(Duffy, Twenge, & Joiner, 2019) analizaron datos de dos grandes conjuntos de datos de EEUU que contienen encuestas a estudiantes universitarios de todo el país entre 2007-2018. Los resultados concluyeron que las preocupaciones serias sobre salud mental (como el pensamiento suicida, la depresión severa y los comportamientos de autolesión) aumentaron más del doble entre los estudiantes universitarios durante este tiempo. Los autores indicaron su creencia de que esta tasa de aumento es “alarmante.”
También notaron que la mayoría de los aumentos en cuanto a problemas de estado de ánimo, la ansiedad y los resultados relacionados con el suicidio ocurrieron después de 2013. Uno de los coautores, Jean Twenge, profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Diego, observó que esta fecha se correlacionaba con el aumento en las redes sociales y el uso de teléfonos inteligentes entre los jóvenes.
Amy Orben, psicóloga de redes sociales en la Universidad de Cambridge, ofreció una crítica fantástica a un artículo diferente (pero relacionado)
de Twenge y sus colegas, titulados “Aumentos en los síntomas depresivos, los resultados relacionados con el suicidio y las tasas de suicidio entre los adolescentes de EEUU después de 2010 y sus relaciones con un mayor tiempo de pantalla de los nuevos medios” (Twenge, Joiner, Rogers, & Martin, 2018). Después de volver a ejecutar partes de los análisis en un conjunto de datos más reciente, Orben no encontró pruebas sólidas de las afirmaciones del artículo. De hecho, escribió que los vínculos entre las redes sociales y el uso de tecnología con síntomas depresivos son “tan débiles e inconsistentes que podrían estar artefactos de error estadístico”. Recientemente, Orben y sus colegas publicaron un estudio en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (Orben, Dienlin, & Przybylski, 2019) donde argumentaron que los efectos de las redes sociales en los jóvenes son matizados y dependen del contexto, y no son, por sí mismos, un fuerte predictor de la satisfacción con la vida.
De todos modos, el uso de la tecnología no puede ignorarse. Una pregunta importante es cómo se usa, ya que limitar el tiempo de pantalla no es la respuesta, especialmente en una era digital en la que tantas cosas se basan, se hace más conveniente o mejores a través de las nuevas tecnologías. Pero si un estudiante duerme con su teléfono debajo de la almohada, se pierde en Instagram en lugar de dormir y cae en el nicho de los juegos de comparación social, entonces, sí, habrá un problema.
También es necesario explorar el contexto. Cuando se trabaja con problemas de salud mental, no es particularmente útil identificar una “causa” específica; de hecho, aunque el uso de la tecnología puede desempeñar un papel en los síntomas de ansiedad o depresión de una persona, indudablemente hay otros factores en juego. Para apoyar a esa persona de manera integral y completa es menester ver qué más está sucediendo en su mundo, sus desafíos y factores de protección.
Ultimately, our approach to mental health issues needs to be turned inside out. Although individual factors are undoubtably at play in a person’s mental health, and some of these factors might include the ways in which that person uses and responds to social media and technology, mental health issues are largely a systemic issue. As such, college counselling centers can play a major role in combatting stigma, making their services accessible and visible, providing culturally-competent care, and increasing mental health supports for students in a variety of settings. All posts for another day, and things I will be advocating for in the year to come.
Los problemas de salud mental son en gran medida un problema sistémico. El acceso a servicios de asesoramiento en salud mental para estudiantes puede desempeñar un papel importante en la lucha contra el estigma.
En este mismo sentido, un interesante estudio encontró que dialogar sobre enfermedades mentales en la universidad podría ser una herramienta eficaz para reducir el estigma, lo que a su vez traería aparejados beneficios para las personas que padecen dichas enfermedades, como es posible imaginar.
Referencias:
Duffy, M. E., Twenge, J. M., & Joiner, T. E. (2019). Trends in Mood and Anxiety Symptoms and Suicide-Related Outcomes Among U.S. Undergraduates, 2007–2018: Evidence From Two National Surveys. Journal of Adolescent Health. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2019.04.033
Orben, A., Dienlin, T., & Przybylski, A. K. (2019). Social media’s enduring effect on adolescent life satisfaction. Proceedings of the National Academy of Sciences, Vol. 116, pp. 10226-10228. https://doi.org/10.1073/pnas.1902058116
Twenge, J. M., Joiner, T. E., Rogers, M. L., & Martin, G. N. (2018). Increases in Depressive Symptoms, Suicide-Related Outcomes, and Suicide Rates Among U.S. Adolescents After 2010 and Links to Increased New Media Screen Time. Clinical psychological science, 6(1), 3-17. https://doi.org/10.1177/2167702617723376
Fuente: Psychology Today
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