Tara Parker-Pope comparte en The New York Times, algunas lecciones y recomendaciones muy útiles para saber que hacer y que no hacer para ayudar a un amigo, familiar o ser querido que pasa por un mal momento:
Sí: Piénsalo dos veces antes de llamar. Me sorprendió la frecuencia con la que sonaba el celular de mi padre y lo agotador que era para él (y para mí). A menudo, las llamadas lo despertaban del sueño que tanto necesitaba. Me hizo darme cuenta de que las llamadas telefónicas durante una crisis, aunque bien intencionadas, pueden resultar intrusivas y agotadoras. Obviamente, las llamadas telefónicas son apropiadas en ciertas situaciones, pero mi consejo es que, si puedes, evites llamar en el momento álgido de la enfermedad o la crisis.
No: Envíes mensajes de texto para obtener información. Intenta evitar mandar un texto que requiera una respuesta. ¿Cómo lo estás llevando? ¿Cómo te sientes? ¿Qué se sabe? Si tu texto termina con un signo de interrogación, hace que el paciente o el cuidador tengan que responder.
Sí: Envía un texto de apoyo. Los textos son menos intrusivos que las llamadas telefónicas y pueden leerse en nuestro tiempo libre. Los mejores textos han sido los que compartían pensamientos de apoyo, ofertas de ayuda o enlaces a un artículo interesante, un recuerdo fotográfico o un video divertido, y luego terminaban con un “Solo pensaba en ti. No hace falta que respondas”.
No: Preguntes a la gente lo que necesita. Muchos amigos han llamado o enviado mensajes de texto amablemente con la pregunta: “¿Qué puedo hacer para ayudar?”. Pero en la niebla de la enfermedad y la pérdida, es muy difícil saber lo que se puede necesitar, así que la mayoría de las veces nos limitamos a decir: “Gracias. Te avisaremos”.
Sí: Haz una oferta concreta de ayuda. En lugar de preguntar qué puedes hacer para ayudar, intenta hacer una oferta específica y permanente que describa cómo podrías ayudar. Mi colega Karen Barrow, cuya madre falleció recientemente, lo expresó de esta manera: “No preguntes cómo ayudar, simplemente ayuda. Envía una comida o ayuda con una tarea”. He aquí algunos ejemplos de cómo ayudar cuando alguien muere o está enfermo:
- Puedo ayudarte a escribir notas de agradecimiento.
- Estoy encantado de recoger a los niños en la escuela.
- Iré a pasear al perro.
- Tengo una camioneta si necesitas ayuda con la mudanza o para hacer donaciones.
- Puedo hacer gestiones, comprar, llevarte a las citas o recoger las recetas.
- Hice rollitos de col (o estofado, raviolis, lasaña o galletas). Los dejaré en tu entrada. (Mucha comida llega en los primeros días de una crisis; las comidas de unas semanas más tarde suelen ser una ayuda mayor).