¿Qué tipo de alteraciones cognitivas aparecen en la anorexia nerviosa?
Son múltiples las publicaciones que han ligado la presencia de alteraciones en algunas funciones cognitivas a los trastornos alimenticios, concretamente a la anorexia nerviosa. Existe cierto patrón en los resultados que apunta a un peor rendimiento en funciones asociadas al hemisferio derecho así como a áreas prefrontales del cerebro. Un estudio reciente publicado en Applied Neuropsychology: Adult (2013) encuentra que las pacientes con anorexia nerviosa rindieron peor que una muestra comparativa de mujeres sanas en tareas de velocidad de procesamiento de la información, memoria de trabajo, memoria visual e inhibición. Además, aquellas pacientes en fase aguda mostraron particularmente una peor memoria verbal a largo plazo que aquellas que ya habían recuperado peso. Y de forma relevante, esta diferencia entre grupos de pacientes fue mayor cuanto mayor era el índice de masa corporal del grupo en recuperación.
La teoría de la mente es la capacidad para atribuir estados mentales, emociones y creencias a otras personas.
Aunque muchos estudios van en la misma línea, el asunto de los fallos cognitivos en la anorexia nerviosa sigue sin estar totalmente definido. Así, Lao-Kaim y sus colaboradores, en un trabajo aún en prensa en el European Psychiatry, emplearon la técnica de resonancia magnética funcional para comparar la ejecución, tanto a nivel conductual como en la actividad cerebral, de un grupo de mujeres con anorexia nerviosa con el de un grupo de mujeres sanas en una tarea del paradigma n-back verbal. Sus resultados no indicaron diferencias ni en la precisión ni en la velocidad a la hora de realizar la tarea, y quizá más relevante, tampoco hubo diferencias en el patrón de actividad cerebral entre las muestras. Los autores sugieren que quizá la memoria de trabajo verbal no sea uno de los objetivos terapéuticos principales a incluir dentro de los programas de tratamiento.
Otro de los terrenos en los que más se ha explorado es en el de la cognición social. Dentro de este concepto se incluyen todos aquellos procesos cognitivos y emocionales que nos permiten desenvolvernos en situaciones de interacción con otras personas. Hablamos ahora de dos aspectos que se han demostrado afectados en anorexia nerviosa: la coherencia central y la teoría de la mente. La coherencia central (Frith, 1989) es la tendencia del ser humano a procesar la información de forma global, integradora. Y la teoría de la mente es la capacidad para atribuir estados mentales, emociones y creencias a otras personas, lo que nos sirve en ocasiones para predecir su comportamiento.
En este interesante tema, uno de los trabajos que más impresión me ha causado ha sido el realizado por Tapajoz y sus colaboradores (2013), que podemos encontrar en Psychiatry Research. Evaluaron la coherencia central con el test de la Figura compleja de Rey (estilo de copia), y la teoría de la mente con el Test de Lectura de la Mente en los Ojos y con el Faux Pas, ambos de Simon Baron-Cohen. Aplicaron las pruebas a un total de 72 mujeres (24 con anorexia nerviosa, 24 con bulimia nerviosa y 24 controles sanos).
Los datos mostraron que ambos grupos con trastorno de la alimentación mostraron una menor coherencia central. Sin embargo, el grupo de anorexia nerviosa puntuó significativamente peor que los otros dos grupos en el Test de Lectura de la Mente en los Ojos, una medida de teoría de la mente afectiva. Se ha planteado la cuestión de si podría ser que el estilo de pensamiento que caracterizaría a las personas con anorexia nerviosa actuase como un factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad. También se cuestiona el papel de procesos cognitivos como la coherencia central en los procesos de cognición social como la teoría de la mente, ya que, según los autores, habilidades como el reconocimiento de rostros o la comprensión del lenguaje requieren de la integración de múltiples informaciones para su correcto funcionamiento.
Otro aspecto de la cognición social que ha recibido atención es la empatía. Morris y sus colaboradores (2013) en su trabajo “Empathy and social functioning in anorexia nervosa before and after recovery”, compararon a 28 pacientes de anorexia nerviosa en fase aguda con 25 en fase de recuperación y con sendos grupos de mujeres sanas. Tras tomar varias medidas relacionadas con la empatía (entendida como la capacidad para experimentar una resonancia de las emociones de otros), encontraron que el grupo en fase aguda mostraba un nivel significativamente menor de empatía y también de conducta antisocial que los otros dos grupos.
¿Puede mejorarse el rendimiento neuropsicológico de las pacientes con anorexia nerviosa? ¿Y cómo?
Existen otras formas de trabajar los procesos cognitivos que intenten aportar un toque más lúdico a la intervención.
Dahlgren y un grupo de investigadores recientemente (2013) han tratado este tema. Comprobaron que tras una intervención con terapia de remediación cognitiva. Este tipo de terapia incluye ejercicios para mejorar la flexibilidad cognitiva, la memoria y funciones como la atención y la memoria operativa. Se ha planteado que en algunos casos puede utilizarse incluso como preparación para la terapia cognitivo-conductual. En el estudio de Dahlgren y cols., 20 adolescentes realizaron el programa de intervención y sendas evaluaciones pre y post tratamiento. Según los autores, se registraron cambios en las medidas de peso, depresión, memoria visoespacial, habilidad de desenganche perceptual y fluidez verbal, aunque lamentablemente el trabajo no incluyó ningún grupo control con el que contrastar los resultados.
Existen otras formas de trabajar los procesos cognitivos que intenten aportar un toque más lúdico a la intervención. Es el caso de los videojuegos. Fagundo y su equipo (2013), aunque con pacientes de bulimia nerviosa, han publicado un interesante artículo titulado ‘Video Game Therapy for Emotional Regulation and Impulsivity Control in a Series of Treated Cases with Bulimia Nervosa’. Utilizaron un videojuego especialmente diseñado para trabajar el autocontrol sobre las emociones, la toma de decisiones y el comportamiento. Los datos mostraron que tras el entrenamiento se redujeron la impulsividad y la tasa respiratoria, y mejoraron la variabilidad de la tasa cardiaca y la regulación emocional, concluyendo que el uso de videojuegos puede mejorar la intervención en estos pacientes.
Conclusiones
El perfil de funcionamiento neurocognitivo y de cognición social en la anorexia nerviosa sigue siendo una cuestión de máximo interés. Aunque algunos fallos parecen constatarse en procesos de atención, memoria, procesos inhibitorios, coherencia central y teoría de la mente, queda mucho trabajo por hacer para valorar las diferencias entre grupos de pacientes y su contraste con otros trastornos de la alimentación. Serán necesarios nuevos y refinados estudios que corroboren estos datos y que nos permitan avanzar en la comprensión de este trastorno. Además, también resultará interesante investigar sobre nuevas formas de intervención a través de nuevas tecnologías, con trabajos que comparen distintos tipos de juegos incluyendo la aplicación de programas de entrenamiento cognitivo con los llamados ‘serious games’. Un verdadero mundo nuevo por descubrir.
Imagen: Paloma A. Rojas (Flickr)