Hay algo en la música que nos atrapa, nos emociona, nos transforma. Desde las melodías hipnotizantes de Bach hasta la melancolía del bandoneón de Piazzolla, la belleza musical nos mueve de formas misteriosas. Pero, ¿qué ocurre en el cerebro cuando escuchamos música que consideramos hermosa? Un reciente estudio publicado en Psychology of Aesthetics, Creativity and the Arts sugiere que la experiencia estética musical involucra un complejo entramado de conexiones cerebrales que va mucho más allá de la simple percepción auditiva.
La ciencia de la belleza musical
Si bien el juicio estético sobre la música es un fenómeno universal, los mecanismos neuronales detrás de esta experiencia aún no se comprenden del todo. Se sabe que el córtex orbitofrontal, una región del cerebro vinculada a la evaluación de recompensas, juega un papel clave en los juicios estéticos. Sin embargo, los estudios previos han tendido a enfocarse en áreas específicas del cerebro sin explorar cómo estas interactúan entre sí durante la experiencia de la belleza musical.
Para abordar esta cuestión, un grupo de investigadores utilizó una novedosa técnica de análisis de conectividad cerebral dinámica. Reclutaron a 36 adultos sanos con distintos niveles de formación musical y los sometieron a escaneos cerebrales mediante resonancia magnética funcional (fMRI) mientras escuchaban Adios Nonino de Astor Piazzolla, una pieza caracterizada por su gran riqueza musical y su capacidad para evocar respuestas emocionales consistentes en los oyentes.
En una sesión separada, otro grupo de participantes escuchó la misma pieza y calificó, en tiempo real, los pasajes musicales según su belleza percibida. Esto permitió a los investigadores identificar secciones específicas de la composición que eran sistemáticamente consideradas como bellas o no bellas.
Redes cerebrales en movimiento
Los datos obtenidos revelaron patrones recurrentes de comunicación entre distintas regiones cerebrales, lo que los investigadores denominaron estados de conectividad funcional. Comparando la actividad cerebral durante los pasajes musicales calificados como bellos y aquellos considerados menos atractivos, se identificaron tres estados de conectividad que mostraban diferencias significativas.
Uno de estos estados, asociado con áreas visuales en la parte posterior del cerebro, se activaba con mayor frecuencia durante la escucha de música considerada hermosa. Aunque estas regiones suelen vincularse con el procesamiento de imágenes, también juegan un papel en la formación de imágenes mentales y la visualización interna. Es posible que, al experimentar la belleza musical, el cerebro no solo esté procesando el sonido, sino también generando una rica experiencia sensorial más allá del oído.
Por el contrario, cuando los participantes escuchaban pasajes no considerados bellos, la actividad se concentraba en regiones auditivas básicas situadas en los lóbulos temporales, así como en áreas involucradas en el control del movimiento y el procesamiento emocional, como la amígdala. Esto sugiere que, ante la ausencia de belleza percibida, el cerebro se enfoca más en el análisis del sonido en sí y en la respuesta emocional inmediata, en lugar de involucrarse en una experiencia estética más elaborada.
Un baile de conexiones neuronales
Más allá de la activación de regiones específicas, los investigadores observaron diferencias en la transición entre distintos estados de conectividad cerebral. Durante la escucha de música hermosa, se producían transiciones más frecuentes entre redes cerebrales relacionadas con la evaluación de recompensas, la visualización y el placer. En cambio, cuando la música era percibida como menos hermosa, las transiciones predominantes ocurrían entre regiones vinculadas con el procesamiento auditivo y la respuesta emocional básica.
Estos hallazgos sugieren que la apreciación de la belleza musical es un fenómeno altamente dinámico, que involucra un delicado equilibrio de conexiones cerebrales que evolucionan a medida que la música avanza. No se trata simplemente de una respuesta pasiva al sonido, sino de una experiencia rica y cambiante, donde distintas redes neuronales interactúan en una especie de danza interna que da forma a nuestra percepción estética.
Más allá del estudio
Si bien este estudio ofrece una visión fascinante sobre cómo el cerebro experimenta la belleza musical, los investigadores advierten que sus hallazgos son preliminares. La metodología utilizada es relativamente nueva y los efectos observados fueron modestos tras los ajustes estadísticos. Futuras investigaciones con muestras más amplias y una mayor variedad de piezas musicales podrían ayudar a confirmar estos resultados y profundizar en la comprensión de los mecanismos neurales subyacentes.
A medida que la ciencia avanza en el estudio de la estética musical, nos acercamos a una comprensión más precisa de por qué ciertas melodías nos conmueven hasta las lágrimas mientras otras nos dejan indiferentes. Quizá, en el fondo, la música es más que sonido: es una puerta a los rincones más profundos de nuestra mente, una clave que desbloquea la esencia misma de lo que significa ser humano.
Referencia: Dai, R., Toiviainen, P., Vuust, P., Jacobsen, T., & Brattico, E. (2024). Beauty is in the brain networks of the beholder: An exploratory functional magnetic resonance imaging study. Psychology of Aesthetics, Creativity, and the Arts. Advance online publication. https://doi.org/10.1037/aca0000681