Nuestro sentido de la visión y del olfato podría ser suficiente para hacer que detectemos la enfermedad en otra persona incluso antes de que los síntomas se manifiesten, de acuerdo con un estudio realizado por investigadores del Karolinska Institutet (Suecia).
El reporte de la investigación, publicado en el diario Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), destaca las propiedades que el cerebro humano posee para descubrir y evitar la enfermedad de manera categórica, todo esto como parte del mecanismo protector que el sistema inmune pone en marcha para combatir las enfermedades.
Los apuntes del estudio indican que el cerebro es especialmente bueno para descubrir “fases tempranas de enfermedad” en otras personas y tomar medidas al respecto motivando al sujeto a distanciarse de estos individuos mucho más que de los que se encuentran en un estado de salud óptimo.
El Profesor Mats Olsson del Departamento de Neurociencia Clínica del Karolinska Institutet opina que estos hallazgos son determinantes a la hora de demostrar que el cerebro humano es, de hecho, un excelente descubridor y gerente de la conducta, además de explicarnos porqué la gente tiende a preferir socializar con personas sanas que con personas enfermas.
El cerebro es especialmente bueno para descubrir “fases tempranas de enfermedad”
“El sentido común nos dice que debe haber un repertorio de comportamientos básicos que ayuden al sistema inmunológico. Sin embargo, la evitación no se aplica necesariamente si usted tiene una relación cercana con la persona que está enferma”, aclara Olsson. “Por ejemplo, hay pocas personas aparte de sus hijos que se besan cuando tienen una nariz que moquea. En otras palabras, una señal de la enfermedad puede mejorar el comportamiento de cuidado en las relaciones estrechas. Con este estudio, lo que se demuestra es que el cerebro es más sensible a esas señales de lo que pensábamos “.
El estudio se realizó inyectando secciones inofensivas de bacterias a un grupo de participantes, quienes desarrollaron síntomas clásicos como cansancio, dolor y fiebre durante unas pocas horas, durante las cuales se tomaron muestras de olor, fotografías y vídeos. La sustancia inyectada luego desapareció de sus cuerpos y con él los síntomas.
Otro grupo de participantes fue expuesto a estos olores e imágenes y se les pidió que calificaran cuánto les gustaba la gente, mientras que sus actividades cerebrales se midieron en un escáner de RM.
A continuación, se les pidió que declararan, con sólo mirar las fotografías, cuáles de los participantes parecían enfermos, que consideraban atractivos y con los que podrían considerar socializar.
Los investigadores ven esto como una confirmación biológica del argumento de que la supervivencia naturalmente implica evitar la infección.
Fuente: Science Daily