de la sensación de respaldado provista por sus padres o cuidadores. Esta seguridad les permite aventurarse a probar cosas nuevas y también motiva una posición desafiante alrededor del segundo año de vida, una conducta rebelde que Erikson considera necesaria pues precede a la socialización.
La rebeldía y resistencia del niño frente a sus padres o ante ciertas normas le permite discernir entre una conducta socialmente aceptada y una inaceptable, y de este modo asimila las bases para vivir en sociedad.
Posteriormente, están las relaciones padre-hijo durante la niñez y que se caracterizan, según Erikson, por algo llamado iniciativa frente a culpa.
En esta etapa, el niño se atreve a iniciar nuevas tareas (con la base de un apego seguro). La consecución de este comportamiento dependerá de la postura de los padres: si el niño recibe aliento y respaldo, experimentará una sensación de alegría asociada con el acto de inicitar nuevas tareas, pero si, en cambio, se les critica y castiga continuamente por las cosas que hacen mal, son propensos a desarrollar fuertes sentimientos de inseguridad, culpa, resentimiento y falta de dignidad.
En cuanto a las relaciones con otros niños, se atraviesan tres fases que van ligadas a la capacidad de socialización del infante: juego solitario (cuando el niño solo tiene consciencia de sí), juego paralelo (entre el primer año y medio y los dos años, cuando juegan uno al lado del otro haciendo cosas iguales o parecidas pero sin interactuar mucho) y juego cooperativo (a los tres o tres años y medio, cuando los juegos implican participación grupal). Finalmente, cuando los niños comienzan a ir a la escuela, se organizan en grupos; esto se denomina grupo de pares.
Desarrollo de los roles sexuales
El desarrollo de los roles sexuales ocurre durante la infancia y la niñez, y se conforma de los siguientes elementos:
- Identidad de género, o noción de una niña de que es una niña y de un niño de que es un niño.
- Constancia de género, que sale a flote cuando el niño entiende que su género depende de los genitales y que no puede cambiarse.
- Conciencia de los roles de género, que consiste en una gnosis de la conducta que la sociedad espera de un hombre y de una mujer.
- Conducta tipificada por el sexo, que es la conciencia que adquieren los niños de los roles y estereotipos de género.
Adolescencia
La transición de la infancia a la adolescencia supone más cambios, tanto a nivel físico como hormonal y cognitivo. Es esto último lo que hace que la adolescencia sea considerada como la etapa más difícil del ciclo de desarrollo, pues el individuo debe lidiar con una multiplicidad de estímulos externos e internos para definir su identidad personal.
James Marcia tipifica esta fase tan compleja en su teoría de la crisis de la identidad, según la cual el proceso de asimilación del Yo se manifiesta a través de los siguientes niveles:
- Adquisición de identidad. Cuando los adolescentes atravesaron la crisis de identidad y tuvieron éxito al hacer elecciones personales.
- Exclusión de la identidad. Cuando las elecciones tomadas fueron premeditadas, o consecuencia directa de las expectativas y deseos de los demás. Se dio una renuncia a la propia identidad buscando la complacencia de agentes externos.
- Moratoria. Para referirse a aquellos individuos que aún se encuentran en el proceso de autoreconocimiento, contemplando diversas posibilidades pero sin comprometerse con ninguna.
- Difusión de la identidad. Aquellos adolescentes que simplemente evitan considerar las opciones de roles de manera consciente; puede darse el abuso de drogas o alcohol.
La adolescencia se caracteriza, además, por ser una época de altibajos emocionales y por presentarse problemas como baja autoestima, depresión, ideaciones e intentos de suicidio y violencia juvenil.
Adultez
Posterior a la etapa de la adolescencia, el individuo se encuentra en la adultez, fase en la que debe enfrentarse a responsabilidades mucho mayores como el trabajo, las relaciones de pareja y la paternidad.
Pero la adultez no supone una certeza absoluta de todo ni de las decisiones tomadas en la adolescencia durante la crisis de identidad propuesta por James Marcia. Erikson nos habla de una crisis en la adultez intermedia, la generatividad frente al estancamiento. Esta hace referencia a la habilidad para seguir siendo productivo de un modo que pueda considerarse útil para las futuras generaciones; aquellos individuos que no entran en esta categoría de “unidades productivas” caen en un estilo de vida monótono y pueden experimentar la sensación de haber perdido el horizonte, la llamda crisis de la madurez.
Daniel Levinson introdujo el término transición de la madurez para hacer referencia a aquel periodo en que el individuo tiende a evaluar su existencia. Muchas de las personas que tomaron parte en sus estudios comenzaron a reflexionar mucho más acerca de la “brevedad de la vida” al experimentar los primeros signos del envejecimiento. Solo entonces, se dieron cuenta de que difícilmente llegarían a cumplir todas las metas que habían planificado durante años, y respondieron a este choque reorganizando sus prioridades y fijando nuevas metas basadas en una filosofía de vida distinta.
Vejez
La última etapa vital del ser humano es la vejez, donde, si bien ocurren cambios físicos que constituyen un inevitable descenso en el desempeño de ciertas funciones, esto no impide necesariamente que el individuo siga llevando una vida plena y autosuficiente (al menos que vayan acompañados de alguna enfermedad, sobre todo neurodegenerativa).
El individuo en la etapa de la vejez es perfectamente funcional y capaz de realizar la mayor parte de las actividades que realizaba durante la etapa adulta, incluyendo una vida sexual activa y ejercicio físico regular.
Alcanzar la vejez no supone un declive rotundo ni un abandono preparatorio, sino un escalón más en el largo y complejo ciclo del desarrollo humano. Desde luego, con la vejez se agudiza el temor a la muerte en ciertas culturas (generalmente, occidentales), y si bien es cierto que el fallecimiento de un ser querido coetáneo (como ocurre en el caso de la muerte de la pareja) afecta considerablemente a las personas durante esta etapa, muchas se recuperan efectivamente pudiendo, incluso, establecer una nueva relación sentimental.
Referencias: WebMD | Educalab.es