A muchos nos cuesta decir “no”, y esto quizás se deba al miedo de sentirnos rechazados, de perder relaciones o de dejar pasar oportunidades que podrían no volver. Sin embargo, vivir complaciendo constantemente las necesidades de los demás puede volver nuestra vida miserable, porque la ecuación se transforma en nuestra contra. Cada vez que decimos “sí” a algo que realmente no queremos, le estamos diciendo “no” a algo que sí valoramos o necesitamos.
Por eso me ha gustado tanto este artículo de Leslie Jamison para The New York Times. En él, Jamison plantea una perspectiva liberadora: las peticiones de los demás no son invasiones o actos de desconsideración; son simplemente eso, peticiones. Las personas tienen derecho a pedir lo que desean, y nosotros tenemos el derecho de decir “no” y de establecer nuestros propios límites.
Jamison también propone un recurso útil para reforzar esos límites: un “Cuaderno de Noes”. Este cuaderno consiste en registrar cada vez que decimos “no” a una solicitud, anotando también lo que ese “no” nos ha permitido ganar. Por ejemplo: “decir no a una salida con amigos me permitió pasar más tiempo leyendo” o “decir no a un trabajo extra me dio espacio para trabajar en mi proyecto personal”.
Decir “no” no siempre es fácil, pero puede ser bastante simple. A veces, debemos enfocarnos en estrategias sencillas como esta para enfrentar nuestros problemas. Con el “Cuaderno de Noes”, aprendemos a priorizar lo que realmente importa y a tomar decisiones que nos acerquen a una vida más auténtica y equilibrada.