Todos hemos escuchado alguna vez que las personas visualmente incapacitadas a menudo muestran un desarrollo superior de otros sentidos, como el olfato, el oído o el tacto. Pero ¿qué tan cierto es esto?
Lejos de caer en hipótesis surealistas o argumentos de ciencia ficción, ahora parece mucho más sustentable referirse a este fenómeno gracias a un nuevo estudio conducido por investigadores del Massachusetts Eye and Ear, un hospital de enseñanza y tratamiendo de la Escuela de Medicina de Harvard dedicado principalmente a investigaciones en el área visual y auditiva.
El estudio, publicado en PLOS One, representa el primer reporte científico donde se describen los cambios estructurales, funcionales y anatómicos que experimenta el cerebro de personas ciegas por nacimiento y adquisición, cambios que a su vez no se evidencian en individuos con una visión normal.
Para Corinna M. Bauer, autora principal del estudio y científica del Instituto de Investigación Visual Schepens (Massachusetts), estos resultados demuestran que el cerebro realmente presenta modificaciones a nivel estructural y funcional producto de la neuroplasticidad, y que estos ocurren en una etapa muy temprana para aquellas personas que presentan ceguera ocular al momento de nacer.
“Observamos cambios significativos no solo en el córtex occipital (donde se procesa la visión), sino también en áreas involucradas en la memoria, el procesamiento del lenguaje y las funciones motrices”, explica Bauer
Estos hallazgos sugieren que el cerebro de las personas ciegas se “reprograma”, es decir, crea conexiones neuronales únicas para adaptarse a la ausencia de información visual mientras que potencia los demás sentidos. Esto ocurre gracias a la capacidad que tiene nuestro cerebro de ser “plástico”, flexible para acomodarse eficazmente a nuestras experiencias de vida.
Los científicos esperan que estos resultados no solo sirvan para comprender mejor cómo se adapta el cerebro a la ceguera sino para desarrollar, además, métodos de rehabilitación que permitan a individuos ciegos compensar la carencia de este sentido.
“Incluso en caso de ser profundamente ciego, el cerebro se reprograma de manera que pueda usar la información de la que dispone para interactuar con el entorno de modo efectivo”, explica Lofti Merabet, a cargo del Laboratorio para la Neuroplasticidad Visual del Instituto Schepens.
“Si el cerebro puede reprogramarse a sí mismo, entonces tal vez puedan potenciarse otras modalidades como el oído y el tacto y habilidades de lenguaje como la lectura braille mediante entrenamiento. Hay un potencial tremendo del cerebro para adaptarse”.
Los investigadores utilizaron técnicas de resonancia magnética para visualizar los cambios cerebrales en un grupo de 12 sujetos con ceguera temprana (de nacimiento o por adquisición antes de los tres años) y compararon estos resultados con un grupo de 16 personas con visión normal pertenecientes al mismo rango de edad.
El equipo notó que en el grupo de personas ciegas las estructuras y funcionalidades de conectividad cerebral eran distintas, lo que incluye también evidencia de conexiones mejoradas capaces de enviar información de un lado a otro del cerebro, una cualidad que no se observó en el grupo de personas con visión normal.